Pibe de 14 mató a uno de 16

Fue en 23 y 51, sobre el Parque San Martín. Dos menores atacaron con un rayo de moto afilado a dos compañeros de la Escuela 13 de 22, 48 y 49. Uno sufrió una herida profunda en el tórax y falleció en el lugar. El otro en el abdomen, pero se recupera

La violencia extrema no cesa y ahora la padecieron dos adolescentes de 16 años que caminaban por el Parque San Martín a las dos de la tarde: uno murió de un puntazo en el pecho y el otro quedó internado por las lesiones que recibió con un rayo de moto afilado, informaron fuentes policiales.

Por el salvaje episodio un pibe de 14 años, inimputable, fue demorado en el barrio San Carlos, y otro, al parecer de la misma edad, permanece prófugo. Hasta anoche, el móvil del ataque era confuso. “Al parecer, víctimas y victimarios se conocían. Todos son alumnos de la escuela secundaria nº 13 de 22 entre 48 y 49. Es más, el fallecido era novio de la ex de uno de los agresores, una chica de 15 años, pero también los violentos robaron una mochila y una bicicleta”, explicó uno de los investigadores.

El chico que perdió la vida fue identificado oficialmente como Mariano Bedoya. La herida de arma blanca en el pecho lo mató casi en el acto.   

Quedó tendido muy cerca de la esquina de 51 y 23 con un importante sangrado al inicio del tórax.

El amigo de Bedoya, también de 16 años, sufrió una lesión punzante en el abdomen y fue derivado de urgencia al Hospital Rossi, donde se comprobó que la herida, por fortuna, resultó superficial.

Automovilista comprometido

Un vocero policial explicó que “un automovilista fue testigo del crimen y persiguió a los dos atacantes, los que se movilizaban en bicicletas. Desde el vehículo el hombre llamó al 911 y policías obtuvieron la información necesaria para ubicar al autor del homicidio”.

El presunto asesino fue aprehendido cuando ingresaba a una casa de 47 entre 144 y 145. El otro, abandonó una de las bicicletas y se escabulló.

Varias declaraciones de testigos señalaron al demorado como el homicida por lo que el fiscal de responsabilidad penal juvenil Juan Alberto Benavides dispuso una medida de seguridad del chico de 14 años.

Uno de los pesquisas detalló que “el menor herido dijo en el Hospital que recibió un puntazo con un rayo de bicicleta afilado y que el que acompañaba al atacante tenía un palo con punta, pero aclaró que éste elemento no fue utilizado en la agresión”.

Bedoya vivía en Los Hornos, más precisamente en 137 entre 64 y 65, y el amigo herido en 135 bis entre 42 y 43.

Bajo las órdenes del magistrado judicial, peritos de Policía Científica se presentaron en el Parque San Martín, preservaron la escena del crimen y recolectaron elementos de prueba documental.

En el hecho tomó intervención el gabinete de homicidios de la DDI La Plata y efectivos de la comisaría Cuarta.      

Se investiga si las víctimas se habían retirado sin permiso del colegio y si el ahora demorado había abandonado su escolaridad.

EN FOCO

Otra vez la crisis social se transformó en muerte

Nuevamente un hecho policial pone en evidencia la falencia de la política nacional que genera una realidad cotidiana que se vuelve cada vez más violenta, en un descontrolado sálvese quien pueda.

El tejido social se está disolviendo y la falta de contención de las instituciones provoca que se reduzca el valor de la vida, que es lo más sagrado que puede tener un ser humano.

Estamos llegando al extremo de que por una disputa entre adolescentes, se desencadene el peor final, con un pibe de 16 años asesinado de la forma salvaje, como si estuviéramos en una anarquía total o en una sociedad donde reina la ley de la selva.

El presunto asesino, un chico de 14 años que proviene de una familia que tendría conflictos con la ley, atacó sin piedad, con un arma de fabricación casera en uno de los principales parques de la ciudad. Lo sucedido no fue producto de la casualidad: es la consecuencia de estar viviendo en una región que, luego de haber sido uno de los principales faros de cultura del trabajo y del conocimiento en la Argentina, hoy tiene 136 asentamientos. Allí, miles de compatriotas viven en iguales condiciones que en los países más pobres de Africa, generando un caldo de cultivo para que el flagelo de la inseguridad no pare de crecer.

El asesino habría abandonado sus estudios hace algunas semanas. Es uno de los 500 mil chicos que cada año abandona la escolaridad, pasando a integrar la masa de excluidos que, sin estudiar ni trabajar, están prácticamente condenados a no tener futuro ni perspectivas de tener una vida digna.

Una vez más el Estado llegó demasiado tarde para prevenir este asesinato y lamentablemente están dadas la condiciones para que, al no atacarse los factores estructurales de la exclusión, en el corto plazo tengamos que lamentar muertes similares.