Indicaron cuáles son las diferencias entre el hambre real y el emocional

Especialistas acuñaron el concepto de “hambre emocional” para caracterizar la conducta de las personas que recurren a la comida como vía de escape ante una situación de estrés.

Comer en forma continua pequeñas cantidades de dulces, hidratos de carbono y grasa, o levantarse a medianoche para revolver en la heladera son algunos de los actos que para los especialistas constituyen el “hambre emocional”. Es un concepto que caracteriza la conducta de las personas que recurren a la comida como vía de escape ante una situación de estrés emocional.

La idea hace referencia a cuando comemos por las emociones, según lo definió la médica clínica y especialista en nutrición del Hospital Italiano de Buenos Aires, Analía Yamaguchi, para quien existe un hambre real y otro emocional. “El primero es un proceso fisiológico que aparece lentamente y, luego de comer, desaparece. El segundo, en cambio, aparece de manera brusca y, en general, es selectivo hacia alimentos ricos en azúcar, hidratos de carbono y grasas. Es un proceso mental y emocional”, dijo.

Por su parte, Laura Oliva, especialista en nutrición clínica y experta en enfermedades metabólicas, comentó: “Fue a partir de la publicación en 2021 de un estudio sobre la Fenotipificación de la obesidad, realizado por el gastroenterólogo ecuatoriano Andrés Acosta, de la Clínica Mayo, que el concepto hambre emocional adquirió una entidad objetivable”.

“Si antes se aludía al apetito y se lo relacionaba a ciertos disparadores o gatillos, como la alegría o la tristeza, es a partir de esta clasificación de las obesidades que empezó a hablarse de los comportamientos alimentarios. Estos son: el comportamiento hiperfágico, cuando no podemos dejar de comer; el comportamiento hedónico, relacionado con el placer; y el hambre emocional, asociado al estrés y a las emociones”, argumentó Oliva.

Ignacio Porras, licenciado en Nutrición y presidente de la Fundación Sanar, reflexionó: “Lo que llamamos hambre emocional es el síntoma de aquellas personas que canalizan el estrés a través de la comida”.

Porras observó: “Las personas no solamente comemos cuando tenemos hambre; a veces lo hacemos sin tener apetito o, en ocasiones, nos privamos de comer a pesar de tenerlo. Esto lleva a la generación de trastornos en la conducta alimentaria”.

“Nos relacionamos en forma permanente con la comida al estar inmersos en un sistema alimentario que promueve distintos consumos que van confeccionando en cada persona un patrón alimentario propio, ya sea por las experiencias previas, por el acceso a los alimentos o no, por la identificación cultural, y por cuestiones del entorno y el ambiente que pueden disparar situaciones de ansiedad en algunas personas”,explicó Porras.

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