Lady Gaga recuperó sus bulldogs robados
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Tras un 2020 complicado en lo profesional y en lo personal, el artista brilla en dos obras que lideran la recaudación en la cartelera porteña.
28/02/2021 - 00:04hs
El multifacético Roberto Peloni es el gran protagonista de las obras Te quiero, sos perfecto, cambiá y A chorus line, ambas con dirección de Ricky Pashkus.
La primera puede verse miércoles, jueves y sábados, y la segunda puede verse viernes, sábados y domingos en el emblemático Teatro Maipo de CABA. Diario Hoy dialogó con el actor para conocer más detalles de su vida y los espectáculos.
—¿Cómo viviste el parate del año pasado?
—Fue complejo, fuerte. Estaba con Don Gil de las Calzas Verdes, en el siglo de oro trans para el Teatro San Martín, estrenamos en febrero en el Teatro de la Ribera y luego íbamos a estar dos meses en el Teatro Regio. Hicimos la primera parte en el teatro de la Boca, con mucho éxito, entradas agotadas casi todas las funciones, en una plaza retirada del circuito, prometía un gran éxito en el Regio. Llegamos a hacer un ensayo en escenario, y luego se decretó la cuarentena. Primero quince días, y después se pasó casi todo un año. El teatro se suspendió por completo, lo que hacía en televisión en La Peña de Morfi se volvió muy complejo, preparado desde casa, vía Skype o Zoom, sin saber cuándo salías, el delay hacía complejo hacer humor.
En lo personal en agosto falleció mi mamá, no por coronavirus, pero sí por la pandemia y situación, no pudo aguantar tanto cambio. Es un momento donde la cabeza tiene pruebas todo el tiempo. Yo lo viví como una guerra, siendo consciente de algo que mundialmente impone un antes y un después.
Traté de no mantenerme quieto, a pesar de estar encerrado, hice mucho ejercicio en casa, yoga, espectáculos por streaming, que me dieron lugar a las necesidades expresivas que tenía. Hice mi primer streaming para El Picadero, con Pablo Gorlero también hice algo, sumé participación en una obra del Teatro Nacional Cervantes y un ciclo de conciertos en el Teatro Astral con Rimas Producciones. Y en diciembre recibí la propuesta de hacer A chorus line y Te quiero, sos perfecto, cambiá.
—El parate rindió sus frutos…
—Sí, la gente está disfrutando mucho los espectáculos donde la música está presente, y donde el contacto actoral, de lo que puede requerirse en el teatro, se adecua a las necesidades de distanciamiento y demás. Fue un año en el que tuve un encuentro conmigo mismo muy fuerte, y a pesar de estar sobrevellevando una situación compleja, la autogestión movió la rueda y hoy soy un privilegiado de estar con dos espectáculos. En A chorus line interpreto al director y trabajo desde un palco viendo la platea, y es una fiesta, que es lo que el musical despierta, mientras que en el caso de Te quiero…, está la risa, también la música.
—Pero además son obras que reflexionan sobre vínculos y humanidad…
—Claro, en Te quiero…, se habla de eso que se derrumbó, la familia, el estándar de lo convencional, de alguna manera se aborda algo que está como en cuestionamiento en este tiempo, y en A chorus line, siento que hay algo elevado con la libertad del baile y la expresión artística.
—¿Tenés otros planes para este año? Tiene que estrenarse La sombra del gato, de José Cicala, en donde tenés un papel…
—Todavía está todo muy incierto. Seguiremos con las dos obras. Están por salir Sola y La sombra del gato, de José Cicala, y filmé su tercera película Ahora John Lennons. Estuvieron esperando el mejor momento para estrenar, pero la pandemia retrasó todo. Ojalá alguna salga, al menos dos de las tres, seguro. Y después la verdad esperando que el año me sorprenda, porque no sé cuánto se puede planear a largo plazo.
Tengo pendiente Santa Evita, la serie. Calculo que en abril se retoma, quedó pendiente del 2020. Tengo ganas de seguir trabajando en proyectos audiovisuales, estoy preparando un unipersonal inspirado en la astrología. Aún lo estamos creando sin apuro, sin fecha y trabajando en eso. Trabajar para mí es vital, es una época de nutrirse, requiere esta época de mucho de uno, estar blando, flexible, incorporar nuevos hábitos, dejé de fumar, algo que me parecía difícil en otro momento, pero dentro de tanto cambio, que fue mucho, me mudé, me separé, me quedé sin plata, me endeudé.
Cambió todo tanto, y de una manera tan drástica, que decidí cambiar la alimentación, dejar el cigarrillo, entre otras muchas cosas. Así me mantuve en 2020 y hoy soy un privilegiado que en un rato de ficción puedo estar sin barbijo y jugar.
Peloni ha participado en las más importantes producciones locales del género.
—¿Cuándo descubriste tu pasión por las obras musicales?
—De adolescente. Empecé a estudiar en la Escuela Municipal de Lanús y a los 18 conocí algunas cuestiones del género, y en 2001, donde hubo un boom, una época convulsionada económicamente, pero con una cartelera donde estaba Mi bella dama, Los miserables, 101 Dálmatas, Grease, y hubo algo que me atrajo. Creo que da muchas posibilidades imaginativas, es algo que cuando lo conocí me conmovió, me divierte cómo cuenta una historia, sus posibilidades de avanzar, en una canción podes contar el paso del tiempo muy asimilable, es una convención muy concreta, con una magia muy efectiva y divertida de hacer.
Empecé a estudiar en la escuela de Julio Bocca y Ricky Pashkus, a quien considero un gran maestro, y tengo la suerte una vez más de hacer A Chorus Line y Te quiero, sos perfecto, cambiá, con él, me siento a salvo, porque él me formó. Ahora los musicales se pusieron en auge nuevamente, no con la producción desmedida de 2001, ahora a pérdida, pero con otras ganancias.