Cristina no sorprendió

En momentos en que el país se encuentra en default, poniendo en vilo a millones de argentinos que indefectiblemente se verán afectados por la profundización de la crisis, la presidenta Cristina Fernández ayer volvió a mostrar que vive en una irrealidad.

En mundo globalizado y capitalista, intentar hacer creer que no cumplir en tiempo y forma con los acreedores no es un default, como ayer lo hizo la primera mandataria, solamente puede ser producto de la ignorancia o de una maldad manifiesta.  

“No es que no le queremos pagar a los fondos buitre. Les ofrecimos entrar al canje, pero quieren la sentencia casi usuraria que les da más del 1600% de ganancias", lanzó la mandataria en el tramo más fuerte de su discurso que ayer fue trasmitido por cadena nacional, intentando responsabilizar al juez Thomas Griesa. Y agregó: "Ahora inventaron una nueva: el default selectivo. No existe. Impedir que alguien cobre no es default. Les dije que iban a tener que inventar una palabra".

Cristina y sus acólitos seguidores intentan imponer la lectura de que el fracaso en las negociaciones con los fondos buitres en Nueva York es una disputa en la que el gobierno está defendiendo los intereses del conjunto de los argentinos. Nada más alejado de la realidad: si hoy nos encontramos en default es por la incompetencia del elenco gobernante, que carece de materia gris y de contactos en los centros de poder internacional.

El mundo, y la realidad concreta, desmienten a Cristina. Por más giros gramaticales que quiera hacer la presidenta, la cesación de pagos es un hecho concreto. Y no se trata de algo imprevisto. Ya hace dos años, cuando los fondos buitres lograron embargar la Fragata Libertad en Ghana, estaba claro de que había que poner en marcha acciones decididas, enmarcadas en un plan previamente diseñado por equipos técnicos altamente capacitados, para no llegar a esta situación. Nada de eso se hizo, y ahora estamos pagando las consecuencias.

La Argentina, desde hace varios meses, está en recesión. Pero ahora, con la cesación de pagos, será imposible que aparezcan las inversiones que se requieren para poner en marcha el aparato productivo. Nadie, en su sano juicio, arriesgará su capital ante semejante incertidumbre. Y por eso ya se habla de una caída de 3 puntos en el Producto Bruto Interno, lo que se traduce en despedidos masivos, pobreza y marginalidad extrema.   

Lejos de intentar encontrar soluciones, Cristina decidió refugiarse en su núcleo duro, en la militancia rentada que le aplaude absolutamente todo porque le pagan para eso. Así fue como, luego de hablar por cadena nacional, la presidenta se apareció en los pasillos de la Casa Rosada y pronunció tres discursos diferentes, teniendo como auditorio a un conjunto de personas cuyos sueldos y planes sociales salen de los impuestos que pagamos todos los ciudadanos. “Nos quieren voltear porque volvimos a hacer un país viable”, tiró la presidenta, sin siquiera sonrojarse. Nada más alejado de la realidad. ¿Acaso un país con más de 35% de inflación puede ser viable? 

Asimismo, la retórica del discurso K se contrapone con lo que efectivamente se hizo en la mal llamada década ganada. El kirchnerismo es la gestión gubernamental que más deuda ilegal e ilegítima pagó en la historia del país. La propia presidenta lo reconoció ayer en su alocución: más de 190 mil millones de dólares desembolsaron para que muchos de los acreedores, que hicieron infames negociados en las últimas décadas a costa del hambre y el subdesarrollo del país, se llenaran los bolsillos. 

Todo el dinero que se malgastó en corrupción es lo que hace que la Argentina esté con la soga al cuello, siendo un país absolutamente vulnerable. Por ello, las decisiones de un simple juez de primera instancia de Nueva York hacen tambalear toda la estantería económica. 

Lo que se avecina, lamentablemente, no pinta para nada bien. Las situaciones de crisis económica siempre están acompañadas por un aumento de la violencia social, que ya se viene registrando con la ola de inseguridad que diariamente se cobra la vida de ciudadanos inocentes.

Esperemos que, en este mar de irracionalidad e impericia, aparezcan algunas luces que iluminen el camino. Lo positivo es que a este gobierno sólo le quedan 16 meses en el poder, tiempo suficiente para que comience a surgir una alternativa que nos saque del ostracismo.

Tenue aumento y falacias jubilatorias

Para intentar desviar el impacto del default, la presidenta Cristina Kirchner anunció, mediante la cadena nacional, una suba 17,21 por ciento para jubilados y pensionados partir del 1º de septiembre, lo que elevará la jubilación mínima de 2.757,13 a 3.231,63 pesos.

Los haberes para jubilados se ajustan dos veces por año, en marzo y setiembre, en virtud de la ley de movilidad jubilatoria puesta en marcha en febrero de 2009. Esta norma, impulsada por el kirchnerismo, implica que no se cumpla con el 82% móvil que garantiza la Constitución nacional. No se puede hacer debido a que el gobierno K ha vaciado la Anses, cuyos recursos fueron desviados para sostener un aparato político clientelar que nada tiene que ver con las necesidades de los jubilados.

Asimismo, no cumplir con el 82% móvil, llevó a que más de 600 mil jubilados hayan iniciado demandas judiciales para que se actualicen sus haberes, en función de lo que dice la Constitución y de lo que oportunamente estableció la Corte Suprema.

Que el 70% de los pasivos pasen a cobrar poco más de 3200 pesos en septiembre, nunca puede ser considerado un logro. Luego de toda una vida de trabajo, están condenados a seguir viviendo en la pobreza.

Noticias Relacionadas