Cultura

Joaquín Areta, el poeta que Néstor Kirchner rescató del olvido

Era muy lector, escuchaba a Alfredo Zitarrosa y a Chico Buarque, y era fanático de Estudiantes de La Plata. Trabajaba en una fábrica y vivía en una pequeña casa de un barrio obrero. Le gustaba escribir.

Joaquín Areta nació el 15 de agosto de 1955 en Monte Caseros, Corrientes. Era el cuarto varón de seis hermanos. A los 13 años, junto con parte de su familia, se trasladó a nuestra ciudad, haciendo sus estudios secundarios en el Colegio Nacional.

En 1973 empezó sus estudios en la Facultad de Medicina de la UNLP. Un año después, formó pareja con Adela Segarra. Con ella pasa a la clandestinidad en 1976. En diciembre de 1976 murió combatiendo su hermano Jorge Ignacio. Un año después, nació su hijo, al que le puso el nombre de su hermano asesinado. El 29 de junio de 1978 fue detenido en Capital Federal por un “grupo de tareas” de la Dictadura, y encerrado en la ESMA. Tenía 22 años.

Era muy lector, escuchaba a Alfredo Zitarrosa y a Chico Buarque, y era fanático de Estudiantes de La Plata. Trabajaba en una fábrica y vivía en una pequeña casa de un barrio obrero. Le gustaba escribir.

En el año 2010, sus poemas, escritos en una libreta roja, con letra cursiva y chiquita, fueron reunidos bajo el título Siempre tu palabra cerca. Su hijo estuvo muy cerca de la edición, cuidando amorosamente cada verso: “Desde que tengo memoria hubo una Libreta roja con poemas escritos por mi papá. Desde que tengo memoria, la Libreta roja fue custodiada por mi mamá. Ella se encargó de transcribir y mecanografiar algunas de estas poesías”.

En 2005, la lectura en un escenario de uno de sus poemas hizo que el nombre de Joaquín Areta sonara por primera vez para muchos. Néstor Kirchner supo de esa libreta y leyó el poema Quisiera que me recuerden, en la apertura de la Feria del Libro. El poema termina diciendo: “Quisiera que me recuerden junto a la risa de los felices, la seguridad de los justos, el sufrimiento de los humildes. Quisiera que me recuerden con piedad por mis errores, con comprensión por mis debilidades, con cariño por mis virtudes. Si no es así, prefiero el olvido, que será el más duro castigo por no cumplir mi deber de hombre”.

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