Psicoanálisis virtual en tiempos de coronavirus

La videollamada es la modalidad preferida para continuar con el análisis. “Hay personas que tienen sesión desde el auto o desde el hall del edificio”, aseguran

La irrupción del coronavirus en la vida cotidiana de las personas modificó muchas cosas. El psicoanálisis se reinventó para seguir presente en la vida de la gente: sin diván, la terapia es virtual.

“Las terapias online o remotas no son una práctica nueva”, aseguró la licenciada y profesora en Psicología Érica R. Barrera en diálogo con diario Hoy y agregó: “Sé de analistas que tienen pacientes en otra parte del mundo pero a mí nunca me había tocado. Hasta ahora”.

Lo nuevo entonces en este escenario es que la terapia virtual se volvió masiva. La enfermedad Covid-19 tomó por asalto la vida de las personas. “Hizo que nos encontremos con el no saber, la incertidumbre. Y esto siempre angustia”, señaló Barrera, y continuó: “Me gusta pensar este tiempo de cuarentena como un tiempo entre paréntesis, un tiempo fuera del tiempo. No obstante, hay algo que no entra en cuarentena y es el inconsciente. Ahí el tiempo no existe”.

Desde DNU que estableció el “aislamiento social, preventivo y obligatorio”, el Colegio de Psicólogos de la Provincia alentó la
continuidad de los tratamientos de forma remota. A este respecto, la licenciada Barrera contó que “en general los pacientes aceptaron la modalidad virtual, sobre todo las generaciones más jóvenes”. Pero también, añadió, tuvo casos que por cuestiones de accesibilidad a internet o porque no manejaban la tecnología “hubo que optar por sesiones telefónicas”.

La psicóloga egresada de la UNLP consideró que las circunstancias son, en todos los casos, muy diferentes. Sin embargo, remarcó que “no solo es posible sino necesario” continuar con los procesos. Lo ideal, aseguró, es que “el paciente pueda encontrar un espacio reservado, donde se sienta a gusto, cómodo. A veces es muy difícil porque hay realidades muy diversas.

Hay quienes viven en espacios pequeños o no tienen una habitación para apartarse. Hay personas que tienen sesión desde el auto o desde el hall de su edificio. Pero en la medida que el paciente pueda hablar libremente y haya una escucha atenta, donde la palabra pueda circular libremente, ahí aparece lo terapéutico”.

Aunque Barrera confía en la modalidad virtual también observa que tiene falencias: “No creo que sea igual, hay cosas que se pierden: los gestos más ínfimos, cómo manejar el silencio, un balbuceo que puede ser tal o la manifestación del inconsciente o un error de conexión de internet”.

A partir del nuevo escenario creado por la cuarentena, “cedimos la libertad de disponer del espacio público. Cambiamos hábitos y rutinas. Todo se trastocó: actividades, trabajo, estudio. La información constante y monotemática. Todo esto afecta nuestra salud mental. Puede llevar a sensación de encierro, angustia, ansiedad, formas depresivas, incertidumbre. No me atrevería a hacer predicciones. El futuro será lo que podamos hacer con todo esto que nos sucedió”, afirmó la psicóloga.

Y, en una mirada introspectiva hacia su campo de trabajo, concluyó: “Voy a usar una palabra gastada, pero llegó el tiempo de soltar. Frente a lo intempestivo: soltar, repensar o revisar los dispositivos y formas tradicionales de hacer clínica y acompañar al sujeto”.

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