La historia de la familia platense que restaura y cuida los relojes de la ciudad
Una pasión que no se detiene con el tiempo. Sin recibir nada a cambio, se ocupan del mantenimiento y el funcionamiento de los más emblemáticos, como el de 137 y 60 o el de la Estación de Trenes.
Una familia platense y un amor infinito por los relojes, a los cuales restauran y mantienen vivos; porque, como afirma Iván Valentini, uno de los protagonistas de esta historia, los relojes le “traen vida al lugar”.
Iván tiene 38 años y trabaja como maquinista de trenes en Cañuelas, mientras que su hermano Juan se desempeña en la estación de La Plata. Los trenes, al igual que los relojes, mueven las agujas de una rutina donde hay tareas que se deben llevar adelante para que todo funcione a la perfección y nada quede fuera de tiempo. Junto a ellos, la infaltable colaboración de Miguel, el papá de ambos.
Según contó Iván, en 2009, cuando trabajaba en la estación de trenes de la ciudad junto a su hermano, comenzó la tarea de restaurar el reloj que se encuentra en el primer piso del histórico lugar de 1 y 44.
“No había nada en ese momento, estaba todo vacío ese primer piso. Es una oficina central importante que estaba en abandono total en ese momento. Nos pusimos a arreglarlo. Fabricamos una máquina, mandamos a hacer los engranajes. Lo fabricamos de cero porque no había nada, era una máquina y mandamos a tornear parte de los engranajes, que viene a ser la relación entre las agujas del minutero y el horario. Todo voluntariamente. Mi viejo, mi hermano y yo. Mi hermano ahora se hace cargo del reloj, porque yo trabajo en la estación de Cañuelas”, detalló.
El primer segundo
Sobre cómo nació su pasión por los relojes, sostuvo: “Un poco porque nos gustan las antigüedades; y aparte yo estudié al modo antiguo, empecé estudiando cuando iba a la primaria. Estudiaba por correo, con esas publicaciones que salían en la revista Patorucito. Estudiaba relojería. Como nosotros comprábamos antigüedades, empezamos a comprar relojes. Los desarmaba, me ponía un poco autodidacta; así hasta que me puse con relojes grandes, relojes de pared. En el 2009 ya tenía mucha idea. Mis primeros suelditos eran reparando despertadores viejos”.
En cuanto a los instrumentos que marcan la hora, se refirió a ellos con sentimiento y con un verdadero compromiso: “Hay algo como que tiene que estar andando. Le trae vida al lugar. A mí me dan mucho amor, si veo que no andan me dan tristeza. Capaz alguien se pone a reparar un reloj, lo arregla y lo deja andando, pero es una persona que viene de afuera. Lo que se necesita es un padrino, alguien que lo tenga ahí, como a tu auto; una mantención, alguien que lo mire, que vaya día por medio. Nosotros hacemos eso”.
Los Valentini tienen la experiencia, la voluntad y el amor para recorrer y cuidar relojes emblemáticos de la ciudad, como el de la estación de trenes, el de la Municipalidad o el tradicional reloj de Los Hornos, ubicado en 137 y 60.
“Nos pegamos todo el recorrido por los relojes y les damos cuerda, aceitado y puesta en hora. Hacemos la vuelta por el reloj de la estación, ese es el que menos visita requiere ya que solo es corregir la hora. Después los de 60 y 137 y la Municipalidad, ambos sí o sí día por medio. Vamos con mi papá o mi hermano, porque los dos relojes tienen pesas. Por lo general, una vez por semana nos encargamos de lubricarlos; hay tareas que pueden esperar más, por ejemplo, la lubricación de las escuadras y caja de engranajes de agujas”, precisó el experto.
Además, reveló: “Nos habían propuesto arreglar el de 7 y 50, de tres caras. Es un desafío, trabajás en una grúa, sería un sueño”.
También trabajaron en el de la Estación Provincial, que está en 17 y 71. “Es un reloj de fachada chiquito. Empezamos, pero tuvimos una mala experiencia porque se metió gente, no sé qué pasó y lo terminaron rompiendo. Nosotros ahí estuvimos trabajando mucho porque había que calibrar las agujas. Las agujas llevaban contrapeso del lado de atrás, como si fuera sistemas de palancas. Tenés que hacer que todo funcione como una rueda calibrada”, afirmó al respecto.
Un sueño
“Nosotros vivimos en Los Hornos. Siempre la idea es decir por qué no podemos poner un reloj en la intersección de 137 y 66. Otro reloj que haga como los extremos de la calle comercial, pero es una idea nuestra. Siempre decimos que le falta algo a esa intersección. Como si fueran las dos torres gemelas”, cerró Iván.