Gillespi, el músico que juega en todas las canchas

El multifacético artista formó parte de diferentes bandas históricas como Sumo, Divididos y Las Pelotas. En la actualidad, integra producciones radiofónicas y escribe columnas semanales para algunos diarios, mientras planifica su próximo libro 

La carrera artística de Marcelo Rodríguez tuvo diferentes aristas. Más conocido como Gillespi, ha participado de bandas como Sumo, Las Pelotas, Soda Stereo y Divididos, entre otras. Además, su impecable voz está presente en diferentes programaciones de emisoras radiofónicas como Radio Nacional y Bitbox. 

Este muchacho es multifacético: se constituyó como guionista de programas televisivos, es un excelso músico, tiene una banda propia y también realiza otras participaciones con colegas y amigos. Asimismo, se convirtió en  periodista integrando algunos ciclos del éter y es escritor de columnas semanales en diferentes periódicos. También posee algunos libros en su haber y en la actualidad se encuentra pergeñando uno nuevo.

En una entrevista cálida y divertida con este medio, Gillespi habló de su incursión en la música y el recorrido realizado en los medios. 

—¿Cuál fue tu primer acercamiento a la música? 

—Mis primeros recuerdos son los de escuchar música a todo volumen junto con mi papá. Él era melómano. Los fines de semana que no trabajaba ponía la música a un buen volumen, generalmente eran orquestas de tango y jazz. 

Durante la adolescencia, mi primo que es músico me inició en todo esto, con la guitarra y sus teclados. 

Cuando estaba en la secundaria, le compré una trompeta a un pastor evangelista norteamericano, algo muy insólito. En ese momento comencé a tocar rock y jazz. Aún la conservo, está baqueteada pero funciona. Imaginate que se bancó Sumo y Divididos, entre otros. 

“Cada lenguaje tiene lo suyo”

A pesar de su extensa trayectoria, Gillespi mantiene un respetado perfil bajo. Es el mismo que tocó con formaciones musicales históricas y, aun así, vive sus días como una persona común y corriente. Lo expuesto da cuenta de su grandeza humana. 

—En un momento de tu vida incursionaste en los medios, ¿qué fue lo que encontraste?

—Como dice la palabra, me encontré con un medio. Lo considero una definición, porque si no tenés qué comunicar estando en un medio, lo que va a escuchar el que está del otro lado es la nada misma. En este camino, encontrás la herramienta para transmitir lo que sos y es el gran desafío de todos nosotros, que radica en qué hacés y qué les das a las personas que están del otro lado. El medio amplifica, pero si hay silencio, vanidad y vacío intelectual, lo que el medio comunicará será eso. 

Cada lenguaje tiene lo suyo. Me gusta escribir porque tengo la libertad de hacerlo cuando quiero. Por lo general, cada semana, en alguna  mañana, me dedico a la escritura. A veces son más días, si escribo un libro, o como ocurrió este año, que colaboré con unas columnas en La Nación y La Razón.

En cuanto a la radio, es algo que me encanta porque tenés conversaciones con los oyentes y los compañeros, si bien no tenés la posibilidad de elegir los horarios como sucede con la escritura, porque tenés que respetar la duración del programa. Igual es relajado porque no se te ve, musicalizás cuando necesitás un tiempo, la tanda publicitaria y los informativos también te lo dan y te protegen ante alguna eventualidad.

Para mí, trabajar en el éter es cómodo y placentero. Si bien te escucha muchísima gente, te encontrás en una habitación como si fuera la pieza de tu casa. Además estás rodeado de amigos que trabajan con vos, tomás mate y no sos tan consciente de que estás al aire. Cuando me preguntan “que sentís cuando hablás delante de un micrófono”, contesto que llega un momento en que ni siquiera me doy cuenta. 

Generalmente aquellas personas que incursionan en la radio, aunque sea de una manera accidental, hablan un rato y se fascinan. Es lo más adictivo que puede haber porque ni siquiera te tenés que afeitar, ni vestir especialmente, ni maquillar como en la televisión. La radio es mágica y, además, hay otra cosa que tiene que ver con la comunicación. El oyente se siente amigo del conductor del programa y se genera una especie de relación de amistad, donde hay aprecio y reciprocidad. Es un medio humano que tiene valores y afectos.

Por otra parte, en la televisión no sucede nada de esto. Es un medio en el que, hoy por hoy, no me encuentro cómodo. Esto se dio así porque mis tiempos son otros, mi cadencia al hablar tiene un ritmo lento, mis valores son contradictorios a los de la televisión. Además, no me gusta la gente que veo habitualmente en la pantalla, no me agrada lo que dicen, me parecen muy subreales los debates, aunque sean políticos. Están llenos de lugares comunes, frases, chicanas y no se profundiza. De alguna manera, la televisión de aire, me parece un lugar tóxico. No quiero hacerme el esnob ni el cool, solo me parece que tiene un contenido nocivo, que hace daño. A la gente la enerva, la pone mal. Hasta los noticieros que deberían ser objetivos te meten fichas, te cargan de energía, todos opinan, los títulos son capciosos, es todo muy manipulado y no me banco tanto eso. 

En cambio, los canales de cable tienen un abanico de alternativas, eso te da la chance de tener otros tiempos, por eso no descarto la posibilidad de hacer algo en esta frecuencia. Tuve algunas ideas que están en etapa de preparación. Admito ser un televidente de estos canales porque los otros me parecen una porquería. La tele de cable es más neutra, por eso es que me gusta más. 

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