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El legado cinematográfico del Che Guevara

La figura de Ernesto Guevara fue inspiración para numerosas películas de muy diferentes abordajes estéticos e ideológicos.

El extremista -pues pasó de un extremo ideológico a otro- Mario Vargas Llosa, quien en los años 60 consideraba que el Che era la encarnación del ser humano que vendría, en los 90 celebraba que ninguna de las ideas del Comandante quedara en pie. Ernesto Guevara de la Serna provenía de una familia de clase alta, jugaba al rugby, se recibió de médico, recorrió en moto toda Latinoamérica, fue médico en un leprosario de Perú, con 81 revolucionarios más viajó a Cuba en un destartalado yate -el Granma- para liberar a una patria que no era la de él, fue director del Banco Nacional de Cuba y luego ministro de Industria, se unió a la guerrilla congoleña para luchar por la independencia de ese país africano, y por último creó una guerrilla en Bolivia con el sueño de expandir la revolución hacia el sur del continente. No es extraño que una vida así, tan signada por el riesgo y la aventura, atrajera la atención de Hollywood.

Entre las muchas películas que tienen como protagonista al Che, figuran la que Steven Soderbergh estrenó en 2008: Che (El Argentino), película filmada en dos partes que suman más de cuatro horas, en la que el Che está interpretado por Benicio del Toro. La primera parte reconstruye la revolución cubana desde su gestación en México en los años 50 hasta la batalla de Santa Clara, rematando con la entrada triunfal de los revolucionarios en La Habana. En la segunda parte, se trata la partida del Che a Bolivia, con la intención de “encender la llama revolucionaria” en América del Sur.

La primera película sobre el Che es de 1968, filmada al año siguiente de su ejecución en Bolivia. Fue una producción italiana que tuvo en el papel protagónico al actor español Francisco Rabal. Aún no se habían publicado los Diarios del Che en Bolivia, y la información con que se contaba por entonces era muy fragmentaria y contradictoria. El único basamento que tuvo el guión fueron las noticias periodísticas.

Al año siguiente se filmó Che, una película con Omar Shariff en el papel de Ernesto Guevara y Jack Palance en el de Fidel Castro. El crítico cinematográfico norteamericano Roger Ebert la describió así “en la película hay abundante evidencia de que a nadie relacionado con este pescado podrido le importaron un comino el Che Guevara, Castro, la Revolución Cubana o nada que requiriera más de cinco segundos de reflexión”.

En 1997, Juan Carlos Desanzo -director que junto a Pino Solanas, Octavio Gettino y Gerardo Vallejo había formado parte de Cine Liberación-, filmó Hasta la Victoria siempre, una coproducción cubano-argentina, que reflexionó sobre la violencia en la lucha política. Posteriormente, el autor del guión, José Pablo Feinmann, haría una adaptación teatral bajo el título de “Cuestiones con el Che Guevara”, obra que sería interpretada por Manuel Callau y Arturo Bonín.

No todas fueron ficciones las que se le dedicaron al Che Guevara, sino que también, como es lógico, hubo varios documentales de distinto calibre. Uno de ellos fue realizado por Miguel Pereira, el jujeño que dirigió La deuda interna, con la que ganó el Oso de Plata del Festival de Berlín.

Gael García Bernal se puso dos veces en la piel del Che. La primera, en Fidel, un telefilm inglés, dirigido por David Attwood, de 2002, en la que el personaje de Guevara es lateral ya que la primacía de la trama la tiene Fidel Castro. En cambio, en Diarios de motocicleta, del brasileño Walter Salles, el Che está en la centralidad del relato. Es quizá la más lograda de todas las películas que se le dedicaran. Robert Redford fue el productor ejecutivo, y la banda sonora fue compuesta por Gustavo Santaolalla. Cuenta los viajes de juventud de Ernesto Guevara -antes de ser el Che-, la experiencia de recorrer Latinoamérica con los ojos bien abiertos, junto a su Alberto Granado -interpretado de manera muy celebrada por Rodrigo de la Serna-.

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