El presidente Lasso disolvió el parlamento de Ecuador

El mandatario decretó la disolución de la Asamblea Nacional horas después de que los legisladores le iniciaran un proceso de juicio político.

El presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, decretó la disolución de la Asamblea Nacional horas después de que esta le iniciara un proceso de juicio político, una decisión polémica que implica la celebración de nuevas elecciones generales en pocos meses y que, hasta entonces, lo habilita a gobernar por decreto.

La medida del mandatario de derecha, a quien el parlamento estaba enjuiciando por presunta corrupción, fue rechazada por el expresidente de izquierda y líder opositor Rafael Correa, que acusó a Lasso de “golpe de Estado”, y por el poderoso movimiento indígena ecuatoriano, que dijo que estudiará qué respuesta da a la decisión.

Los jefes de las Fuerzas Armadas y la Policía avalaron rápidamente la legalidad de la medida de Lasso en un video en el que advirtieron que actuarán con firmeza ante protestas, mientras que policías antimotines tomaron control del edificio de la Asamblea Nacional y los legisladores solo podían retirar sus pertenencias a través de un tercero.

En un mensaje a la nación, el conservador Lasso dijo que, en ­virtud de una atribución constitucional conocida popularmente como “muer­te cruzada”, firmó un decreto que disuelve la Asamblea Nacional y le da poderes para gobernar por decreto hasta las próximas elecciones, que, por ley, deberían celebrarse antes de octubre.

Lasso acusó al parlamento de querer “desestabilizar al gobierno, la democracia y el Estado”, y dijo que tomó la decisión “por grave ­crisis política y conmoción inter­na”, una de las causales contempladas para invocar el artículo 148 de la Constitución.

En medio del incremento de la violencia ligada al narcotráfico y del descontento por el aumento del costo de vida, la decisión puede implicar el fin del gobierno de derecha y dar una oportunidad a la izquierda, que domina el Congreso, para recuperar fuerzas.

La Constitución establece que, en un plazo máximo de siete días, tras la publicación del decreto de disolución, se convocará a elecciones legislativas y presidenciales para completar el actual mandato de cuatro años, que comenzó en 2021 y termina en 2025.

A su vez, la ley ecuatoriana indica que el plazo ordinario para que se realice un proceso electoral luego de su convocatoria es de 120 días, es decir, cuatro meses.

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