De acuerdo a un estudio del Observatorio de Psicología Social Aplicada de la UBA, el 76% de la población afrontará el resto del 2021 con expectativas y esperanza.
No hay dudas de que el 2020 fue un año para el olvido. Repleto de protocolos y restricciones que atentaron contra el desarrollo normal de las rutinas de los argentinos, el año pasado fue protagonista de una de las más grandes crisis socioeconómicas de las últimas décadas.
Así lo expresa un estudio del Observatorio de Psicología Social Aplicada (OPSA) de la Universidad de Buenos Aires (UBA). De acuerdo al relevamiento, las emociones y sentimientos que mejor expresan el balance del 2020 son incertidumbre, tristeza, angustia, miedo, soledad, desastre y pérdida.
Más allá del impacto negativo del coronavirus sobre el sistema sanitario nacional, los principales conflictos se registraron en cuestiones vinculadas a lo económico, al trabajo y a la salud mental. Sin embargo, la gran mayoría de los encuestados por el OPSA demostró una gran predisposición desde lo emocional para afrontar lo que queda del año.
En este sentido, el estudio destaca que el 76% de la población mantiene las expectativas y la esperanza. A partir de estos resultados, los especialistas del observatorio de la UBA explicaron: “La elección mayoritaria de estas dos palabras supone un posicionamiento de autoexigida prudencia, que anida en dosis equilibradas de ansiedad, temores al porvenir e ilusiones de buenaventura”.
“En síntesis, el estado emocional-cognitivo en el que se encuentran los argentinos para iniciar el nuevo año parece situarse en una posición equidistante entre un pesimismo inductivo (fundamentado en el pasado inmediato) y un optimismo resiliente e imprescindible para seguir luchando”, agregaron.
A casi un año del comienzo del Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO), los indicadores emocionales y cognitivos que permiten identificar el grado de bienestar y malestar psicológico se mantienen en valores similares a los de septiembre del año pasado. Sin embargo, por primera vez desde abril del 2020, la curva de salud mental detuvo su tendencia al empeoramiento.
“El conjunto total de emociones y sentimientos negativos ha experimentado una leve mejoría (un sutil declive en sus valores), lo cual resulta auspicioso y alentador en cuanto a una posible remisión del estado generalizado de malestar psicológico que fuimos recogiendo en nuestros estudios del año pasado”, informaron desde el OPSA.
De acuerdo al estudio, este quiebre de tendencia puede atribuirse a un conjunto de factores como las vacaciones, que permitieron bajar los niveles de hartazgo y agotamiento, el retorno de las actividades laborales, que llevaron a muchas personas a recuperar sus ingresos y sanear su economía personal y familiar, y el regreso de las clases presenciales, que permitió volver a ordenar la vida familiar y laboral.