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El hombre que quiso hacer explotar la luna

El matemático norteamericano Alexander Abian, en la década del 90, propuso cambiar el orden en el sistema solar. Aún hoy se sigue discutiendo si es un loco o un genio.

Interés General

31/10/2025 - 00:00hs

Tres teoremas matemáticos llevan su nombre, es profesor titular de la cátedra de matemáticas en la Iowa State University. Su planteo es que “durante cinco mil millones de años, el hombre ha sido esclavo de la misma órbita terrestre. Y no existe razón alguna para creer que esta órbita sea la mejor”. En 1992 publicó un artículo en la revista científica Omni proponiendo hacer explotar la Luna para que los terrícolas dejamos de sufrir temperaturas extremas.

Su objeto desmesurado en formulado en términos sencillos: reorganizar el universo. En enero del 90, en una carta dirigida a los científicos mundiales más eminentes, Abian propuso modificar el sistema solar, cambiar la órbita y la inclinación de la tierra, para que el planeta diera vueltas más redondas –en sentido literal- y se libre de las fuertísimas variaciones climáticas producto de los irregulares parámetros cósmicos. Según el científico la inclinación de la tierra es responsable de la distribución desigual de los rayos solares. Desigualdad que crea diferencias de temperatura sobre los distintos puntos del globo provocando ciclones y tornados devastadores. “Sufrimos así, al menos dos o tres tormentas ciclónicas por año. Y es esta inclinación la que, en gran parte transformó un quinto de las tierras en desiertos áridos y otro quinto en bloques de hielo”.

La Tierra gira sobre sí misma sobre un eje inclinado de 23,5 grados en relación a la perpendicular de su plan orbital alrededor del sol. Lo que Abian propuso es reducir este ángulo para que en la tierra reine una suerte de primavera permanente que nos proteja de las catástrofes y desastres ecológicos. Para ello es necesario utilizar la Luna.

Abian señala que hay cinco modos de concretar su propósito, todas referidas a nuestro satélite natural: 1) Utilizar la luna como estación de control; 2) Cambiar su órbita modificando la distancia que la separa de la Tierra; 3)Reducir parcialmente su masa; 4)Quebrarla en varios pedazos; 5) Hacerla caer entera o por partes en el Pacífico cerca del Polo Sur.

Inevitablemente parece una locura. Como si fuera fácil maniobrar un cuerpo de 3.400 kilómetros de diámetro que, aunque sea 81 veces más liviana que la tierra, pesa 74 trillones de toneladas. Abian propone dispararle con todo el arsenal nuclear de que se dispone en la tierra –de esa manera, también se evitaría el suicidio de la humanidad por medio de una guerra nuclear-. Los 348.000 kilómetros que nos alejan de la Luna nos protegerían de las radiaciones.

La comunidad científica, casi en bloque, desestimó la propuesta. ¿Y si los fragmentos cayeran a Tierra?¿Pensó en todas las consecuencias posibles? ¿La modificación de las corrientes oceánicas? ¿La desaparición de las mareas lunares?. El astrónomo francés Robert Mochkovitch le salió al cruce diciendo: “No se trata de hacer cualquier cosa con la órbita terrestre. Tenemos muy buena suerte de estar sobre la que estamos. Un poco más cerca del sol estaríamos todos calcinados, un poco más lejos todos congelados”. Bruno Sicardy, del Observatorio de París, fue más lejos al reclamar que Abián sea internado en un manicomio. Fundamentó científicamente su sugerencia: “Es un completo delirio. Este pobre hombre es la vergüenza de la Universidad de Iowa. Hay que saber que un asteroide de 10 kilómetros puede destruir Francia y que la Luna tiene 1.700 kilómetros de radio. ¿Imaginan lo que podría pasar?”

Por su parte, Jan Kadrnoska, astrónomo de Praga, apoyó la tesis de Abian con cálculos precisos: “Estoy del lado del profesor Abian, pienso que podemos cuestionar no sólo la aceptación inmemorial de la disposición del sistema solar, sino también los postulados de base como, por ejemplo, la validez de la ley de Newton o la representación copernicana del sistema solar. Está demostrado que los asteroides podrían ser instrumentos para producir cambios orbitales. Así el impulso inicial necesario para una modificación del eje de la Tierra podría ser suministrado por el impacto de un cuerpo artificial. El cambio de eje podría ser medible en un período de aproximadamente diez años”.¿Sabio loco o loco a secas? La ciencia y el tiempo responderán esta pregunta.

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