La realidad que no cambia: otra niña muerta por desnutrición

Vivía en el paraje La Medialuna, de Salta, tenía apenas dos años y pertenecía a la comunidad wichí. Un triste flagelo que se repite en provincias como Chaco y Formosa, al agravarse la pobreza e indigencia por las políticas de ajuste del gobierno de Mauricio Macri. El análisis de los especialistas

Dice el periodista Martín Caparrós: “Conocemos el hambre, estamos acostumbrados al hambre: sentimos hambre dos, tres veces al día. […] Pero entre ese hambre repetido, cotidiano, repetida y cotidianamente saciado que vivimos, y el hambre desesperante de quienes no pueden con él, hay un mundo de diferencias y desigualdades”.

Contra ese flagelo injusto, conocido pero invisibilizado y no atendido por los gobiernos de turno, no pudo Brenda, una niña de apenas dos años de edad, la menor de siete hermanos, de la etnia wichí asentada en el paraje La Medialuna, ubicada a 25 kilómetros de la localidad de Dragones, al norte de la provincia de Salta, donde, según registros oficiales, hay 2.000 casos de niños con bajo peso, mientras que, desde mediados de 2014, fallecieron ocho por desnutrición.

Cuando la noticia ya había trascendido a los medios, el gobierno provincial tuvo que reconocer: “Falleció una niña y somos todos responsables”, dijo Carlos Abeleira, ministro de Primera Infancia, un organismo que el gobernador Juan Manuel Urtubey se vio forzado a crear hace dos años, cuando se intensificó la mortalidad infantil, sobre todo, en el maltratado Chaco Salteño.

Según el certificado de defunción emitido por el hospital San Vicente de Paúl, de Orán, Brenda falleció por “broncoaspiración, gastroenteritis aguda infecciosa, trastorno metabólico, desnutrición”, mientras que, ya en 2008, sus padres perdieron un bebé con problemas de bajo peso.

Así le recordó a Hoy el diputado salteño, Claudio del Plá: “Esa niña creció en el seno de una familia con pobreza extrema y marginalidad, escupida del sistema, como ocurre en todo el norte de Salta. Son situaciones que el kirchnerismo consolidó y que el gobierno de Mauricio Macri profundiza con la devaluación y la inflación galopante, que golpea -especialmente- a las comunidades de pobres e indigentes”.

Son esas políticas, aseguró Del Plá, las que “profundizan el flagelo y hunden en el fango a una periferia en la que hasta los planes de asistencia social están devaluados”.

El drama de la Argentina hambrienta

Brenda es apenas la cara visible de un drama estructural de la Argentina que alguna vez fue granero del mundo y hoy ni siquiera puede alimentar como corresponde a todos sus hijos; otra víctima de esa realidad que azota con igual fiereza a los qom del Impenetrable Chaqueño o a las comunidades wichíes de Formosa.

“El norte siempre estuvo en los niveles más altos de pobreza. Resistencia, en particular, está entre el 45% y 50% respecto del conjunto de la población; y Salta tiene más del 30%”, detalló a nuestro diario el director del Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (Isepci), Isaac Rudnik, quien, luego de criticar que el gobierno nacional continúe con el ocultamiento de las cifras, coincidió con el informe del Observatorio Social de la UCA, al confirmar que, “en lo que va del año tenemos 1,4 millones de nuevos pobres, 2,5 millones de indigentes y nada indica que este horizonte vaya a mejorar porque la inflación carcome los bolsillos de la gente, mientras los salarios están congelados y los despidos se aceleran”.

Es en este contexto, describió Rudnik, que “los chicos se mal nutren con harina y grasas, que es para lo único que les alcanza”.

Hoy, como ayer

Ahora bien, el referente del Isepci hizo hincapié en algo fundamental: que las malas políticas que el kirchnerismo llevó a cabo durante 12 años “oscilaron entre provocar y consolidar la marginalidad”; pero alertó que con el ajuste de Macri, “la franja de pobres se va a ampliar y así, la pobreza se reproduce de generación en generación; los niños crecen entre padres desocupados, se enferman producto de la mala alimentación y nunca satisfacen sus necesidades”.

Así como en la década pasada, cuando unos pocos amigos del poder K se enriquecían a costa de todos los argentinos y la pobreza de más de 11 millones (que hoy ya son más de 13 millones), el Estado sigue callando, se muestra -como en los versos que escribió Pablo Neruda-, ausente ante determinados temas. “Pero está -denunció Rudnik-, con una máscara pésima: para reprimir, para distribuir la droga a través de la policía, mientras no hace nada por los más vulnerables, por la desnutrición, el desempleo, el vaciamiento de la salud o la educación”.

Los “bajitos” de la pobreza

Lo acontecido en Salta trajo a la memoria del coordinador del Centro de Estudios Nelson Mandela, Rolando Núñez, lo ocurrido el año pasado con el niño Qom del Chaco, Oscar Sánchez, cuya muerte por desnutrición, tuberculosis y meningitis fue denunciada por esa ONG de Derechos Humanos que desde hace años lucha por visibilizar a los más vulnerables del Impenetrable Chaqueño.

“Nada ha cambiado, la mamá de Oscar contrajo tuberculosis nuevamente”, aseguró Núñez a Hoy, y advirtió que “Aquí, en el Chaco, la desnutrición, la mortalidad infantil, la tuberculosis y el mal de chagas siguen siendo una constante”.

Además, denunció que, desde febrero pasado, “el dengue hizo estragos en Sausalito”, que está a 580 Km de Resistencia, pero “el gobierno lo oculta”.

En tanto, aseveró que los más chicos viven “malnutridos, están inflados de hidratos de carbono y, por eso, tienen tendencia a enfermar y morir prematuramente por causas altamente evitables. Acá decimos que son los ‘bajitos’ de la pobreza, porque fueron perdiendo talla por consumir solamente harinas”.