La difícil gestión del Ministerio de Economía en la Argentina

La cartera encargada de los asuntos económicos ha sido la gran “silla caliente” de los gobiernos. En diálogo con diario Hoy, el economista Iván Carrino analiza la interminable lista de nombres que duraron, en promedio, un año y tres meses aparejados con la inestabilidad financiera del país.

El domingo 19 se definió quién estará a cargo del Ejecutivo nacional los próximos cuatro años. Javier Milei se convirtió en el presidente electo de la Argentina y comenzó a delimitar el gabinete que lo acompañará en la ardua tarea de llevar adelante el proceso de gestión. Más allá de la danza de nombres que circularon para la cartera económica, las confirmaciones se harán esperar, según lo aseverado desde La Libertad Avanza. Por esto, hasta el 10 de diciembre no se conocerán los confirmados para uno de los ministerios decisivos en los gobiernos argentinos.

La volatilidad del cargo se ve reflejada en la cifra de ministros que desfilaron por la cartera. Desde 1854 fueron 128 funcionarios los que pasaron por Economía, lo que promedia casi uno por año en la gestión, según datos relevados por el Centro de Documentación e Información (CDI), desde donde indican que la media en el cargo es de unos 490 días.

De este número se dispara que, desde la vuelta a la democracia en 1983, solo cuatro (Cavallo, Sourrouille, Lavagna y Roque Fernández) superaron los 1.000 días en su cargo.

El 31 de enero de 1991 asumió Domingo Cavallo con Carlos Menem como presidente y se fue el 2 de agosto de 1996, lo que resulta en más de cinco años y medio como titular del Palacio de Hacienda. Desde el 19 de febrero de 1985 hasta el 30 de marzo de 1989, Juan Vital Sourrouille permaneció 1.500 días durante el gobierno de Raúl Alfonsín.

Desde el 26 de abril de 2002 hasta el 28 de noviembre de 2005, Roberto Lavagna se mantuvo en sus funciones 1.312 días entre el gobierno de Eduardo Duhalde y la mitad del de Néstor Kirchner. Mientras que desde el 29 de julio de 1996 hasta el 10 de diciembre de 1999 Roque Benjamín Fernández pasó por Hacienda, luego de la gestión de Cavallo, hasta el fin del gobierno de Menem.

El que menos tiempo se mantuvo en el cargo fue Jorge Capitanich, lo que fue menos de un día durante la crisis de diciembre de 2001.

La inestable silla de los gobiernos

A partir de estos datos, la permanencia en los distintos mandatos en el Palacio de Hacienda lleva a un análisis en relación con la vacilante situación económica que atraviesa a las gestiones. Iván Carrino, profesor y magíster en Economía, investigador asociado del Centro Faro de la Universidad del Desarrollo en Chile y consultor, dialogó con este medio para realizar una observación acerca de este panorama.

Según lo aportado, el experto en la materia refirió que “tenemos tanta inestabilidad con los ministros de Economía como en la economía misma. Argentina es un país que en los últimos años ha atravesado varias crisis: el Rodrigazo, el impago de la deuda allá por 1890, la crisis de la hiperinflación de Raúl Alfonsín, la salida de la convertibilidad. Asimismo, la crisis de Mauricio Macri con el salto del dólar. Ahora mismo tenemos una situación de altísima inflación”.

“Evidentemente, cuando la economía está inestable los ministros renuncian, son echados o no toleran la presión. Otros países tienen mayor estabilidad, por lo cual sus ministros o presidentes del Banco Central duran mucho más tiempo en su cargo”, aseveró Carrino con relación a la correlación entre permanencia de la gestión y crisis.

El dólar, el peso y el valor de la moneda

De esto se deprende la consulta sobre una posible explicación acerca de la dependencia del dólar en la argentina y, en su examen, el investigador en economía aseguró que esa moneda “es importante en nuestra economía en la medida que el peso es una moneda que han emitido nuestras autoridades a lo largo de la historia y que ha servido poco para aquello para lo que sirve una moneda”, expresó el entrevistado.

“El peso debe cumplir tres funciones: unidad de cuenta, reserva de valor y medio de intercambio. En los últimos 50 años, desde la década del 70 hemos cambiado cinco signos monetarios: peso moneda nacional, peso ley, peso argentino, el convertible, el austral y eso habla de nuestros elevadísimos niveles de inflación que hacen que la moneda no sirva para ahorrar y que tampoco sirva como unidad de cuenta”, refirió el economista.

En esta línea, continuó su observación con respecto al impacto de esto en el uso de la moneda para los argentinos y manifestó: “El ahorrista, el usuario, en general, el ciudadano argentino, decide medir las cosas en dólares, ahorrar en dólares y es por eso que es transcendental. En países con mayor estabilidad, el dólar no representa nada; en Europa el dólar no existe salvo para turistas internacionales”, mencionó Carrino.

La inflación como “moneda corriente”

Con respecto al fenómeno del aumento general de los precios en el país, Iván Carrino expresó: “Es resultado de décadas de emisión monetaria y déficit fiscal. Con Macri tuvimos una crisis de deuda donde saltó el dólar, entonces el proceso inflacionario se vio recrudecido por ello, ya que los saltos del tipo de cambio tienen efectos en el corto plazo sobre la inflación”, relató el economista.

“Después vino la pandemia, se emitió el 7% del PBI de déficit fiscal financiado con emisión monetaria. Esto hizo saltar los niveles inflacionarios y, a partir de ese entonces, lo que hubo fue muy poca credibilidad de la política económica para que las medidas de leve ajuste fiscal y de la tasa de interés se tradujeran en un descenso de la inflación”, exteriorizó y continuó: “Además, a partir del año 2021, sucedieron otros episodios de saltos del tipo de cambio paralelo oficial que hicieron que la inflación, lejos de bajar, se terminara acelerando”, analizó el consultor.

A partir de esto, Carrino concluyó: “Hoy estamos en un proceso de caída de la confianza en la moneda y aceleración de la inflación, por eso es tan importante lanzar un plan de estabilización” y sostuvo que la constante de los últimos 60 años “es la recurrencia de los grandes déficits fiscales que han llevado a la Argentina a crisis de inflación y crisis de deuda”.

Ante esto último, el profesor en Economía hizo hincapié en el ordenamiento de las cuentas públicas, “sobre todo en un país como Argentina, que ha agotado sistemáticamente la fuente de financiamiento monetaria, que se extingue cuando hay una crisis de inflación. En consecuencia, la fuente de financiamiento de la deuda se agota en la medida que sistemáticamente entramos en defaults, reestructuraciones e impagos de la deuda”.

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