ENTREVISTA EXCLUSIVA

La Corte de Faraón: una zarzuela que no pierde vigencia

De la mano del Teatro Argentino, el Coliseo Podestá pondrá en escena este clásico irreverente que plantea una fuerte crítica moral. En esta nota, todos los detalles

A poco más de un siglo de su estreno, con música de Vicente Lleó y libro de Guillermo Perrín y Miguel de Palacios, el próximo miércoles 29 y jueves 30 de marzo, a las 20, el Teatro Municipal Coliseo Podestá abrirá sus puertas para presentar la zarzuela (forma de música teatral o género musical escénico surgido en España) La corte de Faraón, una producción que llevó a cabo el Teatro Argentino con puesta en escena de Carlos Iaquinta

De tono irreverente y con una fuerte crítica a la moral y a la política de la época, La corte de Faraón supo cautivar al público madrileño que colmó la sala del Teatro Eslava, desde su estreno el 21 de enero de 1910, durante más de 760 representaciones en forma ininterrumpida. 

Con la osadía de retomar el propósito de sus geniales compositores, satirizando el rol de los medios en la vida pública, su relación con el poder y el manejo discrecional de la información, el Teatro Argentino pondrá en escena esta pieza, aclamada en su época.

“La corte de Faraón es una adaptación, una resignificación, de una obra que fue escrita e interpretada en 1910, en una España turbulenta, sembrada por una gran crisis económica. Fue considerada como una obra chica porque no tenía un gran despliegue, contaba con pocos recursos económicos y era breve, para poder realizar varias funciones en un solo día”, explicó a este medio Carlos Iaquinta.

—¿Qué trabajo hiciste con la puesta en escena de esta pieza teatral?

—La puesta en escena original logró imponerse y tuvo un éxito enorme porque se tomó como argumento un relato bíblico como lo es la historia de Casto José, el hijo de Jacob. A esta historia se la adaptó a las circunstancias políticas que sucedían en Madrid de aquel entonces, es por ello que su contenido es picaresco y tiene alusiones a la sexualidad, un tema que siempre fue reprimido en todas las épocas, aunque se lo trata con buen gusto y refinamiento. Es por ello que se habla de la castidad de José y de la imposibilidad del general Putifar de concretar su matrimonio. 

En definitiva, tomé esta zarzuela que tiene una gran vigencia en la actualidad y que puede resignificarse. La adaptación contemporánea que pondremos en escena agrega una crítica a los medios de comunicación. No hacia aquellos que cumplen seriamente su noble tarea, sino a los que bastardean a la profesión o que solo buscan un rédito económico, un punto de rating, entre otros. Se debe saber que inescrupulosos hay en todas partes. 

—¿Cómo se adapta la obra a nuestros tiempos?

—La obra alude a un fenómeno que ocurre en todo el mundo que es la mezcla entre la farándula y la política. Es un suceso muy llamativo, porque cambiaron los paradigmas. Antes la farándula era meramente eso, un libertinaje, y la política estaba orientada a la gente al servicio de lo social. El hombre que hacía política era muy serio. 

Con el tiempo, la política se transformó en una forma de vivir, de subsistir económicamente. Antes, sus referentes terminaban la gestión y se iban a sus casas, a ejercer otros trabajos, pero hoy se reciclan y, aunque no sean oficialistas, siguen estando en algún lugar. Según mi opinión, esta cuestión no le hace bien a la sociedad: es por ello mi crítica a que los medios de comunicación buscan la primicia a cualquier costo y que los hombres buscan llegar a la política de una manera fácil para usufructuarla. Esta es la lectura que puede apreciarse en mi adaptación. 

“El artista debe saber cuál es el fuerte que lo hace brillar”

Desde muy chico, Carlos Iaquinta decidió dedicarse a las artes escénicas y comenzó a hacer teatro vocacional. Luego, integró la compañía de teatro independiente Ciudad de La Plata junto a su gran amigo Mario Castiglione, quien saltó a la fama con I Medici Concert y fue, entre otras cosas, esposo de Moria Casán.

Gracias a su participación en el Coro Estable del Teatro Argentino, Carlos fue encontrando en la ópera un costado del teatro que le interesaba explorar. Actualmente produce y actúa en diversas piezas teatrales en el mentado establecimiento.

“En 1993, me adentré en el mundo de la zarzuela cuando pusimos en escena La verbena de la Paloma en el viejo teatro Roma de Avellaneda. Un año después pasé al Avenida, donde integré una compañía que era mitad argentina y mitad española. Hicimos una infinidad de obras y múltiples funciones. Fue un tiempo maravilloso. De esta manera, continué dedicándome a la zarzuela, que es un género que amo aunque no sé bien porqué, pues no tengo nada que ver con España en mis raíces”, afirmó Iaquinta a diario Hoy, durante un descanso de los ensayos de la obra La corte de Faraón que estrenará la próxima semana en el Coliseo Podestá.

—¿Cuál es tu mirada sobre la escena teatral actual?

—El teatro sigue creciendo vertiginosamente en función de muchas cosas: cambios de paradigmas, buenos dramaturgos y una escuela maravillosa de formación actoral en la Argentina. Hay viejos y nuevos intérpretes que son talentosos. Buenos Aires es una ciudad que ofrece una variedad increíble de espectáculos. Es una de las capitales del mundo que más propuestas ofrece, desde grandes producciones, hasta obras del under que también son muy valiosas.

El arte teatral creció y, cuando existe presupuesto, pueden anexarse grandes tecnologías que permiten hacer musicales y puestas en escena de excelencia. A esto se suma un grupo de gente que está por fuera del escenario, pero en constante convivencia con el mismo. Esto lo quiero destacar porque en nuestro caso, en La corte de Faraón, y en todos los espectáculos que se hacen dentro del Teatro Argentino, lo que sube al escenario, desde el mínimo detalle de utilería, el gran vestuario, la escenografía y las esculturas, está creado por los profesionales de la casa. Según mi opinión, esto es un patrimonio increíble que tenemos.

—¿Qué es lo que no puede faltar en tus puestas? 

—Qué difícil. Realmente me gustaría hacer una puesta que no sea comedia, pero siempre me voy hacia ese género. Tenía un gran amigo que ya no está, llamado Jaime Bauzá, que fue director del Teatro Argentino, muy conocido en La Plata, que me decía: Sabés las veces que quise escribir y siempre me voy para el lado del humor. Esto es realmente así, porque cuando pienso y redacto algo en serio rápidamente se me va para el lado del humor, porque es algo inherente a mi vida. Lo insólito es que no soy un tipo de buen humor porque, a veces, me levanto atravesado, no festejo muchos chistes, pero me puede este género porque como cantante y actor siempre hice cosas humorísticas. Por otra parte, es importante tener una aspiración a la excelencia, después Dios y los críticos dirán.

—¿Tenés alguna recomendación para las personas que comienzan en la actuación?

—A cualquier artista, sea plástico, músico, actor o cantante les diría que no se queden solo con los talentos naturales. Estos son un gran patrimonio que debemos apreciar, pero hay que tener en cuenta que parte de nuestro éxito se debe al estudio, al esfuerzo y a la perseverancia. No hay que dejar nada librado al azar. El artista debe manejar su seducción y saber cuál es el fuerte que lo hace brillar. Ahí está la clave.

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