A un mes de su apertura virtual, así funcionan las librerías de La Plata

“Estamos acostumbrados al cara a cara, a escuchar al cliente, a que nos pregunte y pida recomendaciones. Eso se cortó un poco” coincidieron los libreros.

La semana del 13 de abril, a través de un Decreto de Necesidad y Urgencia, las librerías recibieron la buena noticia de que podían retomar la venta de libros exclusivamente bajo la modalidad de entrega a domicilio.

En diálogo con diario Hoy Viva el libro, Rayuela y Malisia trazaron un mapa del libro en la ciudad durante este tiempo de aislamiento.

“El período de cierre se vivió con mucha angustia y preocupación por no saber si íbamos a poder resistir” contó María Rosa
Bordagaray, socia fundadora de Rayuela. Luego del decreto, dijo: “Solo una parte de los 14 empleados volvió a la librería. Otro grupo, desde casa, contestaba Facebook, Instagram y correo electrónico. Los que estábamos adentro teníamos que ordenar el caos que habíamos dejado: libros reservados, pedidos nuevos, compras por la web y la atención del teléfono y del Whatsapp. Nos costó acomodarnos”.

Sobre la atención virtual María Rosa explicó: “Es rara, porque nosotros estamos acostumbrados a la atención cara a cara, a escuchar al cliente, a que nos pregunte y pida recomendaciones. Eso se cortó un poco”.

Por su parte, Federico Dabat de Viva el libro nos contó: “La experiencia del encierro había sido tan dura que volver a entrar en contacto con otra gente fue una decisión familiar muy difícil”. A medida que pasaron los días y que aumentaron las deudas de la librería, no quedó otra que volver: “No es tan fácil como parece, por las distancias y porque todo el tiempo que uno está haciendo delivery es un tiempo que no está trabajando en lo que trabajaba antes. Es quitarle horas al trabajo del librero” afirmó.

Agustín Arzac, en tanto, explicó: “Desde Malisia venimos trabajando de una forma a la que no estábamos acostumbrados, pero nos adecuamos rápidamente: las entregas a domicilio. Es difícil porque se requiere un gran trabajo de redes y de inmediatez. Y se pierde todo lo que tiene una librería: el contacto humano, la recomendación, recorrer tapas, charlar de libros”.

¡Traeme algo para leer: no doy más!

Ni bien se liberó el trabajo vía internet de las librerías, llovieron los pedidos: “Hubo clientes que nos decían basta de virtualidad, quiero tener un libro en la mano, o traeme algo para leer: no doy más, necesito despejar la cabeza, nos pedían novelas gordas, de esas que no se acaban. Policiales, novelas románticas. Y muchos libros para los más pequeños” relató María Rosa.

Durante este período de aislamiento, Agustín Arzac señaló: “Las consultas son muchísimas porque con internet uno tiene un minuto a las doce de la noche y manda un mensaje. Se trabaja las 24 horas, más que con horarios comerciales”.

Aunque el delivery habilitó una opción muy importante para el sector, los números están lejos de ser lo que eran. Con esta modalidad, reveló Federico Dabat, que puede soñar con alcanzar un 30% de la facturación. Lo que no es para nada sostenible. “Me alcanza para pagar los gastos de la librería: no voy a tener un sueldo pero me contento con no cerrarla”, dijo.

“A pesar de todo hay un optimismo que nos caracteriza a los que hacemos esto, porque no pensamos en el mundo del libro como algo para hacer negocios” concluyó Dabat.

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