cultura
Slavoj Zizek, filosofía y cine
El polémico pensador esloveno, autor de más de docenas de libros, ha reflexionado mucho sobre el séptimo arte, provocando numerosas controversias.
Slavoj Zizek se postuló como candidato a presidente en 1990, cuando las primeras elecciones multipartidarias, luego de haber liderado durante la década anterior un movimiento político pluralista y alternativo. Quedó en quinto puesto. A partir de allí se dedicó sólo a escribir libros, a polemizar a diestra y siniestra. Y a devorar una película tras otra.
A Zizek le gusta clasificar su producción con categorías prestadas por Hollywood: libros clase A y libros clase B. Aunque la frontera no está muy bien definida, los A serían los volúmenes estructurados en torno a temas mayores; y los de clase B aquellos que asumen una condición fragmentaria o se agotan en tópicos de actualidad.
Señala que todo lo que forma parte de la crítica cultural, está hoy dentro de lo que podría llamarse teoría del cine: “¿Por qué será -se pregunta con malicia- que tantas feministas políticamente correctas se empeñan en criticar interminablemente tanta película y fantasía machochauvinistas?”. El eje del análisis que Zizek promueve sobre un film se basa usualmente en su obsesión por la mirada y la voz. Las películas a las que más se refiere son aquellas que lo hacen teorizar sin límite, por lo que vuelve una y otra vez a revisarlas. El eje voz-mirada, no encuentra, según él, mejor lugar de despliegue que en el cine. En una entrevista para InterCommunication comentaba: “El cine es aún nuestra vía más sencilla, así como para Freud los sueños eran la vía regia de acceso a lo inconsciente. Puede que sea parte de un movimiento nostálgico. Hoy, con el uso de los nuevos medios, el cine está en crisis. Se hace popular como un medio nostálgico. ¿Y qué es la teoría cinematográfica moderna? Su objeto último son películas nostálgicas de los treinta y cuarenta. Es como si se necesitara la teoría para disfrutarlos”.
En 1988, publicó Todo lo que usted siempre quiso saber sobre Lacan y nunca se atrevió a preguntarle a Hitchcock , en el que el excéntrico Zizek -que en Eslovenia fundara la Sociedad de Psicoanálisis Teórico de Ljubljana-, analiza la obra de ese gran director de cine a la luz de la teoría lacaniana y, a la vez, busca hacer más entendible el pensamiento de ese psicoanalista a través de grandes películas de suspenso.
En sus análisis llega a conclusiones interesantes. Tomando una escena de la película Sopa de ganso, de los hermanos Marx, en la cual Groucho, ante un tribunal, defiende a su cliente, con el siguiente argumento: “Este hombre parece un idiota y actúa como un idiota, pero esto no debe en modo alguno engañarlos: es un idiota”. Zizek señala que eso ejemplifica un punto clásico de la teoría lacaniana acerca de la diferencia entre el engaño animal y el engaño humano: solo el hombre es capaz de engañar por medio de la verdad. Un animal puede fingir que es o pretende algo distinto de lo que realmente es o pretende, pero solo el hombre puede mentir diciendo una verdad que espera sea tomada por mentira. Confirma su teoría con una escena de Tuyo es mi corazón –una película de Hitchcock, protagonizada por Gary Grant e Ingrid Bergman-, cuando Alicia y Devlin, agentes norteamericanos en la casa de Sebastian, un rico partidario de los nazis y esposo de Alicia, entran furtivamente en la bodega a fin de investigar qué hay en las botellas de champaña. Allí los sorprende la súbita aparición de Sebastian. Para ocultar el propósito real de su visita a la bodega, ellos se abrazan, fingiendo el encuentro clandestino de dos amantes. Por supuesto, están realmente enamorados: logran engañar al esposo (por lo menos por un tiempo). Pero lo que le presentan como engaño es la pura verdad.