La responsabilidad de los adultos en los juegos de los pequeños

Día del Niño: el desafío de acompañar a los chicos en la era de la tecnología

Según los especialistas, la clave radica en la “presencia responsable” de los adultos. En esta nota, hablan los que más saben sobre los pequeños: docentes, animadores infantiles y papás

Jugar, lo que se dice jugar, es algo que ni los adultos olvidamos cómo hacer. Por más que hayan pasado años desde el último contacto con una bolita, una muñeca o un Playmobil, si un niño se nos acerca y hace la oferta diciendo “¿querés jugar conmigo?”, somos capaces de volver a ser chicos, negociar reglas, disfrutar de la inventiva, ser felices en el mientras tanto, por más que tengamos una escoba y una sábana como únicos elementos disponibles. Pero hoy, con el desarrollo de la sociedad 3.0, los dispositivos tecnológicos han irrumpido en los hogares, y los adultos parecen haberse alejado de la responsabilidad que sugiere el momento del juego. Y muchos niños lo hacen solos. Con todo lo que eso implica.

En términos médicos, los dos primeros años de vida son un período sensible para el desarrollo del sistema nervioso y la construcción del psiquismo. A esa edad, el niño co­mienza a formar la percepción del mundo exterior, lo que requiere del vínculo directo con el adulto y su interacción. Al respecto, la psicoanalista Mabel Romero explicó a diario Hoy: “Esta etapa, en la que el niño comienza a nombrarse a sí mismo, a reconocerse como sujeto, es el tiempo más importante. El jugar será uno de los pilares fundamentales de toda la fase de socialización primaria, donde la presencia del adulto se vuelve imprescindible”. De esta manera, el acompañamiento durante el juego define las futuras posibilidades que tendrá esa “personita” en formación: “El niño va a desarrollar su humanización a partir de la respuesta que le dé el adulto en su subjetividad”, subrayó Romero.  

En la Argentina, 7 de cada 10 chicos de entre 4 y 5 años acceden a un teléfono o a una tablet, ya sea porque se los prestan sus padres o porque tienen un dispositivo propio, según lo revela una encuesta realizada en las principales ciudades del país por una consultora privada. Mayormente, los niños los emplean para entretenerse con videojuegos (un 56%) y, en menor medida, para escuchar música (un 32%) y ver clips o programas de televisión (un 10%).

Según estos datos, la convivencia entre el juego tradicional y el que proponen las nuevas tecnologías parece volverse dificultosa, pero no imposible. “Yo creo que un niño debe tener todas las posibilidades a disposición: contar con el rompecabezas y el cubo para encastrar, o con la oportunidad de compartir un momento fotográfico con un familiar, incluso de ver los dibujitos. Lo importante es la mediación del adulto”, precisó Romero. La participación de los padres, en este sentido, no sería a modo de imposición o de mera supervisión: “Como adultos, debemos aprender a acordar en el juego”, afirmó la especialista, y agregó: “Ponemos los límites en el uso de la tecnología solo si la incorporamos en la vida de nuestros hijos a modo de ofrecimiento, y no en exceso”.

Florencia Gamboa es animadora infantil desde hace 10 años. Durante su formación incursionó en el cine y, por eso, hoy disfruta de escribir los guiones de las obras científicas que les presenta a los chicos. Sí, ella es 

“Floriciencia” y, junto con cuatro artistas más, monta verdaderas experiencias de ciencia y diversión para distintos grupos etarios. Una gelatina que simula un moco, una burbuja gigante y una verdadera lámpara de lava son algunos de los desafíos que propone a los niños en los cumpleaños. “Tengo muy presente mi infancia, no corté con la niñez. Considero que, por más que varíe la época, lo que nos une a todos es el juego”, contó a este diario. 

En su oficio, dijo no encontrarse con la problemática de la “dispersión” de los chicos. “Lo importante es que participen. La ciencia es algo accesible si mostramos que es inclusiva”, expresó.

Además, Gamboa manifestó que el conflicto se advierte por lo general en los hogares: “Muchas veces nos volvemos a encontrar con los grupos que ya animamos y, cuando les preguntamos si pudieron hacer el experimento científico, casi el 80% nos dice que no porque sus papás no los dejaron. Me parece que eso simboliza la falta de tiempo de los adultos para compartir con sus hijos”.

La tecnología no es buena ni mala, es el uso que hagamos de ella lo que la cualifica, por lo que la responsabilidad recae sobre los adultos. Al respecto, Florencia manifestó: “Incorporamos la tecnología al juego, les pedimos a los chicos que una vez en su casa nos manden una foto de su experimento científico, no haciendo caritas o tirando un beso”.

Más allá de las pantallas: libros

En su libro Los chicos y las pantallas, la doctora en Comunicación de la Universidad de París, Roxana Morduchowicz, le pone números a esta era: “En las casas argentinas hay más pantallas que libros. En todos los hogares con niños y adolescentes hay televisión, un 70% tiene más de un aparato televisivo, y casi el 40% tiene computadora. En cambio, en cuatro de cada diez domicilios manifiestan tener pocos o ningún libro y un 40% compra diarios, pero solo una o dos veces por semana”, aseveró la autora. 

Este no es el caso de Laura Tejedor, docente y mamá de Viole (4) y Ramón (2), quien contó a diario Hoy que a veces como salida lúdica “lleva a su nena a la biblioteca o a la librería infantil”. Si bien Laura no se siente referente de nada, sostuvo que los chicos “suelen seguir el ejemplo de los adultos, yo leo mucho y mis hijos tienen dos espacios destinados a bibliotecas en mi casa”. Además recordó una anécdota: “El otro día Viole, que tiene todos los libros de la colección Antiprincesas, le pidió a su niñera jugar a ser Frida Kahlo y Violeta Parra, así que la disfrazó con flores en la cabeza y ella se puso a tocar con la guitarrita; se divierte de esa manera”.

Aunque Laura entiende el acceso a la tecnología como algo positivo, ella apuesta a la presencia y a la planificación de los momentos en que sus hijos se relacionarán con los dispositivos. “Ellos ven dibujos en momentos determinados, y el celular no se los presto por ahora. No hemos tomado una decisión de cuándo van a tener un teléfono, supongo que iré aprendiendo junto a ellos cuándo será”, dijo. “Pero no nos parece mal que tengan acceso. Es más: creemos que negárselo sería algo antinatural, hasta hipócrita, porque no-sotros usamos la tecnología”, agregó.

Así, la clave pareciera estar en la atención compartida, en la relación que se establece entre el adulto y el chico con ese objeto, ya sea una tablet o un juguete. 

Sobre el tema, Giselle Ucotich, que es maestra jardinera en el Jardín 969 de La Plata, precisó: “A veces llevo mi notebook al jardín para proyectarles una película infantil y ellos me piden jugar a algún videojuego, pero yo me niego, explicándoles que la peli es para enseñarles algo”. 

El rol de los educadores es fundamental en el desarrollo de la primera infancia, y totalmente conscientes de eso, los docentes buscan alternativas para sortear los usos y abusos de los avances digitales. 

“Por ejemplo en nuestra currícula incorporamos una materia que se llama Juegos Tradicionales, no solo para que puedan conocer algunos juegos que ya no se juegan tanto, sino también para hacer partícipes a los padres”, agregó la maestra. 

Además, enfatizó en que el pedido de colaboración con el grupo familiar del alumno es muy importante: “A veces les pido que busquen determinada información de un tema que vamos a tratar en la casa y se los mando en el cuaderno de comunicaciones. No solo es necesario que el adulto se comprometa en esta interacción didáctica-educativa con su hijo, además es obligatorio en este contexto de fuerte presencia tecnológica”, enfatizó.

La principal precaución que hay que tener en el uso de la tecnología es atender al modo en que los niños acceden a los dispositivos o se relacionan con las pantallas. Si el contenido es de calidad y se trata de un momento compartido, no hay ningún riesgo. Si en cambio el dispositivo se usa para resolver un conflicto, un berrinche o se transforma en una herramienta para salir de los problemas cotidianos, su uso es totalmente perjudicial.

Con todo, lo importante es el juego: un momento dedicado al acuerdo y el compartir. Y así, con tantos niños jugando, el mundo difícilmente se detenga. Feliz día.

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