cultura

Una poeta en medio de la guerra

Elena Vacarescu fue una escritora rumana que desde su poesía hizo frente a la sangrienta batalla internacional que tanto afectaría a su país.

A pesar de que no es una voz tan sonada en nuestro idioma, su legado para la poesía occidental es innegable. Fragmentos de poemas como “Mañana no pensarás en el sol de hoy día, y preguntarás al sol de mañana: ¿eres el mismo sol?” son, en parte, lo que la convirtieron en una escritora popular como pocos lo habían conseguido ser.

Elena Vacarescu nació el 21 de septiembre de 1864 en Bucarest –Rumania- en el seno de una familia pudiente y desde pequeña tuvo un contacto cercano con la literatura y el mundo intelectual de la época. No sólo uno de sus antepasados fue Lenachita Vacarescu, conocido por haber compuesto la primera gramática en idioma rumano, sino que sus padres eran diplomáticos y participaban constantemente de reuniones y fiestas a las que concurrían los personajes más interesantes de la cultura rumana del momento. Cabe mencionar que toda la familia pertenecía a una clase acomodada sin problemas económicos que vivía con todos los lujos. En ese ambiente relajado y sofisticado transcurrieron los primeros años de Elena. Sin embargo la tranquilidad duraría poco tiempo con el inicio de la guerra entre Rusia y Turquía.

El hecho de haber nacido en una buena familia le permitió a Elena acceder a una envidiable educación, sobre todo tratándose de una mujer en aquella época oscurantista. Gracias a una institutriz inglesa conoció el inglés y lo mejor de la literatura de ese país. Además pudo realizar numerosos viajes desde pequeña y relacionarse con importantes criaturas de la escena literaria, no sólo de Rumania sino también de otros países. Sus principales contactos fueron con Victor Hugo y Sully Prudhomme, de quienes aprendió mucho y con quienes mantuvo firmes amistades.

Su escritura se vio atravesada por la Guerra ruso-otomana. Su padre fue llamado a alistarse en el ejército rumano y Elena, que entonces tenía trece años, escribió con intensidad acerca de la experiencia de los que se quedan: la familia que ve partir al ser amado con la esperanza de que regrese, pero el ominoso presentimiento de que no ocurrirá. Su primer libro reúne precisamente esta experiencia y rebela una poesía primigenia profunda y filosófica que determinará el estilo y las obsesiones poéticas de Elena. A lo largo de su escritura reflexionará sobre muchísimos temas que derivan (o se desprenden) de la guerra. Sin lugar a dudas, esa experiencia fue la que más la condicionó emocional e intelectualmente y la que la llevó a decantarse por la escritura, hasta convertirse en una de las escrituras rumanas más potentes de su generación.

Elena llegó a vincularse con Isabel de Wierd, reina consorte de Rumania: aquella amistad con una mujer tan fascinante y emblemática la ayudó a posicionarse cómodamente en los salones literarios de la corte rumana. Ambas estaban unidas por los mismos objetivos: el deseo de un país donde la educación y la libertad fueran un derecho para toda mujer. La reina, que también se destacó como novelista bajo el seudónimo de Carmen Sylva, se aferró muchísimo al cariño de Elena y puso en ella todo el amor fallido que no había podido entregar a su única hija María, fallecida a los cuatro años de edad.

Entre los grandes aportes de Elena Vacarescu a la literatura rumana cabe mencionar no sólo su creación como poeta y novelista sino también el haberse encargado de llevar al francés la obra de numerosos poetas rumanos, que más tarde fueron traducidos a otros idiomas. De este modo, consiguió que figuras relevantes de la lírica rumana trascendieran más allá del territorio nacional adquiriendo importancia en otros países del mundo. Algunos de estos autores fueron Mihai Eminescu, Octavian Goga, Ion Minulescu y George Topîrceanu.

Sus últimos años transcurrieron en el exilio parisino, a muchos kilómetros de casa. Después de la muerte de su esposo, para quien escribió sus poemas más sentidos, Elena se fue apagando lentamente, hasta fallecer, el 17 de febrero de 1947.

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