Después de cortar una racha negativa y superar a Gimnasia en el clásico platense, el Pincha atraviesa una semana especial: sin competencia oficial por el calendario electoral, el equipo de Domínguez aprovecha el envión anímico para enfocarse en el tramo final del Clausura.
La victoria en el Clásico Platense no solo significó ganarle al rival de toda la vida. Para Estudiantes de La Plata fue un golpe de autoridad, un desahogo y una bocanada de confianza en el momento justo. El 2-0 sobre Gimnasia en UNO cortó una racha de diez partidos sin convertir más de un gol y lo dejó puntero en su zona, con grandes chances de meterse en los playoffs y asegurar presencia internacional para el próximo año.
El calendario le juega a favor: debido al parate por las elecciones nacionales, el Pincha no tendrá competencia el próximo fin de semana y recién volverá a jugar en la primera fecha de noviembre. Eso significa dos semanas completas para trabajar con tranquilidad, recuperar jugadores y consolidar la idea de juego tras una etapa de altibajos.
El equipo de Eduardo Domínguez había atravesado un tramo duro en el Clausura, con empates y derrotas que lo alejaron de la cima y con un bajo nivel de efectividad frente al arco. El último partido con dos goles o más había sido en la fecha 5 ante Banfield, hasta que la dupla ofensiva Cetré–Carrillo volvió a encender a UNO con goles, festejos y abrazos.
El clásico también sirvió para recomponer el vínculo con la gente, que colmó las tribunas y vivió una de las grandes fiestas albirrojas del año. El propio Domínguez lo había reconocido tras el partido: “Estamos muy contentos. Es ganar el clásico, tener la felicidad de nuestros hinchas. Tuvimos el control del partido y era importante volver a ganar”, dijo en conferencia de prensa.
Con tres fechas por delante, Estudiantes sabe que depende de sí mismo para asegurarse un lugar entre los ocho mejores y volver a meterse en la Copa Sudamericana. El triunfo ante Gimnasia no solo fue un resultado, fue una señal: el equipo volvió a creer.
El parate no será un freno, sino una oportunidad para reforzar convicciones. El Pincha quiere llegar afilado al sprint final, con su gente entusiasmada y la ilusión de cerrar el año a lo grande. Porque cuando se gana un clásico… todo se ve distinto.