Lobos y Chirola, “los viejitos” que le cambiaron la cara al equipo

Gimnasia no jugaba bien y, para quedarse con los tres puntos, Gustavo Alfaro mandó a la cancha a los volantes de 35 y 38 años, respectivamente. Además, lo definió Licht, de 35

La emoción de Luis Alberto Lobos, papá del volante albiazul, en la platea principal fue el fiel reflejo de lo que se vivió en la tarde de ayer en el Bosque. Llanto, alegría y la sensación de sueño cumplido fue lo que generó, no solo el ingreso de Lucas a los diez minutos del segundo tiempo en reemplazo de Daniel Imperiale, sino también el rendimiento que mostró para colaborar con un triunfo trabajado. 

Es que Gimnasia, para sacarse de encima a un rival incómodo como este Huracán de Ricardo Caruso Lombardi, tuvo que recurrir al buen pie pero sobre todo a la experiencia. Y así lo ganó. De la mano de Lucas Lobos (35 años), Chirola Romero (38) y Lucas Licht (35), el elenco de Gustavo Alfaro cortó una racha de cuatro partidos sin victorias en el torneo local.  

El volante nacido en el barrio de Olmos se movió por izquierda. En los minutos que le tocó jugar demostró que la calidad está intacta y hasta se animó a dar una mano en la recuperación de la pelota. 

Chirola ingresó por Vegetti en el arranque del segundo tiempo y, además de aportar equilibrio, fue quien asistió a Ibáñez en la jugada que derivó en el penal. A propósito de la pena máxima, quien se hizo cargo fue otro experimentado y especialista en la materia: Lucas Licht. 

El capitán de 35 años tomó la pelota, y, como siempre, esperó hasta último momento para decidir en qué palo colocar la pelota. Al notar que Marcos Díaz, arquero del Globo, no se movía, eligió el poste izquierdo del golero para sellar el triunfo.  

El podio albiazul 

Más allá del buen rendimiento de los “viejitos”, en el podio imaginario se ubicaron Franco Niell, Luciano Perdomo y Maximiliano Coronel. El Enano fue el jugador más desequilibrante. En los peores momentos del partido, cuando el ritmo era cansino y lento, el delantero generó las mejores acciones. Por su parte, el juvenil fue el “patrón” en la mitad de la cancha. Recuperó infinidad de pelotas, cortó el circuito de juego y cerró bien los espacios. Por último, el defensor tuvo una tarde sin fisuras. No es casualidad que desde que recuperó la titularidad, tras la operación de meniscos, la defensa recuperó la solidez. 

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