Un platense de hierro

Además de trabajar como arquitecto, Santiago Randrup se entrena cuatro horas diarias para correr el triatlón más exigente del planeta    

El Ironman es es la prueba más exigente del triatlón. Consta de 3.86 km de natación,180 km de ciclismo y 42,2 km de maratón. Para completar esta competencia demencial, que tiene su epicentro en Hawai pero que también se corre en otras partes del mundo, hay un tiempo límite de 17 horas. La mayoría de los competidores, atletas de primera línea, lo terminan en 12. En ese grupo suele aparecer Santiago Randrup, un platense que además de correr, nadar y andar en bicicleta, es padre y trabaja más de ocho horas como arquitecto para llevar el pan a su casa, aunque las harinas estén prohibidas en su dieta. 

“La exigencia del entrenamiento te obliga a tener una buena alimentación. Antes de tomarte una cervecita de más, o de comer algo en exceso, sabés que al otro día cuando salgas a correr el cuerpo te va a pasar factura”, dijo al diario Hoy este hombre que absolutamente todos los días de su vida se entrena alrededor de cuatro horas: los lunes, miércoles y viernes corre por la rambla de 32 más de 10 kilómetros. Esos mismos días, por la noche, nada en una pileta cerca de 3 kilómetros. En medio de las jornadas de entrenamiento, como cualquier otro mortal, se desempeña en su trabajo y atiende sus obligaciones familiares. Los sábados, por el Camino Centenario, realiza 100 kilómetros de bicicleta. El domingo, que supuestamente fue creado para el descanso, él lo utiliza para correr otros 25 kilómetros. “Estas rutinas que tengo solo puedo hacerlas porque tengo una familia que me banca. Mi esposa, que también corre, tiene que hacerse cargo de cosas en las que no puedo acompañarla. A mis hijas, por ejemplo, que practican hockey en Santa Bárbara, nunca puedo verlas competir” dijo Randrup.    

Este atleta aficionado de 42 años, que de chico jugó en La Plata Rugby y luego al fútbol, tuvo tres operaciones de rodilla y una de tobillo. Al advertir que el deporte de contacto no era lo suyo, en 2013 empezó a incursionar en el triatlón y se lo tomó en serio: ya corrió tres Ironman (Estados Unidos, México y Argentina) y ahora se entrena para el próximo, a realizarse en noviembre en Brasil. “Estas carreras se sufren desde que arrancan hasta que terminan, pero cruzar la meta es una sensación que lo paga todo. Terminar algo que demanda tanto esfuerzo es impresionante”, contó.

Las carreras que afronta Santiago suelen convertirse en planes familiares. Su esposa e hijos lo acompañan en los viajes y luego de las competencias aprovechan los destinos para hacer turismo: “Solemos hacer coincidir las vacaciones con los Ironman. Hago uno por año y viajamos todos. Llegar a los últimos 500 metros y ver que tu familia te está acompañando es muy emocionante. Después de la carrera nos quedamos unos días para descansar y conocer los lugares”.  

El Ironman está catalogado como el evento más difícil de la historia. Por eso, el premio para el vencedor suele ser de 100.000 dólares. Randrup no corre para ganarlo, pero tampoco se conforma con completarlo: “Pretendo mejorar mi propias marcas y bajar mi tiempo anterior”, concluyó.  

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