cultura

Un alzamiento histórico en el Paraguay

Un cacique guaraní lideró una de las mayores rebeliones contra la colonización española, hoy poco recordada.

Interés General

16/10/2025 - 00:00hs

A comienzos de 1579, en la región de Guarambaré, muy cerca de la actual ciudad de Asunción (Paraguay), un grupo de guaraníes cantaba y bailaba, y frente a ellos – casi en estado de trance, con su cabeza cubierta por una corona de cuero y plumas- el cacique Oberá los guiaba con prédicas de libertad, que llamaban a desafiar a los invasores y a recuperar las tradiciones que se habían perdido cuando se inició la conquista.

La escena parecía ser una de las típicas ceremonias religiosas que los guaraníes realizaban desde tiempos ancestrales para adorar a sus dioses, creadores de todo lo conocido. Sin embargo, aquella vez no se trató de un ritual más, sino de la gestación de lo que en poco tiempo se convertiría en la mayor rebelión guaraní contra el poder español, liderada por Oberá, el cacique que se consideraba a sí mismo hijo de Dios, el hombre que tenía el designio de liberar a su pueblo del yugo de sus conquistadores. Eximio guerrero, dueño de una singular locuacidad, venerado por los suyos como autor del bien y del mal, hacedor de milagros, Oberá surgió como el redentor de la nación guaraní oprimida.

La llama del alzamiento que nació en Guarambaré se extendió rápidamente entre las comunidades que había hacia el norte del río Paraguay y hacia el sur por el río Paraná. Miles de guaraníes se recluyeron en los montes y tomaron las armas. Como muchos otros levantamientos, éste fue cruelmente sofocado por la realeza española. Pero el eco de la sublevación de Guarambaré siguió resonando fuerte entre las comunidades guaraníes y sirvió de inspiración para las insurrecciones que llegaron después.

Entre 1537 y 1598 se han documentado más de veinte rebeliones que poseían una característica común. Todas ellas presentan típicas estructuras mesiánicas y la razón principal de esos levantamientos era el sistema de encomiendas o trabajo forzado por parte de los guaraníes en las haciendas. El objetivo de la rebelión era evitar el trabajo esclavizante al que eran sometidos y al mismo tiempo reafirmar sus tradiciones religiosas amenazadas. Por ello, la manera de rebelarse era danzar y cantar todo el tiempo, sin descanso, dejando hasta su vida en esas manifestaciones.

La historia de este levantamiento la conocemos a través del poeta español Martín del Barco Centenera, conocido en la literatura americana por su poema épico ‘La Argentina y conquista del Río de la Plata’, en 1602, en el cual por primera vez se hizo mención al nombre “Argentina” para referirse a esta región del sur de América.

La respuesta a los abusos coloniales no significó simplemente una rebelión contra la opresión y una liberación de la esclavitud, sino una afirmación de su identidad como pueblo, intentando permanecer en el modo de ser tradicional, en particular en lo referido a sus creencias. El mesianismo guaraní, a pesar del sincretismo con las creencias cristianas, se funda en la espiritualidad ancestral en donde encuentran sus fundamentos míticos. Por ello, a pesar de que los cronistas de la rebelión de Oberá, del Barco Centenera y Pedro Lozano, atribuyen a la mala interpretación de los sermones del P. Martín González aquella revuelta, la misma se basa en raíces más profundas que explican la fuerza del movimiento.

Hay muchas leyendas sobre el pueblo guaraní. Una de las más difundidas narra la historia de los hermanos gemelos Tupí y Guaraní, quienes vivían felices junto con sus familias en el monte de Mato Grosso. Sin embargo, a raíz de una enemistad entre sus mujeres, decidieron separarse y seguir cada uno su propio camino. Tupí emigró hacia el norte, mientras que su hermano siguió hacia el sur hasta fundar la nación guaraní.

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