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Terminando el secundario y encargado de mantenimiento del pabellón: así vive Mangeri en prisión

Se cumplieron siete años de su encierro en Ezeiza, donde está condenado a perpetua por haber matado a Ángeles Rawson. Solo lo visita su mujer.

Mientras sigue jurando y perjurando que es inocente, que él no violó ni mató a Ángeles Rawson, el exportero de un edificio del barrio porteño de Palermo, Jorge Mangeri, acumula días, semanas, meses y años recluido en prisión, donde, de acuerdo al juicio al que fue sometido, deberá permanecer el resto de su vida. Ayer se cumplieron siete años de su encierro, un encierro relativamente tranquilo por tratarse de un penal argentino y en el que compartió espacio y charlas con otros reconocidos presos.

Alojado en el módulo 1, pabellón I del complejo penitenciario de Ezeiza, permanece en el sector de los “presos mediáticos” donde, para no perder la costumbre, trabaja como “fajinero” o, en otras palabras, se encarga de las tareas de mantenimiento y limpieza del pabellón. Una tarea, en cierto sentido, similar a la que hacía en el edificio de la calle Ravignani 2360, donde también vivía en un departamento junto a su mujer. Además de sus labores, estudia a diario con el fin de terminar la enseñanza secundaria.

“Es introvertido, no tiene un grupo de pertenencia dentro del pabellón”, describieron fuentes penitenciarias, quienes contaron, a su vez, que supo mantener largas charlas con Leonardo Fariña, hasta que este se convirtió en abril de 2016 en testigo protegido y abandonó el penal.

Un femicidio que conmocionó a la sociedad

Ángeles “Mumi” Rawson volvía a su departamento de Palermo tras salir de una clase de Educación Física. Eran las 9.52 del 10 de junio de 2013. Qué fue lo que pasó en ese momento con ella, a ciencia cierta, se desconoce, aún a siete años de su asesinato. Lo que sí se sabe es que nunca ingresó al inmueble.

Si bien la Justicia determinó tras un juicio oral en el que se consiguieron pruebas abrumadoras que el portero del edificio, Jorge Mangeri, la ahorcó durante cinco minutos oprimiéndole el cuello con una mano y la nariz con la otra tras haber intentado abusar sexualmente de ella, nunca se pudo establecer dónde se cometió el crimen. Se hicieron pericias en el sótano de la edificación ubicada en Palermo y también en el departamento del ahora condenado, pero no se pudo hallar evidencia concluyente alguna.

El cadáver de la adolescente de 16 años fue envuelto en bolsas y arrojado a la basura, y, sin que nadie lo descubra, fue transportado en un camión recolector y arrojado en la planta de residuos del Ceamse de José León Suárez. Allí lo encontraron en la cinta transportadora, a punto de ser aplastado y demolido por las máquinas del lugar, junto a toneladas de porquerías. Tenía distintas sogas sobre sus muñecas, tobillos y cuello, y todavía llevaba la chomba de la escuela a la que asistía, Virgen del Valle de Belgrano.

Mentiras y confesión

Mangeri cayó casi por casualidad, ya que las miradas judiciales estaban sobre el padrastro de Ángeles, Sergio Opatowski. Al portero lo llevaron a la fiscalía como testigo, ya que la adolescente de 16 años vivía en el edificio donde él trabajaba y los investigadores estaban analizando sus últimos movimientos. Pero el hombre, entonces, se quebró y confesó el crimen, dejando estupefactos a sus interlocutores.

“No sospechábamos de él. Habíamos ido al allanamiento de la casa de Rawson y fue él quien nos marcó un video en el que se veía a la joven en la filmación. ‘Esta es Mumi’, nos dijo, y yo me la pasé diciéndole ‘muchas gracias’. Por eso, cuando la noche del 14 de junio (de 2013) llegó a la fiscalía, lo traté como a un príncipe”, contó la fiscal de la causa, Paula Asaro.

Sin embargo, su papel de príncipe duraría poco y a las cinco de la mañana, ya del día 15, diría la frase que lo condenó, junto a las pruebas forenses de ADN: “Soy el responsable de lo de Ravignani 2360. Fui yo”. Hasta ese momento, se había mostrado reticente en colaborar y, por el contrario, había denunciado aprietes policiales y judiciales para inculparse. Cambió de opinión cuando advirtió que iban a comenzar a investigar a Saettone, que padecía una grave enfermedad: “Mi señora no tuvo nada que ver en el hecho”, dijo tras la confesión.

Minutos antes de la misma, sentado frente a Asaro, aclaraba que no confiaba en la Policía y que no iba a decir nada. También agarró un ganchito para sujetar papeles y le dijo a la funcionaria: “¿Ve? Con esto me usaron la picana eléctrica”. Y a las dos, a tres horas de incriminarse, se levantó el buzo y mostró las marcas que tenía en el abdomen, que tras una pericia se determinó que eran los arañazos defensivos de Ángeles, que él había intentado disimular tirándole encima un ácido.

Compañeros famosos

Claro que el exmarido de Karina Jelinek no fue su único compañero famoso, sino que también pasó tiempo con el sindicalista José Pedraza (condenado por el asesinato de Mariano Ferreyra) y con Eduardo Vázquez (el exbaterista de la banda Callejeros, que mató a su esposa Wanda Tadey). También pasaron por el módulo y compartió tiempo con el arquero Pablo Migliore, Mariano Segovia (conocido como “El rey de la efedrina”), el exlíder de Callejeros, Patricio Santos Fontanet y el barrabrava Rafael Di Zeo.

Mangeri no recibe visita alguna, a excepción de su todavía esposa, Diana Saettone. Ella sigue creyendo en la inocencia de su marido y fue a verlo, por ejemplo, para el Día de los Enamorados, posteando una foto el pasado 14 de febrero en la que se lo ve besándolo.

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