El día que Maradona le enseñó a patear a Fidel
El Diez y el líder de la Revolución Cubana murieron el mismo día, un 25 de noviembre, con cuatro años de diferencia. Cuba marcó la recuperación de Diego de sus adicciones.
Señor Maradona, en una hora debemos salir hacia La Habana, el comandante lo espera”, le dijo a Diego un colaborador de Fidel Castro aquel martes 28 de julio de 1987. Ese día, el líder de la Revolución Cubana y Maradona estuvieron cara a cara por primera vez en sus vidas. Sería el primero de muchos encuentros.
Eran los días posteriores a la Copa América 1987 organizada en la Argentina. Diego y un séquito de amigos, entre los que estaba Fernando Signorini, quien después relató la anécdota, vacacionaban en las playas de Varadero, a unos 130 kilómetros al Este de La Habana. Soportaron el viaje en guagua y el calor húmedo del Caribe, y a la medianoche cruzaron la célebre Plaza de la Revolución para meterse en la Casa de Gobierno, donde los esperaba Fidel.
El líder cubano recibió a Diego con un abrazo fraternal, pero también con una curiosa pregunta: “¿Hay una fórmula para patear los penales?”. “Antes de patear miro al arquero”, le confió el Diez. Fidel, meticuloso, tomó papel y lápiz y anotó la revelación: “Mañana mismo la pruebo”, dijo. Y desató la risa de todos los presentes.
Desde esa primera vez, Cuba fue escenario de innumerables encuentros entre los dos. El último de ellos se registró en abril de 2013, poco más de tres años antes de la muerte de Fidel.
En la isla, el astro del fútbol mundial siguió un tratamiento en la clínica La Pedrera que fue clave en su vida, ya que marcó su camino de recuperación de su adicción a las drogas.
Diego, que llevaba tatuadas en la piel las figuras de Castro y el “Che” Guevara, escribió en una carta pública en 2015: “Fide: si algo he aprendido contigo a lo largo de años de sincera y hermosa amistad es que la lealtad no tiene precio”.
Más tarde, tras la muerte del líder cubano, expresó: “El día es horrible. Anoche me comunicaron que murió el más grande; el más grande sin ninguna duda. Fidel Castro nos dejó. Fue muy chocante y muy terrible porque Fidel fue como mi segundo padre”. Y agregó: “Yo viví cuatro años en Cuba y Fidel me llamaba a las dos de la mañana, nos tomábamos un mojito para hablar de política, o de deporte o de lo que sucediera en el mundo y yo estaba dispuesto para hablar, ese es el recuerdo más lindo que me queda”.
El pueblo cubano también supo amar a Diego, prodigarle su afecto y brindarle la contención que durante mucho tiempo no supo encontrar en otro sitio. El pueblo cubano, que no se caracteriza por tener una cultura futbolera sino que su afición deportiva pasa por deportes como el béisbol, lo amó. Justamente, entonces, no fue el fútbol lo que unió a Diego con los cubanos, sino algo más.
Maradona vivió 60 años y Fidel, 90. Los unió el amor por los más humildes, el compromiso con los oprimidos del mundo y las causas populares, aunque ambos se movían en mundos diferentes. Un 25 de noviembre, con cuatro años de diferencia, partieron hacia el mismo lugar.