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Twiggy, una artista de los años 90

En 1994 fue reconocida por sus éxitos como Bajo la luz de la luna y No está. Tras un período de descanso, regresa con canciones de su autoría que marcan una etapa de maduración artística

En una entrevista amena con este medio, Sandra Mariela Vázquez, conocida como Twiggy, relató cómo es su vida en la actualidad. La artista, tras terminar una relación de varios años y haberse quedado sin trabajo, se mudó a Río Negro, donde probó suerte.

Pasaron algunos meses  y se enamoró de Fernando Oliva, a quien conoció en la casa de un amigo en común. El flechazo fue inmediato y en menos de un año ya convivían. La familia se agrandó porque llegaron Galo y Arión, sus niños pequeños.

Ahora, trabaja en la difusión de su nuevo disco llamado He vuelto, que tiene catorce temas propios. Se encuentra realizando presentaciones por el interior del país en las que interpreta canciones del nuevo material y recuerda sus históricos éxitos.

—¿A qué se debe el apodo Twiggy?

—Mi papá empezó a llamarme así. A él le gustaba mucho la famosa Twiggy (N.d.R: cantante, modelo y actriz de los años 70). Fui creciendo y  él me decía: “Hija, sos igual a ella”. Cuando surgió la posibilidad de hacer un disco no tenía un nombre artístico, entonces propuse Twiggy y fue aceptado ampliamente.

—Los que te conocieron por la música no deben saber tu nombre real

—Mi abuela y mi mamá me llaman por mis dos nombres: Sandra Mariela. Mis amigos íntimos y los que fui haciendo a lo largo de estos años me dicen Twiggy. Y cuando tuve a mis hijos decidí ponerles un solo nombre, ¿¡para qué más!?

—¿Cómo está compuesta la familia que formaste?

—Mi esposo, y mis hijos Galo y Arión. Me siento una reina junto a ellos, aunque debo reconocer que hay que trabajar bastante para no pasar de ser una diva a una esclava de los chicos. Son muy desordenados.

—¿Dónde estás viviendo ahora?

—En la Patagonia, en Dina Huapi, a 16 kilómetros  de Bariloche. Hace diez años que me instalé ahí.

—¿A qué se debió la decisión? 

—Necesitaba hacerlo. Cambiar de aire, de gente. Mi mejor amigo vive ahí, me invitó a quedarme y probé, para no irme más. Sucedió que, apenas llegué, conocí a quien hoy es mi esposo y lo encaré. Formamos una familia y somos muy felices. Prioricé el perfil bajo y la privacidad.

—¿Qué es lo que más extrañás?

—A mis padres, hermanos y amigos. Soy muy unida a mis afectos y eso es lo que más me cuesta. Formé mi familia y tengo mi lugar en el mundo, pero aún así no dejo de extrañarlos nunca. La distancia es lo más difícil, además por los costos económicos uno no puede tomarse un avión a cada rato. Trato de organizar mis compromisos laborales en Buenos Aires, así cuando viajo puedo estar varios días.

—¿Tenés planes de regresar a Buenos Aires?

—Sucede que adoro la calidad de vida de este lugar, y que mis hijos crezcan en un contexto así es maravilloso. Salvo que tenga una propuesta laboral inigualable y deba mudarme, no creo que traslade todo.

—¿Elegiste ser cantante o este arte te encontró a vos?

—Las dos cosas. Era habitual en mi casa que todos cantaran. Desde chica me imaginaba que iba a dedicarme a esto, siempre sentí que la música ya venía conmigo.

—¿Cómo te descubrieron?

—Estaba con una amiga, cuya hermana grabó un disco para mi representante. La habíamos acompañado y faltó parte del equipo. Entonces  nos ofrecieron suplirlos, haciendo de coristas y bailarinas. En ese momento, nos tomaron unas pruebas y les gustó lo que hacíamos, nos ofrecieron grabar un disco. No entendía lo que estaba pasando. No podía creerlo.

—¿Qué tal te sienta la maternidad?

—Es un trabajo hermoso a tiempo completo. Me  gusta estar con mi familia, es decir mis hijos y mi esposo.

—Si no fueras cantante, ¿qué profesión hubieras elegido?

—Podría haber sido ambientalista, porque me gusta mucho la naturaleza. En un momento trabajé en una productora teatral y ahí me puse a estudiar peluquería. Me recibí y me encanta. Esta carrera (la de cantante) me permitió conocer todas las provincias y al público de cada ciudad.

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