Motocliclistas solidarios de la ciudad

Una historia de bondad que se mueve en dos ruedas

Un grupo de motociclistas de la ciudad, llamado Los Lobos, alberga gratuitamente en su emprendimiento a padres cuyos hijos están bajo tratamiento en el Hospital de Niños

Alguna vez, en su libro Los Ángeles del infierno, el célebre periodista Hunter S. Thompson describió a los motociclistas estadounidenses de la década del 60 como una banda de forajidos que generaban terror. Sin embargo, en La Plata, Los Lobos, un grupo de motociclistas que se formó hace tres años, solo saben sembrar bondad a su paso: trasladaron el espíritu de solidaridad que se respira en la ruta a la ciudad y montaron un albergue gratuito para padres que tienen a sus hijos en el Hospital de Niños.

Esta agrupación, que nació en Mercedes hace 20 años, en La Plata tiene sede desde 2014. Juan Pablo Alonso, más conocido como “Mono”, decidió alquilar una casa en 13 entre 527 y 528 para que allí funcionara un hostel para motociclistas que estuvieran de paso por la ciudad. Luego, el espacio devino en un albergue gratuito para los padres de chicos que están bajo tratamiento médico. 

“Las madres de los chicos suelen tener lugar en la Casa Ludovica, que funciona en paralelo al nosocomio, pero para los padres no había hospedajes disponibles. Nos pusimos en contacto con el Hospital para ofrecerle este lugar que hoy tiene doce camas, televisor, heladera, lavarropas y todo lo que necesiten para quedarse durante lo que dure el tratamiento”, explicó Alonso. 

Aunque luzca rudo y tenga rasgos serios, Alonso no esconde su lado sensible y su corazón de fierro. “Es todo apariencia. Estamos un poco estigmatizados, pero los motociclistas somos personas muy solidarias”, explicó.  

Orgullosos e independientes, Los Lobos no reciben donaciones, ni subvenciones de ningún tipo. El espacio se financia gracias a eventos y espectáculos musicales que se realizan en el espacio. “A veces no llegamos y tengo que poner plata de mi bolsillo, pero no queremos nada de nadie. A los que pretenden colaborar o darnos una mano, los invitamos a que vengan a servir o que se involucren participando”, dijo Alonso.   

A sus 50 años, el mentor de esta idea cree estar cumpliendo con un deber: “Lo hago porque hay mucha gente que lo necesita. Mi viejo fue un laburante muy solidario y creo que lo mamé de él. De chico fui atendido en el Hospital de Niños y esto también es una forma de devolver lo que hicieron por mí”. 

Como si la obra del albergue no alcanzara, cada quince días organizan almuerzos para niños carenciados de distintos barrios de La Plata: “La idea es hacerles pasar a los chicos un domingo distinto. Preparamos hamburguesas, papas fritas, obras de teatro y después los llevamos de nuevo a sus casas”, dijo Juan Pablo. 

Pese a que Alonso es la cabeza de este grupo, Los Lobos no podrían existir sin la permanente colaboración de “Lili”, “Fede”, “Moni”, “Dani”, “Ñoqui”, “Puertita”, “Chori” y Lucas. 

Con la satisfacción de estar ha­ciendo una obra de bien, dos veces por año sus ocho integrantes emprenden un viaje por Sudamérica, en el que hacen rugir los caños de escapes de sus motos, su verdadera pasión.

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