Cuando la capacidad de observar es imaginar

A través de la técnica representativa del teatro ciego, el grupo artístico Ojscuro interpretará La isla desierta, uno de los clásicos de Roberto Arlt, en una innovadora performance

Corría el año 2000 cuando José Menchaca emprendió la difícil tarea de crear el grupo Ojscuro, para llevar a cabo una obra artística con un innovador procedimiento. Se trata de la técnica del teatro ciego, cuya principal característica es la ausencia absoluta de luz e iluminación. A través de aromas, sonidos, texturas y otros recursos, se estimulan los otros sentidos del espectador, como el oído, el tacto y el olfato. De esta manera los relatos son creados a través de nuevas herramientas, aumentado el poder de imaginación de los presentes. 

La formación de la compañía no fue una tarea sencilla porque debía integrar actores ciegos y videntes. Así fue como José encontró un espacio ideal en la biblioteca para ciegos. Allí conoció a varios intérpretes y el lugar se convirtió en un rincón para ensayar La isla desierta, la pieza de Roberto Arlt que hasta el día de la fecha presentan en diferentes espacios culturales. 

En la actualidad, todos los sábados de marzo, con funciones a las 20 y 22, los integrantes de Ojscuro desplegarán sus interpretaciones en la ciudad de las diagonales en el Teatro Estudio, calle 3 nº 386 entre 39 y 40.

A través de una charla cálida y amena con este medio, Menchaca se expresó sobre el trabajo que lleva a cabo con el elenco conformado por Eduardo Maceda, Francisco Menchaca, Laura Cuffini, Verónica Trinidad, Marcelo Gianmarco, Mirna Gamarra, Juan Mendoza, Mateo y Andrés Terrile, y Jesús Igriega.

—¿Cómo fluía la energía entre ustedes en los primeros ensayos?

—En lo que a mí respecta, fue una experiencia de aprendizaje total. Y para los chicos también, porque comenzaron a actuar y a moverse. Antes habían incursionado en el teatro leído, pero lo hacían sentados. En cambio, en esta nueva situación los actores debían moverse y manejar una serie de objetos que relacionan la práctica con el radioteatro, ya que hay que producir determinados sonidos en escena. Así que no solo debían interpretar un texto sino también manipular objetos. Fue una experiencia enriquecedora y una especie de juego para todos. Estamos muy enfocados y divertidos haciendo nuestro trabajo.

—¿Qué es lo que no puede faltar en las presentaciones de Ojscuro? ¿Cómo es el entrenamiento previo?

—Todo lo que son sonidos y aromas. Con respecto al sonido, no me refiero al texto sino a la escenografía sonora. A través de diferentes herramientas buscamos estimular a los espectadores. Además, las ganas de jugar no pueden estar ausentes. Hemos incorporado títeres lumínicos fluorescentes que aparecen en la mitad de la obra y son accionados por los actores. 

La preparación consiste en ir al lugar de la presentación un rato antes de la función. Cada uno debe organizar los objetos que utilizará, que ya están predestinados para cada uno. Luego se realiza un reconocimiento del espacio para que los actores no videntes estén al tanto de cómo es el lugar, lo recorran y toquen, que es su forma de apreciarlo. Tenemos como parámetro común que vayamos donde vayamos sabemos cómo nos vamos a mover y qué espacios ocuparemos, para no equivocarnos.

Antes de cada presentación nos reunimos y nos damos fuerza. Nos contagiamos la energía para que salga una buena función pero no tenemos ninguna cábala en especial.

—¿De qué manera es recepcionada la obra por el público?

—Antes de iniciar la función, nosotros nos ponemos en fila india, tipo trencito, de ocho o diez personas y la locomotora es uno de los actores. Este es el encargado de introducir al público a lo que será la antesala del espacio ciego donde transcurre la obra. A partir de ese momento es que comienza la experiencia. 

Los espectadores tienen que tocarse entre los hombros y se inicia este juego. La oscuridad genera sensaciones infinitas. En estos 17 años no dejamos de hacer funciones y nos vieron más de 200. 000 espectadores. Cada uno tiene su propia experiencia. Algunos se divierten muchísimo, otros participan y cantan al finalizar la obra. También están los que se sienten temerosos y se ponen duros. 

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