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La sociedad después del aislamiento, en la jornada de la salud mental
Diario Hoy estableció contacto con Luciano Grasso, psicólogo y ex director nacional de Salud Mental y Adicciones.
En este día tan particular y después de que la pandemia y aislamiento hayan dejado en evidencia que existen muchos padecimientos mentales, Luciano Grasso, psicólogo y ex director nacional de Salud Mental y Adicciones (Ministerio de Salud de la Nación) explica lo que hay que hacer en casos severos de personas con problemáticas complejas.
— ¿Cómo analizás la salud mental en la sociedad hoy con el tema de la pandemia?
—Estábamos atravesando antes de la pandemia un panorama complejo en cuanto a la prevalencia que hay de padecimientos mentales, lo que en este tiempo ha ido creciendo. Y por otro lado, hay un sistema de salud que en términos generales da escasa respuestas a esos padecimientos mentales. Hasta este 10 de octubre, la situación por la que estaba atravesando epidemiológicamente nuestro país en materia de salud mental empeoró, pero por otro lado creo que la pandemia paradójicamente nos dio una oportunidad como sociedad para darnos cuenta de la importancia que tiene nuestra salud mental, porque lo hemos podido comprobar en la vida cotidiana todos.
—¿Por qué no se implementa la ley de salud mental?
—La ley de salud mental de alguna manera viene a tratar de traccionar cambios para solucionar los problemas que mencioné antes; para que haya mayor capacidad de tratamiento de los padecimientos mentales, porque dice que tiene que haber profesionales que atiendan los problemas de salud mental en todos los sectores de salud, en los centros, en los hospitales. Y las personas que viven en los manicomios tienen que tener un tratamiento con la comunidad, porque ninguna persona podría vivir en un hospital eso en grandes rasgos lo que dice la ley.
—¿Cómo se maneja el sistema de salud cuando una persona descompensada llega a una guardia? ¿Qué se hace en ese caso?
—Primero lo que se tiene que garantizar es que esa persona cuando está descompensada llegue a la guardia; que la persona que está al lado pueda llamar rápidamente a una guardia y el sistema de emergencia acuda rápidamente. Digo que hay que garantizarlo porque no siempre pasa. Porque las guardias hoy están más acostumbradas en general a otras eventualidades. Seguramente en algún lado funcione muy bien, por ejemplo en Tandil funciona bien, pero en otros lugares pasa que las guardias están más acostumbradas a que las llamen por algún accidente o por algo que no es un problema de salud mental y ahí acuden rápidamente. Pero, cuando los llaman para decirles que están con una persona con una intoxicación por consumo, que no se puede manejar, que está alucinando o con un cuchillo, no siempre el sistema de emergencias de un hospital general sabe qué hacer y cómo acudir. Primero hay que garantizar que vayan rápidamente y en esto hay que capacitar, concientizar y hablar con todas las guardias de los hospitales para mostrarles la ley, para explicarles cómo tienen que proceder. Cuando llega la ambulancia tienen que tratar de convencer a la persona que está en una situación de debilidad física y mental de que necesita ir a una guardia para que lo atiendan. Si lo logran convencer lo llevan, sino hay que llevarlo aun contra su voluntad.
—¿Podrías hacer una reflexión con respecto al día de hoy?
—Estos puntos hablados tienen que ver por un lado con un diagnóstico. Soy algo pesimista en relación a cómo estamos y hago hincapié en lo que falta. Pero podemos hablar de lo positivo también: en los últimos años los problemas en parte se fueron intentando solucionar porque hay mejor formación de los profesionales en lo que es grado. Hay más cursos de posgrado y más experiencia en distintos puntos del país, desde un modelo comunitario e interdisciplinario.