CULTURA

Una leyenda musical platense que sigue de pie

Federico Moura fue la voz histórica de Virus y contribuyó decisivamente en la composición del repertorio de esa banda que aún sigue contagiando su creatividad.

Fue uno de esos artistas que ensanchan territorios llevando las fronteras siempre más lejos. Federico Moura era un diamante de muchas facetas en el que se irisaban los innumerables reflejos de una fuerza interior al que ningún escenario podía contener. Inquieto, fino, culto, capaz de inspirarse en la monumental novela Ulyses de James Joyce para componer una canción —“Luna de miel en mis manos”— y al rato componer un tema que se agota en el desenfreno bailable. Era un esteta, único, transgresor, impetuoso, lírico. Y platense. Nació en nuestra ciudad el 23 de octubre de 1951 y forma parte de los nombres que hicieron de La Plata una de las capitales del rock argentino.

El padre, Pico Moura, era un connotado abogado platense del fuero civil. La madre, Velia, era una docente que con su piano llenaba de música toda la casa de calle 53 entre 3 y 4. Federico fue el cuarto de seis hermanos. Los hermanos Moura jugaban en el La Plata Rugby Club, fue medio scrum entre 1964 y 1970. Hincha de Estudiantes de La Plata, equipo al que iba a ver habitualmente.

Integró el grupo Dulcemembriyo, que hacía covers en inglés y en el que Federico tocaba el bajo. En 1972, se fue a tocar una semana a Santa Cruz de la Sierra, en el marco del carnaval boliviano. Dejó los estudios de Arquitectura y se fue a Londres en barco. Allí, reconoció caminando por la calle a Keith Moon, el baterista de The Who, quien lo invitó a presenciar un ensayo de la banda. Luego vendría Nueva York —donde conoció al arquitecto Scott Burton, quien, como Federico, moriría de sida— y Río de Janeiro —donde varios años después Virus grabaría Superficies de placer, su séptimo y último disco—.

En un principio, Federico creyó que se dedicaría al comercio. Abrió en Buenos Aires, “Limbo”, un local de ropa diseñada por él y sus dos socios, ubicado en la Galería Jardin, de Florida y Lavalle. Según la especialista en modas, Lorena Pérez: “Limbo ofreció la primera marca joven en un mercado atiborrado por la sastrería inglesa e italiana, y anticipó una silueta que la moda global tardó años en definir”. Ya radicado en Buenos Aires, abrió otra tienda: “Mambo”.

Uno de los golpes más fuertes que Federico recibió en su vida fue la desaparición de su hermano Jorge. Descreído de las opciones convencionales que postulaban los partidos políticos, en algún momento de la década del setenta, se sumó a las filas del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), donde se lo conocía como el “Sargento Manuel”. Aquel 8 de marzo de 1977, hacía casi ocho meses que la organización se encontraba virtualmente desmantelada, luego de que su jefe, Mario Roberto Santucho, cayera acribillado a manos de un grupo de tareas del Ejército. Esa mañana fue la última vez que supieron algo de Jorge. Marcelo Moura no olvidaría jamás la mirada final de su hermano, antes de llevárselo de la casa: “Podría escribir un libro entero acerca de todo lo que decía esa mirada. Sé que cuando uno muere no se lleva nada. Yo les puedo asegurar que aún después de muerto conservaré esa mirada”.

Federico volvió a la música, dejó el bajo por el canto. Junto a sus hermanos Julio y Marcelo y dos compañeros de colegio, Daniel Sbarra y Mario Sierra, armaron una banda. Grabaron dos demos: Wadu wadu y Rock es mi forma de ser. Finalmente, Virus debutó el 11 de enero de 1981, cuando Marcelo cumplía 20 años. Una banda que vino a despabilar al rock argentino, a provocar al público de una manera elegante y alegre. En 1983 actuarían por primera vez en Obras Sanitarias, reafirmando una popularidad que iba ensanchando sus ondas concéntricas.

Federico se decidió a producir el primer disco de una banda cuya propuesta artística sintió afín a la de Virus: Soda Stereo. Años después, Zeta Bosio diría: “Fue importante conocerlo para ese disco. Un artista que nos dio tranquilidad y seguridad, que no éramos los únicos que tomábamos la new wave como una expresión seria y lo llevaba a un lugar poético. Era un tipo con un vuelo brillante. Nosotros éramos caóticos y atorrantes, nos creíamos que podíamos hacer todo y él fue un tipo que distribuyó muy bien las energías”. Federico Moura no solo intervino en el disco debut de Soda Stereo, sino que también los acompañó en teclado en la presentación en el Teatro Astros.

Agobiado por una enfermedad a la que tenía la esperanza de vencer, murió el 20 de diciembre de 1988, a los 37 años. Antes de irse, le dijo a su hermano Marcelo: “Creo que vos sos el indicado para cantar y continuar esto. Estaría buenísimo que Virus siga y tenga una carrera larga”. El deseo de Federico se cumplió y Virus sigue gozando de buena salud.

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