Claudio Tolcachir: “Habrá que encontrar la manera de resistir y de no perder tanta tarea realizada”
El actor, director y dramaturgo analiza el presente del trabajo y reflexiona sobre el momento de embate a la cultura.
Desde este jueves y por doce únicas funciones, se presentará Rabia, basada en la novela de Sergio Bizzio, con la adaptación de Mónica Acevedo, María García de Oteyza, Lautaro Perotti y Claudio Tolcachir, en Timbre 4 (CABA), con funciones de jueves a domingos.
La obra es protagonizada por Tolcachir y la dirección está a cargo de Lautaro Perotti y Tolcachir, con quien hablamos para conocer más de este proyecto y de Mejor no decirlo, en el que dirigirá a Mercedes Morán e Imanol Arias.
—¿Cómo te estás sintiendo con la gira que está haciendo Rabia y su desembarco en breve en Timbre 4?
—Todo Rabia es un enorme sueño que se va cumpliendo y adaptar esta novela de la que soy fanático, trabajar de vuelta con Lautaro Perotti, en este caso, él dirigiendo con Mario Teisa y Mónica Acevedo, armar un equipo de trabajo que durante meses hizo la adaptación y luego el montaje, todo ese proceso fue muy a nuestra ley, digamos. Como nosotros queríamos. Entonces, por supuesto, estrenar en España también es una novedad, porque en general es al revés: nuestros proyectos empiezan en Argentina. Así que volver a Mar del Plata e ir a Mar del Plata con Rabia, que fue el lugar donde empezó también la primera gira de Timbre con Jamón del diablo, en el teatro Auditorium mismo, el poder ir con mis hijos fue muy emocionante. Lo mismo Montevideo, que es una ciudad a la que fueron todas mis obras. Así que hay como una historia con el público que es muy bella y son muy amables siempre, muy atentos. Y obviamente ir a Timbre, que es mi casa, literal, y con mis compañeros y mi familia en la platea va a ser algo muy fuerte. Así que te diría que es cumplir algo muy deseado y muy profundo que se trabajó a tracción a sangre y ahora lo estamos disfrutando.
—¿Cómo fue el proceso de adaptación de la novela y debutar, justamente, en la tarea?
—Fue un proceso muy placentero porque fue grupal y cuando algo es grupal, me funciona mucho mejor. Me inspiro y me siento más atravesado y más cómodo cuando algo es grupal. Al mismo tiempo fue un proceso lleno de incertidumbres, porque realmente no sabíamos cómo se hacía, qué destino final iba a tener, si estaba bien el camino que estábamos tomando. Así que por momentos nos repartíamos cada uno, éramos cuatro con Lautaro y María, y nos repartíamos los capítulos. Del mismo capítulo, cada uno hacía su versión y al encontrarnos se producía como un debate sobre lo que cada uno había elegido, lo que cada uno había dejado afuera. Por supuesto, después elegir el punto de vista, como contarlo te diría que fue un proceso muy de prueba y error. Yo probaba todo lo que me decían también, lo que a mí se me ocurría, descartábamos, tomamos rumbos equivocados, volvíamos a cero. Fue un trabajo arduo, pero así son las cosas cuando realmente es un trabajo creativo, que uno no sabe cómo se hace y lo tiene que descubrir. Y por suerte desde que empezó a venir público confirmamos que lo que nos pasaba a nosotros con el cuento y con la historia y la propuesta, le pasaba a la gente, y eso fue como un enorme estímulo, sentir que el público vivía el mismo viaje que vivíamos nosotros y que vivo yo desde el escenario.
—En un momento tan difícil para la cultura argentina, donde si bien los teatros se llenan, la actividad está siendo amenazada, ¿qué reflexión hacés sobre los ataques y mala información alrededor de ella?
—La cultura, la ciencia, la educación, las cuestiones climatológicas, de la medicina, todos estamos sufriendo el mismo embate de vaciamiento, de desprecio, de abandono. Me sale hablar solo de la cultura cuando está pasando en todos lados, el teatro va dejando poco a poco, ya era una tarea de riesgo y poco a poco se va volviendo en una tarea imposible. Ya ni siquiera depende del sacrificio o de la voluntad, sino que se vuelve algo irrealizable. Siempre seguirá la lucha, pero estamos en frente de gente con una enorme ignorancia, con muchísimos prejuicios, sin ninguna preparación, que tiene un concepto de almacén, que no tiene un concepto de Estado o de responsabilidad social. Y, bueno, el dolor más profundo es que los votos, por más de que la gran cantidad de gente sabe hacia dónde esto puede ir, la gente desencantada, frustrada, o muy triste, o muy engañada, votó algo que les va a producir mucho dolor y que va a hacernos retroceder mucho tiempo. Habrá que encontrar la manera de resistir y de no perder tanta tarea realizada.
—Estás con Rabia, pero en breve comenzarás los ensayos de Mejor no decirlo, que estrena el 22 de marzo en el Paseo La Plaza (CABA), ¿qué expectativas tenés con el proyecto?
—Con Mejor no decirlo, mucho placer. Porque Mercedes es una actriz y una mujer que yo adoro. Imanol, también, es un actor con quien yo trabajé hace mucho en una película que se llamaba Buenos Aires me mata, y es como un sueño trabajar con él en Paseo La Plaza, que es un lugar, que yo quiero mucho y todo el equipo artístico que se conformó. Así que un placer. Yo creo que vamos a compartir una obra que a la gente le va a hacer bien, se va a divertir, le va a estimular la cabeza a partir del sentido del humor. Siempre es un placer.
—En este caso volvés a trabajar con Mercedes Morán, pero generalmente reincidís en los proyectos con actores, autores, actrices, ¿es clave para vos este punto?
—A Mercedes la considero familia, amiga, inspiración, así que de alguna manera te diría que cuando un proyecto viene de la mano de ella, me lanzo sin medidas, sin fijarme nada, es por el hecho de estar juntos. Me encanta repetir con actores, me encanta esa cosa grupal o familiar que te decía. Aunque obviamente siempre es hermoso también descubrir actores que tal vez no conozco, o aquellos a quienes admiraba y tengo el privilegio de golpe, como Imanol, de poder dirigir. Pero sí, yo creo que la tarea de la del director es de cómplices, un cómplice que trata de sacar lo mejor del otro, de abrir puntos de vista, abrir puertas, de ayudar a sacar de la obra lo mejor de cada actor, de la escenografía, de las luces, del sonido, todo lo mejor para que sea el puente con el espectador. Y en esa tarea estoy, y por supuesto, cuando son actores talentosos y además, buena gente y queridos, entonces, ideal.
—Protagonizaste Pivier, la serie, ¿qué podés adelantar del proyecto? ¿Tenés idea de cuándo la veremos?
—Con Nicolás Tuozzo dirigiendo, la verdad que fue muy divertido hacerlo y me encanta actuar. Me encanta tener directores, meterme en aventuras. No sé cuándo se estrenará, pero ojalá pronto porque creo que es un trabajo que está hecho con mucho cuidado y con mucha dedicación.
—La última, has sido convocado para dirigir e interpretar piezas claves de la dramaturgia internacional, ¿tenés el sueño de poder concretar alguna que aún no se haya realizado aquí y que te gustaría hacer?
—Tantas, todas. Lo que pasa es que hay veces que hay obras que uno le encantan, pero que por ahí no es el momento de hacerlas socialmente, o por ahí uno siente que hay que encontrar una forma novedosa de hacerla para que sea interesante vista hoy. Pero sí, me encantaría hacer todo Lorca, todo Tennessee Williams, todo Arthur Miller, me encantaría Edward Albee, me encanta Shakespeare. Nunca me animé, pero me quedo con la propuesta de pensar qué clásico se puede hacer de una manera en que tenga sentido compartirlo con el mundo de hoy. Ahora estoy enfocado en la escritura también, en las adaptaciones. Y eso creo que es una tarea interesante, porque es material nuevo que uno aporta al circuito y por más que den más miedo, es interesante hacerlo, pero bueno, después de escribir siempre necesito un poquito de dirección, que es un poquito más relajado que la tarea de escribir.