27 entre 74 y 75

Dogo atacó a un cartero en Altos de San Lorenzo

El perro lo lastimó en brazos y piernas. Su dueño se hizo responsable por el hecho

Un dogo argentino atacó ayer por la tarde a un empleado del correo Andreani, llamado Pablo Bancalari, mientras entregaba correspondencia en una casa situada en 27 entre 74 y 75, en el barrio Altos de San Lorenzo.

Según comentaron testigos del hecho, el perro embistió y comenzó a morder al hombre de 31 años, ocasionándole heridas en distintas partes del cuerpo. Ante la situación, vecinos del barrio asistieron al agredido, hasta que el personal policial decidió trasladarlo al Hospital San Martín, donde fue dado de alta tras ser supervisado por los médicos de guardia.

Según explicó a este diario el dueño del animal, quien no estaba presente durante el ataque, “mi cachorro de un año y medio se puso posesivo con mi hija de ocho meses y pensó que el cartero le quería hacer algo. Lo atacó cuando mi mamá abrió la puerta, forcejeó y se le escapó”.

Además, el responsable por el ataque explicó que su madre cayó sobre su esposa, que llevaba en brazos a su hija, y que ambos terminaron golpeados. “No me gusta la situación”, agregó el hombre, quien además posee dos ejemplares más de la misma raza.

“Por lo que vi, el cartero tenía una mordedura en el brazo y otra en la pierna. Lo lastimó bastante. Me hago responsable, porque los perros son míos. Nunca salen a la puerta”, concluyó.

Detrás del carácter

Un reciente estudio realizado en Inglaterra asegura que la conducta agresiva de un perro se debe, en gran medida, a la conducta agresiva de su dueño, independientemente de la raza a la que pertenezca.

El objetivo de este estudio fue analizar la conducta agresiva de las mascotas, en diversos contextos, para identificar los factores de riesgo. A través de una encuesta realizada a 4.000 dueños de perros, los científicos encontraron que el carácter del propietario era determinante en el grado de agresividad de su mascota, sin importar la raza a la que pertenecía.

Según los datos recabados, los perros entrenados con castigo y refuerzo negativo tenían el doble de probabilidades de gruñir o morder a los extraños, y tres veces más probabilidades de ser hostiles incluso hacia los miembros de la familia. La mayoría de los caninos no mostraron agresión en todos los contextos, lo que sugiere que este comportamiento es una respuesta apren­dida en lugar de una característica intrínseca a la raza.