El Censo a través de las décadas: el registro de los cambios en la sociedad

En poco más de dos siglos de independencia, se realizaron 10 censos: el primero en 1869 y el último en 2010. Según los especialistas, sus preguntas “proyectan una imagen de cómo se autopercibe la sociedad en un determinado momento”.

Además de las mediciones objetivas a lo largo de la historia argentina, los censos también “proyectan una imagen de cómo se autopercibe la sociedad en un determinado momento”. De acuerdo a la opinión de los especialistas, este año inaugurará un cambio de paradigma con el censo “de derecho” (un operativo bimodal porque el cuestionario se podrá responder al censista en el domicilio pero también en línea) y la incorporación de preguntas sobre autorreconocimiento indígena o afrodescendiente y una tercera pregunta sobre identidad de género.

En 212 años de vida como nación independiente, en la Argentina se realizaron 10 censos: el primero en 1869 y el último en 2010. La información suministrada por el censo del bicentenario es la que será actualizada este año, dos más tarde de lo previsto como consecuencia de la pandemia por coronavirus. “En general, con la implementación de los censos se busca recabar información sobre las demandas de la población y para eso, más allá de conocer cuántos somos necesitamos saber dónde vivimos habitualmente porque es allí donde esta población requiere energía, escolaridad, atención de la salud”, explica Gladys Masse, directora nacional de Estadísticas Sociales y de Población del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).

El primer relevamiento universal y simultáneo de la población argentina inauguró una modalidad que perduró hasta 2010, que es la del “censo de hecho”, es decir, la de registrar a la población en el lugar donde se la encontró. El mayor tiempo transcurrido entre una medición y otra fue de 33 años y se dio entre los censos de 1914 (3º) y 1947 (4º), un período impensable en los tiempos que corren.

Los primeros censos nacionales no fueron anónimos -como serían en general desde 1960 en adelante-, ya que consignaron con nombre y apellido las respuestas a solo ocho preguntas: edad, sexo, estado civil, nacionalidad, provincia de nacimiento, profesión u oficio y analfabetismo así como “condiciones especiales de la población”, que aludía entre otras cosas a discapacidad, sobre la que no se volvería a preguntar hasta 2001.

En cambio en el de 1869 no se registraron los rasgos étnicos de los censados de los que sí habían dado cuenta los relevamientos coloniales; un aspecto que será retomado recién a partir del noveno censo y como parte de una “etnitización” de estas mediciones basada ya no en la percepción del censista sino en la autopercepción del encuestado o encuestada.

“Los empadronamientos coloniales daban cuenta de la diversidad étnica porque se tomaba la raza como una variable a relevar”, observa Masse. “Pero con la independencia y los ideales de igualdad y fraternidad heredados de la Revolución Francesa, ya no se buscó medir la heterogeneidad sino mostrar esa imagen de homogeneidad de toda la población en un momento de gestación y conformación explícita del Estado nacional”, finalizó.

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