Cultura

Sandokán, el pirata más querido

Su autor, Emilio Salgari, nos hizo conocer con sus textos los lugares que él nunca conoció personalmente. Hizo navegar por los siete mares a sus lectores, pero él se mareaba en los barcos

En una isla vacía de pasos y de voces, no más que polvo batido por el viento, se halla el refugio de Sandokán, el príncipe y pirata conocido como “El Tigre de Malasia”. Tras haber perdido su trono y a toda su familia en manos de los ingleses, juró vengarse del Imperio. Él fue su época y su nación. Su creador, fantasma de ojos febriles, le dio vida en la frontera última de la soledad, sin haber conocido jamás aquellos paisajes, anhelando descansar del papel que había representado toda su vida.

Emilio Salgari nació en Verona el 21 de agosto de 1862 y, aunque haya sido uno de los escritores italianos más prolíficos, nunca se convirtió en el intrépido aventurero que hubiera querido ser. Vivió una infancia prisionera y creyó en la libertad como si fuera religión. Fue solo y fue pobre: un viajero sin viajes al que de la impotencia del encierro le nació la maestría de narrar. Hijo de vendedores textiles de Porta Borsari, cursó sus estudios en el Real Instituto Técnico y Naútico Paolo Sarpi en Venecia, pero nunca llegaría a graduarse. En 1881, mientras hacía paseos casuales por la ciudad buscando cosas nuevas, se dio cuenta de que le faltaba casi todo y, sin consultarle a sus padres, decidió regresar a Verona.

Dijo Alejandro Dolina que defender la mentira es una de las tareas que la gente acomete con mayor entusiasmo. A veces, defendiendo verdades se pierde la fuerza y uno finalmente abandona, pero el que defiende mentiras es incansable. Así, Salgari, ante el poco éxito de sus emprendimientos, decidió comprarse un traje de capitán mercante y defender a muerte su mentira: acreditar su título habilitante de marino. En 1885, un reconocido periodista, Giussepe Viasolli, puso en duda su condición de capitán; escribió en una revista que Salgari era apenas un marinero de agua dulce. El escritor se enojó y lo retó a duelo. Salgari también presumía de consumado esgrimista e incluso decía haber inventado él mismo una estocada mortal. Se batieron cerca de la sombra del campanario de la Basílica de San Zenón y Salgari hirió ligeramente al periodista. Cuentan que fue un duelo a primera sangre para evitar la onerosa consecuencia administrativa de la muerte. Salgari terminó en la cárcel, pero estaba satisfecho: su contrincante quedó para siempre con una cicatriz en el rostro.

Una existencia paralela

Emilio Salgari solo conoció el Mar Adriático, que navegó por un rato nada más y solo una vez. Lo hizo a bordo de una goleta de cabotaje con carga de carbón, en la que sacó un pasaje para hacer el viaje desde Venecia hasta Brindisi. Nunca más viajó.

La realidad es que, aunque vestía siempre de marinero, presumía ser capitán y escribía novelas marítimas y de viaje, Salgari le tenía pánico a la navegación. Como le sucede a muchas personas, cuyas vidas no están llenas de peripecias y aventuras, el escritor vivió una existencia paralela que transcurría en su imaginación, en sus intereses y sus pasiones ocultas.

Eduardo Galeano escribió sobre Salgari: “Nunca estuvo en el golfo de Maracaibo, ni en la selva de Yucatán, ni en los puertos de esclavos de la Costa de Marfil, ni conoció a los pescadores de perlas de las islas Filipinas, ni a los sultanes de Oriente, ni a los piratas de la mar, ni a las jirafas del África, ni a los búfalos del Far West. Pero gracias a él yo sí estuve, yo sí conocí”.

Publicó sus primeros relatos de piratas en formato de folletín por entregas. Nunca pensó en mudarse a otro continente ni en buscar diamantes, pero sí creció leyendo las historias sobre el terror legendario de Idi Amin y las extraordinarias hazañas narradas por Alejandro Dumas.

Con el paso del tiempo, terminó escribiendo más de 80 novelas de aventuras y una enorme cantidad de cuentos, que han sido reeditados infinidad de veces y leídos por la juventud de todo el mundo. La vida que le tocado vivir parece haberla vivido de verdad solo en cada uno de sus relatos.

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