El tablero internacional vuelve a ser sacudido por un conflicto armado

Casi dos años después del inicio de la invasión rusa a Ucrania, el mundo contempla dividido otra guerra: la que Israel lanzó contra Hamas luego de los ataques que el grupo islamista radical perpetró en su territorio el pasado 7 de octubre.

A medida que los bombardeos y ataques israelíes en la Franja de Gaza se extienden y el número de víctimas civiles crece, según las autoridades palestinas, en distintas partes del globo han comenzado a surgir algunos matices a las posiciones asumidas al inicio del conflicto, que mayoritariamente fueron de condena a los actos de Hamas y de apoyo a Israel.

Un ejemplo de ello son las decisiones adoptadas esta semana por los gobiernos de varios países.

Firmes aliados de Israel

“Estados Unidos está junto al pueblo de Israel, nunca dejaremos de respaldarlos (…). El apoyo de mi gobierno a la seguridad de Israel es sólido como una roca e inquebrantable”: con estas palabras, tras los ataques del 7 de octubre, el presidente estadounidense, Joe Biden, confirmó el lugar de la superpotencia norteamericana como el principal aliado político, económico y militar de Israel.

Desde los ataques de Hamás, la Casa Blanca ha mostrado un apoyo sin fisuras al gobierno de Benjamin Netanyahu. Primero, el secretario de Estado, Antony Blinken, visitó Israel, y más tarde lo hizo el propio Biden.

Además, Washington envió dos portaaviones de su flota hacia las costas de Israel para proteger a su aliado de Medio Oriente.

En un segundo lugar en la lista de aliados de Israel está Reino Unido y algunos miembros de la Unión Europea (UE), como Alemania, Francia o Italia, además de países de Europa del Este como Hungría o República Checa.

El apoyo de los países europeos está condicionado por la exigencia de que Israel lleve a cabo sus operaciones contra Hamás con respeto al Derecho Internacional Humanitario, es decir, que “no se castigue a la población civil”.

Esto explicaría los giros de países como España, cuyo presidente, Pedro Sánchez, pasó de la condena a los ataques de Hamás y de reconocer el derecho de Israel a defenderse “dentro del Derecho Internacional” a pedir un alto al fuego urgente y expresar dudas “legítimas” sobre la legalidad de las actuaciones militares israelíes.

Con los palestinos, pero no con Hamas

Entre los principales aliados de los palestinos están los países musulmanes, incluso aquellos que firmaron los Acuerdos de Abraham en 2020 y establecieron relaciones con Israel (Emiratos Árabes Unidos, Marruecos, Bahréin y Sudán).

Por eso, la decisión de Jordania y de Bahréin de retirar a sus embajadores de Israel es significativa.

¿Y quién está con Hamas?

El principal aliado de Hamas es Irán, del que recibe fondos, armas y entrenamiento para sus miembros, según las autoridades israelíes y occidentales.

Contar con el apoyo del régimen de los ayatolás supone, según los expertos, tenerlo también de países como Irak o Siria, los cuales están en la órbita de Teherán.

Pero no solo Irán está detrás de Hamas, sino también Catar. El estado del Golfo Pérsico es considerado otro de los principales valedores desde el punto de vista financiero y diplomático de la agrupación radical palestina.

Un caso peculiar es el de Turquía. Pese a ser un país miembro de la OTAN, hace una semana, su ­presidente, Recep Tayyip Erdogan, dijo que “Hamas no es un grupo terrorista”, sino “un grupo de libertadores”, y acusó a Israel de estar llevando a cabo crímenes de guerra en Gaza.

¿Qué pasa con Rusia y China?

La postura de las otras dos potencias nucleares en este tema está guiada por sus rivalidades e intereses económicos.

El caso de Rusia es peculiar, pues su posición responde a su confrontación geoestratégica con Estados Unidos. De hecho, esta semana, el gobierno de Netanyahu convocó al embajador ruso en Israel en protesta por la presencia de unos dirigentes de la organización islamista en la capital rusa.

Por otro lado, China necesita un mundo estable. Los grandes proyectos económicos necesitan estabilidad y China quiere llevar adelante su gran proyecto de la Ruta de la Seda y, con una desestabilización como la que hay en Ucrania, ya le basta.

La postura de los países latinoamericanos

La más contundente ha sido la de Bolivia, que durante la semana anunció la ruptura de relaciones diplomáticas. El gobierno de Luis Arce condenó lo que consideró “la agresiva y desproporcionada ofensiva de Israel” y pidió el cese del bloqueo a Gaza, que impide la entrada de alimentos y agua. Convocó a los demás países de la región para pedir “soluciones estructurales”.

La administración de Gustavo Petro, en Colombia, optó por una medida significativa pero menos fuerte, al llamar a consultas a su embajadora. El mandatario compartió el comunicado de su Cancillería y profundizó sobre su postura en X (antes Twitter). “Si Israel no detiene la masacre del pueblo palestino, no podemos estar allá”, escribió. “Se llama genocidio, lo hacen para sacar al pueblo palestino de Gaza y apropiársela. El jefe del Estado que hace este genocidio es un criminal contra la humanidad. Sus aliados no pueden hablar de democracia”, declaró en referencia al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu.

En Chile, el presidente Gabriel Boric tomó la misma decisión, aunque ha mantenido un tono más moderado. De hecho, hizo un llamamiento a redoblar los esfuerzos para lograr una tregua y el urgente ingreso de ayuda humanitaria en Gaza, al tiempo que exigió la liberación “inmediata” de los secuestrados por Hamas.

Por otro lado, el Ministerio de Relaciones Exteriores de la Argentina recordó que el 7 de octubre también condenó el ataque de Hamas contra Israel, que dejó al menos 1.400 muertos y más de 200 secuestrados. Señala que incluso reconoció el derecho a la legítima defensa. Sin embargo, el comunicado enfatiza en que Israel está traspasando los límites del derecho internacional en su intervención en Gaza, tras el bombardeo al centro de refugiados que dejó 50 muertos, 150 heridos, un inmenso cráter y daños en los edificios cercanos.

Por su parte, el gobierno de México ha escalado sus críticas a los ataques de Israel y ha llamado a un cese de las hostilidades urgente. La representante mexicana ante las Naciones Unidas, Alicia Buenrostro, ha condenado los ataques a la población civil, al personal médico y humanitario y a la infraestructura esencial, “que podrían constituir crímenes de guerra”. En la asamblea especial de emergencia con motivo de la guerra, la embajadora también ha pedido que Israel levante el sitio en torno a Gaza, “teniendo en cuenta que las represalias son contrarias al derecho internacional”. La representante ha condenado los actos terroristas de Hamas contra Israel, pero ha sido clara en que la respuesta es desproporcionada.

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