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Tres monas preñadas nos acercan al mayor enigma de la formación humana

Científicos chinos anuncian una técnica para obtener indefinidamente estructuras similares a embriones de mono y poder investigar las inaccesibles primeras semanas tras la fecundación.

Cualquier persona fue primero un blastocisto, una pelotita del tamaño del punto al final de esta frase. El blastocisto —un embrión de unos cinco días y unas 200 células— es la estructura que se implanta en la pared del útero materno. En el día 14, tras la unión del óvulo y el espermatozoide, se inicia la enigmática gastrulación, el proceso de una semana en el que la bolita de células se convierte en el primer boceto del individuo, ya con sus tres ejes: izquierda y derecha, arriba y abajo, vientre y espalda. Estos primeros días del embarazo son un misterio, por las barreras físicas y éticas para estudiarlos en los humanos.

Un equipo de científicos chinos ha logrado ahora generar seudoembriones de macaco en el laboratorio e implantarlos en el útero de tres monas, iniciando tres embarazos. Los autores creen que este nuevo modelo de embrión servirá para iluminar los defectos congénitos y entender por qué alrededor del 25% de las gestaciones humanas acaban con un aborto espontáneo.

Las células de un blastocisto son pluripotentes: capaces de convertirse en cualquier célula de una persona adulta, ya sea del cerebro, del hígado o del corazón. Y tienen otra asombrosa capacidad, extraídas individualmente y cultivadas en el laboratorio, pueden dividirse y crear copias idénticas de sí mismas por tiempo indefinido. Son las llamadas células madre embrionarias.

El ingeniero francés Nicolas Rivron ya usó estas células pluripotentes en 2021 para crear modelos de blastocistos humanos y simular la implantación. Los investigadores chinos, encabezados por el neurocientífico Zhen Liu, han conseguido ahora lo mismo en monos y han ido más allá, dando un paso impensable en humanos: transferir estas estructuras a los úteros de ocho monas. En tres de ellas, los falsos blastocistos iniciaron la implantación y, por lo tanto, la preñez. “El momento más importante de tu vida no es tu nacimiento ni tu matrimonio ni tu muerte, sino la gastrulación”, dice el embriólogo británico Lewis Wolpert. Es fácil detectar que el proceso ha empezado. Esa tercera semana del desarrollo de un embrión es cuando la madre empieza a sentir por primera vez su embarazo, en forma de náuseas y vómitos.

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