Cuando París se quedó sin gatos por culpa de una superstición medieval

Con el tiempo, la superstición perdió peso y los gatos volvieron lentamente a la vida urbana.

Interés General

25/11/2025 - 22:38hs

Durante buena parte de la Edad Media, los gatos —sobre todo los negros— fueron víctimas de una superstición que los asociaba con la brujería y el mal. La situación llegó a tal extremo que, en varias ciudades europeas, incluida París, la población felina cayó drásticamente debido a persecuciones organizadas y rituales que hoy resultan incomprensibles.

Los registros históricos indican que, entre los siglos XIII y XIV, se realizaban quemas públicas de gatos en fechas festivas. El motivo era una mezcla de temor religioso, creencias populares y la idea errónea de que los felinos eran “espíritus malignos” o cómplices de la brujería. Crónicas parisinas de la época describen que, en ciertas celebraciones, se encendían grandes hogueras donde se arrojaban animales como parte de un espectáculo multitudinario.

Las consecuencias fueron visibles: la ciudad quedó prácticamente sin gatos durante largos períodos. Paradójicamente, esa ausencia favoreció la propagación de roedores, especialmente en zonas densamente pobladas. Algunos historiadores sostienen que la disminución de la población felina contribuyó indirectamente a la expansión de enfermedades transmitidas por ratas, entre ellas la peste bubónica, que golpeó con fuerza a Europa en el siglo XIV.

Con el tiempo, la superstición perdió peso y los gatos volvieron lentamente a la vida urbana. La Ilustración y los avances científicos ayudaron a derribar mitos y a reconocer su importancia en el control de plagas. Para el siglo XVIII, el gato ya estaba rehabilitado socialmente y había recuperado su lugar como animal doméstico.

Hoy, la persecución medieval a los gatos se considera un ejemplo extremo de cómo las creencias populares pueden influir en la vida cotidiana y hasta alterar el equilibrio de una ciudad.

Noticias Relacionadas