CULTURA

Una investigación sobre las formas de “ser hombre” en el mundo del fútbol

"Cuerpos que (no) importan" es el libro de Rafael Crocinelli que avanza, a través del concepto de biotipo, en un tema muy poco transitado, el imaginario sexual del futbolista.

Conoce el mundo del fútbol desde adentro por haber jugado en varios clubes, pero Rafael Crocinelli tiene también la perspectiva que le da ser licenciado en Comunicación Social, título que obtuvo en la Universidad Nacional de La Plata. Este juninense aborda el escenario del fútbol profesional del siglo XXI desde una perspectiva original.

—¿Cuándo el futbolista devino en investigador?

—Quizás el libro materialice la transición, el paso que viví de futbolista a investigador/comunicador. De chiquito, era muy observador y analista del fútbol, y no solo en lo que hace al juego, sino en todas las cuestiones sociales que rodean a este deporte. Vengo de una familia de clase media en la que nunca nos faltó nada, pero muchas veces entrenaba con chicos que iban a entrenar o jugar sin comer, o que jugaban de zapatillas porque no tenían la ropa específica de entrenamiento. Son cosas que uno recuerda de grande y ejemplifican esto que te digo. Fue en mis últimos años como estudiante de la Licenciatura en Comunicación, y como futbolista del club Everton en el Federal B, cuando me empecé a encontrar con un término que me llamó mucho la atención: “biotipo”. Y, a partir de ahí, empecé a resignificar y valorar de otra forma un montón de experiencias y hechos que viví y que vivieron muchos pares.

—¿Qué cosas del mundo del fútbol pudiste comprender con más claridad cuando dejaste la práctica deportiva?

—Muchas cosas, desde la manera de relacionarse con los pares, las formas de involucrarse con la práctica, la jerarquía operante en un plantel, la manera de “ser hombre” en el deporte, los tipos de cuerpos que se promueven y buscan desde la industria del fútbol, entre otras cosas. Volví consciente lo inconsciente, desnaturalicé un montón de cosas que aparecen como “normales” en este espacio pero que, una vez que te alejás, te empezás a dar cuenta de que no son tan “normales” como se presentan y son parte de un submundo como es el fútbol de alto rendimiento.

—¿Cuáles son las primeras imágenes que tenés de tu llegada a La Plata?

—Mi primera imagen en La Plata es en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social. Caminando por la diagonal 79, adentrándome en el Bosque, mientras me fascinaba por las fachadas por los equipos platenses y los estadios. De ahí, el segundo recuerdo es en una prueba que tuve en CN Sports, primer equipo que me acobijó (de donde salió Ramiro Carrera y Brian Smith) y en el que continué con mi proyecto de futbolista profesional, antes de ir y culminar mi breve y humilde carrera en Everton.

—¿Cuál es el concepto de biotipo que aplicás a los futbolistas?

—De forma general, se puede decir que el “biotipo” es el discurso biopolítico que tiene cada institución deportiva, y que también se lo puede encontrar en cada deporte. Esto encuentra su correlato en los cuerpos (altura y peso) y destrezas (velocidad, técnica individual, resistencia) que se buscan y obtienen según las especificidades del deporte y, en efecto, del puesto.

—¿Qué fue lo que más disfrutaste escribiendo el libro?

—De disfrute no hubo mucho, solo esta desnaturalización de las lógicas del mundo del fútbol, en el sentido de poner palabras a un montón de sensaciones y emociones que me atravesaban y pude revalorizar, y me llevaron a aceptarme como soy y estar en paz conmigo. Después, fue mucho dolor lo que implicó este cambio, el dejar atrás al futbolista para empezar de cero, al punto de poder decir que el libro cambió mi forma de ser y percibir el mundo. Empezar a tomar distancia de actitudes homofóbicas, de tratos y formas de relacionarse basadas en una masculinidad hegemónica, una gran gordofobia reinante en el fútbol profesional, entre otras cosas, me llevaron a mirarme al espejo y cambiar para vivir mejor, de una forma más libre.

Las discusiones pendientes

Crocinelli considera que el futbolista, cuando deja la pelota, tiene que vivir una reinserción social muy difícil y para la cual no está preparado. Una vez terminada su carrera profesional, pierde la brújula.

—¿Cuál es el hilo conductor que trazarías de los relatos y testimonios de Cuerpos que (no) importan?

—A partir de una veintena de entrevistas a entrenadores, futbolistas profesionales y amateurs, a quienes hago dialogar entre sí, busco explicar de qué se trata ser jugador de fútbol en la actualidad, esto de ser “macho”/tener que aguántarsela, cuáles son y por qué los insultos que se emplean para descalificar a otro, y explico nociones genéricas como lo que significa el sacrificio, la humildad, qué hacen los jugadores con el primer sueldo, etc.

—¿Cuáles considerás que son las discusiones pendientes dentro del fútbol?

—Una discusión básica y primordial es la de empezar a formar no solo deportistas de alto rendimiento, sino preocuparse por el lado B de los jugadores: formarlos socio-afectivamente, promover que tengan un plan B para cuando deja de correr la pelota, que sepan qué hacer el día de mañana. Según una estadística del Indec, del 100% de jugadores que se inician en Novena división, tan solo entre un 2 y 3% llegan a firmar contrato como profesional. El resto, el 97 o 98%, queda por fuera del sistema. Hay muchos casos de chicos que terminan dedicándose a oficios que no los hacen felices, que quedan varados sin un proyecto o que se suicidan por no saber cómo lidiar en un mundo sin la pelota. Es hora de empezar a cambiar esto a través de las áreas de género, que vienen motorizando un montón de cambios.

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