La inteligencia de los electores, insultada

EN FOCO

En las últimas 48 horas se desarrollaron los actos de cierre de campaña de todos los precandidatos a presidente de la nación en el marco de las primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO), pero lamentablemente ni en esos mitines ni en las exposiciones de los principales postulantes en los distintos medios de comunicación se pudieron escuchar propuestas concretas para sacar al país de la profunda crisis en la que lo dejó 12 años de kirchnerismo.

El candidato oficialista, Daniel Scioli, fiel a su estilo, presidió un acto con la presencia de cerca de 15 mil personas, con pancartas, bombos, cánticos y todo el folclore peronista. Su discurso fue optimista y entusiasta, y los aplaudidores hicieron su trabajo.

Pero lo que brilló por su ausencia fue el respeto por los electores. ¿Por qué? Pues no se explicó el programa de gobierno concreto. Hubo un diagnóstico de los asuntos económicos a solucionar con urgencia, como por ejemplo las economías regionales o la reindustrialización, pero nada dijo Scioli sobre cómo lograrlo. Durante toda la campaña esquivó dar explicaciones sobre los modos de afrontar y enfrentar el campo minado que dejó el modelo K.

Pero el pecado no fue solo de Scioli. Su principal competidor, el líder del PRO, Mauricio Macri, cerró su campaña en un club de Vicente López, y basó su alocución en bajar línea a los fiscales partidarios para que eviten el robo de boletas. No propuso ideas ejes basadas en programas de gobierno.

Nada mencionó el actual jefe del gobierno porteño sobre el estado de situación económico, político y social y cuál es su plan para cambiar esta acuciante realidad.  De hecho, el flagelo del narcotráfico, llamativamente, sigue estando ausente de su agenda de temas. ¿Piensa acaso llegar a la presidencia con un discurso apacible, poco confrontativo, adornado con globos y música dicharachera?

Argentina y sus habitantes tienen mucho por preocuparse. La mayoría sufre por las nefastas decisiones tomadas por Cristina y su polémico gabinete, entre los que se destacan Aníbal Fernández, Julio De Vido y su cuñada Alicia Kirchner. Y claro está, el multiprocesado vicepresidente de la Nación, Amado Boudou.

Inseguridad, avance descomunal de los narcotraficantes, desempleo, cierre de fábricas, crisis terminal de las economías regionales, altísima inflación que carcome el poder real de los salarios, condiciones paupérrimas de infraestructura y calidad de servicio en salud y educación y falta de créditos para las Pymes, que son el motor del sistema productivo de un país, son parte de la pesada herencia que queda.

La corrupción de los funcionarios, entre ellos el titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, sumada a  la ineptitud de ministros de economías, provocaron que se desaproveche la inmejorable e histórica  situación que tuvo Argentina con el mundo al abastecerlo con granos, lo que produjo suculento superávit fiscal durante años y que ya no existe.

Sin embargo, ante esta contundente y triste realidad los principales candidatos presidenciables nada dijeron. Una vez más las campañas electorales se basaron en slogans vacíos. Otra vez se insultó la inteligencia de los electores.

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