Hernán Casciari: “Los argentinos no podemos ser mucho más normales”

En la cima de su carrera, dejó las editoriales multinacionales para autogestionarse. Vivía en Barcelona pero eligió volver al país. Escritor y aventurero, mañana presenta su espectáculo en la ciudad

Escribiendo es un capo”; “Es capaz de mostrar sus miserias y así te hace acercarte a las tuyas”; “Juega en un límite que te hace pensar”. Así definen a Hernán Casciari sus lectores, y lo reconocen como el autor favorito de toda una generación de argentinos que conforman la comunidad de la revista Orsai.

Escritor y futbolero, Casciari también incursiona exitosamente sobre el escenario, y este viernes 18 presenta su espectáculo Obra en construcción, en 43 entre 7 y 8. “Somos ocho parientes. Mi vieja, mi hermana, mi cuñado, unos primos y sobrinos y hasta mi hija, que alguna vez han sido personajes de mis cuentos. Entonces yo voy contando esos textos y ellos en los momentos en que les toca hacer sus propios parlamentos, aparecen y los hacen”, contó su autor. 

—En pleno éxito, dejaste las editoriales y decidiste autogestionarte, ¿por qué?

—Yo dejé las editoriales multinacionales porque me daba cuenta de que me robaban, liquidaban muy pocos libros en relación con los que vendían. Empecé a averiguar y todos los autores me decían que era así, que no podía hacer nada. Entonces dije: ¡¿Cómo que no se puede hacer nada?!  Por eso abrí yo mismo una editorial donde me autoedito. 

—¿Cómo surgió la comunidad en torno a la revista Orsai?

—La comunidad se fue gestando muy al inicio de internet. Ocurrió en un momento muy particular, al principio de los años 2000. Era muy vertiginoso todo, muy novedoso, y nos hacíamos amigos alrededor de lo que pasaba en la red. Así, se generó alrededor de Orsai  una comunidad fervorosa que a través de los años ha servido no solo para que compren la revista, sino que además son muy buenos difusores de lo que hago. Comienza con un tuit y enseguida se viraliza. 

—Volviste de Barcelona a Villa Urquiza, ¿se idealiza mucho la vida en Europa?

—Tal vez. Acá estoy mucho mejor, más tranquilo. Si fuera un tipo más prolijo me encantaría vivir allá, hay cosas que están buenas, pero a mí me aburre mucho. Me gusta más el zapping argentino, ver las cosas que pasan en la calle, los despropósitos, la política y los políticos argentinos. La música y la cultura de acá me parecen mucho más caóticas y divertidas que en Europa. Me gusta el caos, lo sucio. 

—En un cuento decís que “la Argentina está en la edad del pavo”, ¿por qué?

—Somos una democracia muy joven, venimos de dictaduras y mucho quilombo. Incluso en democracia hubo quienes se fueron en helicóptero, cinco presidentes en una semana. Seguimos probando, experimentando, siendo de algún modo adolescentes. Además, somos nietos y bisnietos de gente que se tuvo que escapar para vivir acá, gente que sufrió mucho y no pudo volver a su patria. Somos hijos de eso. Los argentinos no podemos ser mucho más normales.

—También dijiste que, por la tecnología, la vida tiene menos misterio y aventura. ¿Es así?

—Estoy convencido de que nos estamos acomodando demasiado alrededor de la tecnología, vamos cambiando, mutando. Al mismo tiempo estamos comprendiendo más cosas que antes, y mucho más rápido. Somos más desapasionados, pero yo sigo eligiendo la tecnología y el futuro. Aunque tenga desventajas. 

—Sos muy futbolero. ¿Preferís ir a la cancha a ver al Barça o a Racing?

—Me gustan las dos cosas, pero es como ir a ver dos deportes distintos. Allá está todo en orden, impecable, maravilloso, 90 minutos de juego bárbaro. Pero acá vas a la cancha y lo que disfrutás es el folclore, las cosas que hay alrededor, el olor a esas hamburguesas espantosas que venden al lado de la cancha. Entonces se mezclan emociones, sensaciones, recuerdos, y no hay nada en ninguna parte del mundo que sea mejor que eso, a la nostalgia no hay nada que le gane.

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