El 95 % de los argentinos conservó alguno de los hábitos creados por la pandemia

Cuatro de cada diez argentinos ya no comparte la bombilla del mate desde que llegó la Covid-19, según una consultora privada. Puño, barbijo y por qué sostenemos estas nuevas costumbres.

Readiness Global, una consultora privada, difundió resultados de una encuesta realizada entre 400 personas de 25 a 60 años del país, a las que les pidió que eligieran los tres hábitos y costumbres adoptados en la pandemia que todavía implementan. La gran sorpresa fue que solo el 5 % dijo ya no practicar ninguno.

Las normas sanitarias son recomendadas por el Ministerio de Salud nacional, pero son los gobiernos provinciales los que tienen la última palabra. Además, desde el punto de vista médico se sigue recomendando tomar recaudos contra el coronavirus. “Creo que es una buena práctica no compartir mate y sobre todo ahora que estamos nuevamente en una ola pandémica de Ómicron BA.5, que es una variante de alta transmisibilidad que elude el sistema inmune”, aclara el infectólogo Roberto Debbag, presidente de la Sociedad Latinoamericana de Infectología Pediátrica (Slipe).

Algunos números y los por qué de los nuevos hábitos

De los 400 encuestados, el 56% aseguró que usa barbijo en espacios cerrados, como colectivos, cines, oficinas, aulas o comercios.

El 43% afirmó seguir usando alcohol en gel con regularidad, casi a diario. Otro 40% no comparte mate y el 38% ya no saluda más con un beso: lo hace con el puño o simplemente diciendo “hola”.

“Un hábito es una conducta y se instala mediante algo que se llama refuerzo, que es cualquier elemento que haga que aumente la posibilidad de que una conducta ocurra. Hay refuerzos que permiten acceder a un premio y otros que se relacionan al miedo a un castigo, como una multa, por ejemplo. Con la Covid-19 el miedo a la muerte propia y de los afectos fue un refuerzo tremendo”, explica Martín Wainstein, director de la carrera de Especialización en Psicología Clínica con Orientación Sistémica de la Facultad de Psicología de la UBA y agrega “es muy diferente lo que implican en el intercambio de significados en la interacción”.

En el caso del barbijo, algo perteneciente al mundo médico, el hábito llegó atado fundamentalmente a través de la necesidad de cuidarse del coronavirus, pero al mismo tiempo también se difundía el mensaje “de cuidar a los demás, de la cultura altruista, y nada menos que a los niños y a los ancianos, que son muy importantes en los valores sociales” dice Wainstein.

El barrio

Diario Hoy salió a entrevistar dos lugares en los cuales el tacto y el intercambio (en este caso de mate) estaba muy presente: una clínica privada, sobre la calle 63, a poco de la 137, y un taller mecánico cercano a los viejos talleres.

En la clínica, la recepcionista llamada Celeste dijo que “tan solo para entrar se solicita barbijo y usar alcohol en gel, que lo tenés en la puerta. Todas las consultas, de cualquier especialidad, en todo momento paciente y doctor, con barbijo. El saludo es sin contacto, mas allá de un puño”.

Por su parte, Carlos, dueño del taller mecánico, se sinceró y marcó: “Mate ente nosotros tomamos. Somos cuatro y todos familiares. No convidamos mate y decimos por qué, algunos clientes te tiran la bronca igual, pero no pasa nada”. “Y con el saludo no tenemos problemas, estamos siempre sucios, nadie te va a dar la mano. A lo sumo golpeás codo con codo”, concluyó.

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