cultura

Una estrella de los salones

Paulina García Sitches fue una música deslumbrante que encandiló la primera mitad del siglo diecinueve con su talento y su habilidad social.

Es considerada una de las mujeres más trascendentes de la historia de la música de acuerdo con su labor como cantante, pianista, profesora y compositora. Su nombre real fue Paulina García Sitches, aunque también fue conocida como Micaela Paulina Viardot García. De fuerte y controvertida personalidad, polifacética, extravagante, vigorosa y enérgica, se convirtió en una verdadera musa para muchos músicos y escritores de la época. Su voz prodigiosa, su talento y originalidad para componer operetas de salón y canciones para piano, la catapultaron a la fama y al reconocimiento en prácticamente todo el continente europeo. Íntima amiga de la célebre pianista Clara Wieck, que alguna vez la describió como la mujer con más talento que había conocido jamás.

Pauline pertenecía a la dinastía de cantantes de ópera conocida como “los García”. Hija del tenor y compositor español Manuel del Pópulo García y de la cantante Joaquina Briones, además de su faceta artística, se convirtió en miembro de la élite sociocultural europea –especialmente en la capital de Francia, donde pasó gran parte de su vida–, en un primer momento gracias a su matrimonio con el literato Louis Viardot, en 1840 y, posteriormente, por méritos propios debido a su reconocimiento profesional y a sus excelsas habilidades sociales.

Cuando era una niña acompañó a sus padres en la gira americana que les llevó a Estados Unidos y México. Recibió sus primeras lecciones de piano de Marcos Vega, organista de la catedral de Ciudad de México. De regreso a París, estudió piano con Franz Liszt y composición con Anton Reicha. Desde muy niña destacó por sus aptitudes para el canto. En 1837 dio su primer concierto en Bruselas junto al violinista Charles de Beriot, segundo marido de su hermana María, y en 1839 realizó su primera aparición pública en una ópera, en Londres, interpretando el papel de Desdémona en Otello de Rossini.

Algunos compositores quedaron tan fascinados por su talento que no dudaron en manifestarlo públicamente, como Saint-Saëns, quien se refirió a la cantante como “música consumada”. Otros, además, contaron con ella en sus composiciones, como Meyerbeer y su ópera Le prophète, cuyo papel de Fidès había sido compuesto para ella y lo estrenó en 1849, convirtiéndose en uno de los que más interpretaría.

A pesar de que Pauline Viardot- García se retiró de la interpretación operística cuando contaba con 42 años, su adscripción al género se mantuvo posteriormente en su faceta compositiva. Más allá de las pequeñas canciones que escribió, destacan sus operetas de salón gestadas, especialmente, durante su fructífera estancia en Baden-Baden con la intención de que fueran interpretadas por sus alumnos, dado que la pedagogía ocupó para la diva un lugar prioritario en ese momento. Es así como nació Le Dernier Sorcier (1867), una ópera de cámara en dos actos escrita en lengua francesa para solistas, un pequeño coro femenino y acompañamiento pianístico. El autor del libreto fue el novelista y dramaturgo ruso Ivan Turguénev, a quien los rumores de un posible idilio sentimental con la compositora siempre han acompañado y de quien se sabe que disfrutó de estrechos lazos también con el esposo de esta, Louis Viardot.

Su última obra fue La Cenicienta, fue compuesta a una edad muy avanzada. Su interés por la composición no había decaído en absoluto. Esta opereta, considerada una rareza, nació pensada para siete voces y piano. La obra fue estrenada en 1904, solo seis años antes de la muerte de la compositora. Pauline tenía 84 años y no es posible señalar con exactitud su año de composición. En ella, se suceden diálogos y partes musicales. El libreto, escrito también por ella, se basa en el cuento de Perrault pero también contiene muchos elementos de carácter personal. La versión de la Viardot no tiene madrastra pero sí un padre algo embustero que niega a su hija verdadera. Con esta obra, Pauline eleva el género de la opereta a la excelencia.

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