Economías regionales: 900 mil empleos en riesgo

Eduardo Artero, productor del valle de Río Negro y Neuquén, aseguró  que la crisis es la peor de la historia. Casi la mitad de las peras y manzanas quedaron en las plantas y advirtió que de 60 mil hectáreas trabajaron solo en un tercio

La política económica del gobierno de Cristina Kirchner hace agua por todos lados. La inflación es un flagelo que lastima, pero los pymes y las economías regionales caminan hacia el abismo. En ese desesperante marco productores agropecuarios se declararon ayer en estado de "alerta y movilización" y reclamaron medidas para "compensar el atraso cambiario, revertir las altísimas subas en los costos de producción y reducir las excesivas cargas tributarias".

Así se informó tras la reunión de la Comisión de Economías Regionales de la CAME, que convocó a más de 300 dirigentes de 128 entidades. Durante ese encuentro, los productores aseguraron que hay 900 mil empleos en riesgo, y en muchas actividades ya se anticipa que este año "no se cubrirán los costos".

Eduardo Artero, ex presidente de la Federación de Productores de Fruta de Río Negro y Neuquén, habló con Hoy y brindó un panorama desolador. Dijo que “la mitad del valle está abandonado”, que “perdieron millones de dólares” y que “40 mil trabajadores se quedarán sin empleo”.

“En los últimos 8 años se desencadenaron una serie de hechos que nos llevaron a un caos total. El valle era único en el mundo y ahora pasamos a ser nada, estamos en proceso de desaparición, reducidos a una cosa insignificante a lo que éramos 30 años atrás”, describió Artero.

“¿Qué hay que cambiar? Hay que actualizar el atraso cambiario y bajar la presión impositiva. La fruticultura es una actividad donde el 70 por ciento del costo es mano de obra y de ese dinero el 70 por ciento se lo lleva el Estado con las cargas patronales, el SENASA y el IVA. Pareciera que todo el mundo quiere vivir a instancias de una manzanita o una pera y para el productor nunca queda nada”, agregó Artero.

Sin mercados dentro y fuera

La falta de competitividad en mercados europeos y en Brasil, el atraso cambiario del dólar, la inflación que hizo que los costos de producción se eleven cada vez más, provocaron que este año la fruta del valle de Río Negro y Neuquén se quedara en un 40 % en la planta, en los galpones o en los frigoríficos porque no se puede vender.

“Sin comercialización los problemas económicos se aceleran, no se les puede pagar a los empleados de los galpones, de las chacras, de los frigoríficos, de los camiones. Ellos están todos sin cobrar. Entonces tenemos un problema gravísimo en una de las economías regionales más importante del país”, indicó Artero. El productor señaló que “van a quedar muchos sin trabajo. Yo calculo que cerca de 40 mil personas quedarán sin empleo”.  “En la época de Menem los números apenas cerraban. Pero ahora se perdió, desaparecieron varios productores. De 60 mil hectáreas que hay solamente se trabajan en 20 mil y con una perspectiva totalmente desoladora”, concluyó Artero.

Una cadena comercial muy distorsionada

Las entidades adheridas a CAME solicitaron ayer "compensaciones por el atraso cambiario que resta competitividad y mercados a muchos sectores agropecuarios".
Durante la reunión, "los productores advirtieron sobre la necesidad de mejorar la distribución de la renta hacia el interior de la cadena, donde la brecha entre el precio que recibe el productor por sus productos y lo que paga el consumidor en góndola llega a superar el 1500%, generando una enorme distorsión en la cadena comercial", advirtió CAME.

Como medidas urgentes, los productores regionales solicitaron reducir cargas laborales a las producciones regionales, eliminar el impuesto a los débitos y créditos, agilizar la devolución de IVA y reintegros a las exportaciones, morigerar los costos de producción crecientes, "que vienen subiendo muy encima de los precios promedio de la economía, como agroquímicos y fertilizantes, material de trabajo como es un utilitario, fletes, y hasta los precios del gasoil".

Ausencia de un plan consistente

Sin rentabilidad latente,  lo que ha hecho el productor o el industrial es poner el freno de mano, esperando a ver qué es lo que va a suceder en las elecciones nacionales y ver qué es lo que van a decidir las nuevas autoridades económicas.

Osvaldo Salomón, jefe comunal de la localidad santafesina de Chabás, le aseguró a Hoy que “a pesar de haber una cosecha récord de soja, los costos han aumentado empujados por la inflación, haciendo que se reduzca en forma considerable la rentabilidad de los pequeños y medianos inversores”.

Para quien fuera compañero de fórmula de Miguel del Sel en las elecciones del año 2011, “existe en el campo argentino una sensación de incertidumbre y malestar que frena las inversiones. La realidad de las economías regionales es muy complicada, con un alto parate en las industrias y en el campo, que han hecho que merme la capacidad productiva y el trabajo, complicando de sobremanera la actividad”.

En el mismo sentido se expresa Daniel Acef, asesor económico de Coninagro, quien en diálogo con Hoy aseveró que “la inflación es el peor impuesto para el asalariado y sobre todo para el asalariado que tiene el porcentaje más alto de sus salarios para la compra de alimentos, y esto se nota de sobremanera en el interior del país, donde las economías regionales están siendo demacradas con este accionar”.

Según el economista, “lo que está ocurriendo es que hay una falta de inversión del empresariado, no hay una seguridad jurídica, no hay parámetros económicos confiables, no hay financiamiento, hay una remarcación muy fuerte en el tema de los precios en mucha mercadería, hay imposibilidad de exportar e importar, que junto con el atraso cambiario, hace un cóctel explosivo que puede estallar en cualquier momento”.

Esta crisis en las economías regionales no hace más que dejar al descubierto la falta de un plan consistente por parte del gobierno nacional, que no hace más que pensar en el día a día, sin ofrecer a la ciudadanía un plan a largo plazo, tapando pequeños baches, sumergiendo al país cada día un poco más cerca del abismo.

Citricultores al borde del nocaut

Los productores de naranjas y mandarinas trabajan a pérdida. Ya tiraron toneladas de frutas en las rutas y dejaron de comercializar una semana, pero el Gobierno Nacional hace oído sordo

Otra de las economías que atraviesa una profunda crisis es la que produce citrus en Entre Ríos y Corrientes. Los números no cierran por ningún lado y  ya tiraron toneladas de naranjas en las rutas y hasta dejaron de comercializar durante una semana para hacer sentir su reclamo.

El presidente de la Federación del Citrus de Entre Ríos (FECIER), Dante Grigolatto, advirtió que "hace tiempo venimos reclamando medidas urgentes, para revertir la situación de nuestras economías regionales, en especial de la citricultura, ya que representa el sustento de miles de familias desde los productores, trabajadores y otros servicios".

Desde Fecier se pidió que el Gobierno Nacional "atienda el reclamo de los citricultores, que en la coyuntura deberá ser un aporte económico, para paliar en parte las enormes pérdidas por cada kilo de fruta cosecha, y luego establecer condiciones de largo plazo, que esta actividad necesita por las condiciones del cultivo".

En este contexto, alertó que "está en juego la supervivencia de miles de puestos de trabajo. Está en las autoridades ahora dar repuestas a los pedidos realizados".

Uno de los reclamos es la distorsión en la cadena comercial. Es que los productores cobran entre 0,30 y 0,70 pesos el kilo de naranja al salir de la chacra, mientras que los consumidores la pagan entre seis y diez pesos en las góndolas de los supermercados y verdulerías en las grandes ciudades.

“Estamos fuera del juego”

Grigolatto, en diálogo con Hoy, describió la alarmante situación que padece el sector. “El atraso cambiario golpea a la rentabilidad. Los insumos los pagamos al precio del dólar blue y tenemos que vender al del precio oficial. Además, para exportar, tenemos que pagar aranceles del 16 por ciento, y eso nos deja fuera de juego con competidores de otros países”.

El presidente de Fecier explicó que “estamos cansados de advertir al Gobierno esta situación. Los números no cierran.  Por los precios en el mercado,  casi no conviene trabajar, porque los costos superaron lo que se paga por la fruta".  Y explicó que “la crisis en el sector responde a que no se logró un mercado extranjero para colocar el producto, lo que provocó una sobreoferta de naranjas en el mercado interno, lo que deprimió notablemente los precios”. “Fallan en las negociaciones y dejamos de exportar a Brasil y Estados Unidos. Mientras tanto, cruzando el río, los productores de Uruguay no paran de vender a esos países”, se quejó el dirigente.