Película platense viaja al primer mundo

El filme independiente 1996 Lucía y los cadáveres en la piscina fue seleccionado para competir en el prestigioso Festival de Cine Documental de Copenhague, en Dinamarca. Hablamos con los directores y la actriz de esta obra hecha a pulmón y filmada en material analógico

Marcos Migliavacca y Nahuel Lahora se formaron en la Facultad de Cine de La Plata, pero sobre todo en las calles y a través de las horas dedicadas al arte de las películas, que tanto aman. En 2015 comenzaron a germinar una idea que se concretó en un documental ficcionalizado y filmado en formato analógico Hi-8. Se trata de 1996 Lucía y los cadáveres en la piscina, con la que mañana emprenderán un viaje a Dinamarca para participar en el Festival Internacional de Cine Documental de Copenhague, que se realizará del 16 al 23 del corriente en la capital danesa, en la categoría Next: Wave, junto con otras seis películas. Los directores Marcos y Nahuel, junto con Lucía Cano, quien protagoniza esta pieza artística que deslumbró a los programadores del festival (ver página 15), visitaron la redacción de diario Hoy y relataron el proceso de este logro del cine platense.

—¿Cuál fue el germen de 1996 Lucía y los cadáveres en la piscina?

—MM: Nahuel, durante 2015, había estado ha­ciendo ejercicios de actuación con Lucía. Estábamos buscando una excusa para filmar y a fines de ese año hubo un festival de música indie en Mar del Plata, el Súper Festín DIY, así que surgió la idea de ir. Nahuel quería hacer un cortometraje de ficción, pero fue un viaje complicado y enseguida se dio por descartada esa idea. De todos modos, se hizo un registro y el contexto superó nuestras expectativas. Había una plataforma de despegue, así que le sumamos indicaciones a Lucía para que se acercara a interactuar. Cuando volvimos, miramos el material y nos gustó la imagen. Había unas situaciones que estaban muy bien. Después de cincuenta días de edición sin parar se llegó a un corte que, cuando lo empezamos a ver, vimos que podía tomar un sustento mayor. Y con lo del festival nos pusimos a rodar algunas situaciones para “falsear” y completar el ideal.

—¿Y cómo llegaron al Festival de Copenhague?

—MM: Mandamos un work in progress de 83 minutos el último día, antes de que cerrara la inscripción y sin mucha esperanza. A los pocos días me escribió uno de los programadores, diciendo que le había interesado pero que estaba desconcertado y a su vez maravillado. Ponía muchos adjetivos. Quedó en suspenso, pero vimos que había interés y eso sirvió como motivación para retomar lo que nos faltaba. Tratamos de condensar tiempo y cerrar cuanto antes esas ideas que veníamos trabajando. Desde entonces ha sido un periplo y a fines de febrero nos comunicaron que habíamos sido seleccionados.

—NL: Trabajamos en el Festi Freak (El Festival Internacional de Cine Independiente de La Plata), Marcos como programador y yo como productor, y tenemos una noción de cómo se manejan los festivales. Pero tuvimos mucha suerte, porque fue al primero que mandamos. Además, este año tiene esta nueva sección que se llama Next: Wave, y tiene que ver con los márgenes entre documental y ficción, y además para nuevos directores. La película entró muy bien en esa sección, que ni sabíamos que iba a existir.

—Lucía, ¿te imaginabas esto cuando comenzaste con los ejercicios?

—LC: No, recién ahora lo vemos como un método que funcionó. Ellos me pasaron referencias de películas que mezclaban realidad y ficción, que es el resultado que tenemos ahora. Después, surgió la posibilidad de ir a Mar del Plata y poner en práctica todo eso. El otro día me acordaba de que yo llegué a una reunión y me había olvidado las llaves adentro de casa. Llegué con ese problema, ellos se miraron y me preguntaron qué iba a hacer, y les dije que cuando volviera iría al cerrajero. Entonces me dijeron: “Bueno, dale, vamos con la cámara y filmamos”. Así fuimos generando un lenguaje. 

—¿Por qué el nombre?

—MM: Surgió en esos días de edición. El formato Hi-8 remite a los 90. Había una vestimenta vintage. Era medio atemporal lo que se generaba. Y además había una persona, uno de los músicos de Mi Amigo Invencible que tenía una remera que decía “1996 Lucky Strike”. Ahí elegimos el nombre.

El panorama del séptimo arte en la ciudad

Los realizadores del documental que viajará a Europa junto con su protagonista comentaron los pros y los contras de filmar en La Plata. Además, revelaron los costos que tuvieron que afrontar para concretar el sueño de producir esta opera prima. 

En la página de Facebook de 1996 Lucía y los cadáveres en la piscina  hay una lista infinita de agradecimientos, tanto a sellos discográficos, bandas y solistas como a personas que apoyaron la realización del documental. Pero, además, hay un trabajo de hormiga realizado por estos emprendedores artísticos de la ciudad, Marcos Migliavacca, Nahuel Lahora, y Lucía Cano, quienes le contaron a diario Hoy cómo se filma una película independiente, y la realidad con la que se encuentran los estudiantes de cine platenses.

 —¿Cuál fue el presupuesto que manejaron?

NL:—Comparado con cualquier tipo de proyecto cinematográfico, es ridículo. 

MM:—Prácticamente fue sin presupuesto.

NL:—Gastamos en la nafta, el hostel, las entradas al festival, lo que comimos y la videocámara, que la compramos cinco o seis días antes de grabar, más los cassettes. Lo más caro fue la cámara, pero solo fue un poco más de $1.000, porque es del año 1996.

—¿Cuáles son las dificultades de la realización audiovisual en la ciudad?

Todos:—¡Estamos demasiado cerca de Capital! (risas).

NL:—Y también de Mar del Plata, que tiene mucho presupuesto para cultura, por los museos y festivales. Se desbalancea un poco en desmedro de La Plata, que no está valorada como la capital cultural que se supone que es. Esto es también por cómo se relacionan las instituciones, quizá por el mismo contrapeso que generan Buenos Aires y Mar del Plata.

MM:—Tenemos una carrera de cinematografía, y como resultado de esa incubadora surgen muchos estudiantes que se abocan al estudio en sí mismo. Se desvía la energía hacia la facultad, que en realidad debería funcionar como complemento. Terminás la tesis y no hay nada más. Hay que moverse y salir a buscar para prepararse para el después.

NL:—Hay muy poca interacción con lo que hacen los estudiantes por fuera de la facultad. Se realizan experiencias interesantes que las autoridades ignoran. Hay un punto de desconexión que la administración debe solucionar para acercarse a todo eso que está sucediendo y capitalizarlo. La carrera de cine, como organizador del juego, debería aprovechar.

—Lucía, hay bastante teatro y muy poco cine en la ciudad. ¿Eso en la formación juega en contra?

—Hay muchos actores trabajando para los chicos que estudian cine, sumándonos a sus proyectos. Es lo que más he hecho. Ellos se conocían de la facultad, y a través del Festi Freak estaban haciendo un casting  para una película que no fue, pero que me brindó un montón de otros proyectos. Ahí nos conocimos con otra actriz, Yulissa Erretegui, con quien hice una obra de teatro y también empezamos a trabajar con otra chica para la tesis. Después surgió lo de los ejercicios. Así fue que comenzamos a probar. Estamos todos aprendiendo y lo veo como una suerte.

Elogios internacionales

En la reseña de la página del festival de Copenhague, los organizadores se deshicieron en elogios hacia 1996 Lucía y los cadáveres en la piscina. 

Entre las frases más halagüeñas se destaca el siguiente juego de comparaciones: “Es como si Richard Linklater conociera a Lisandro Alonso”, nombrando al realizador estadounidense de Boyhood y al director argentino que supo deslumbrar en festivales europeos durante este siglo, con películas como La libertad y Los muertos. 

Otro elogio fue: “Lucía es en definitiva un filme dedicado a la libertad artística, a la amistad y a la propia Lucía”. Maravillados con el formato VHS, van aun más allá y le siguen arrojando flores al decir: “Esta podría ser la mejor película casera del mundo encontrada en un mercado de pulgas, pero Marcos y Nahuel sabían lo que estaban haciendo”.

Para Marcos, uno de los directores, participar de este prestigioso evento significará aprovechar “la experiencia que podamos sacar. Habrá gente vinculada al festival de diferentes culturas y países, y el intercambio con esas personas va a ser interesante para encontrar un posible circuito de salas y otros festivales en el mundo”, reflexionó.

Noticias Relacionadas