EN FOCO

Una postal de la secta macrista

Quienes integran estas sectas, ven pero prefieren cerrar los ojos para no dudar ni cuestionar o condenar lo que aparece ante ellos

Convocados por el oficialismo, y el apoyo de un cómico entre sus principales impulsores, miles de personas se congregaron anoche para reclamar el desafuero y “cárcel” para la expresidenta, Cristina Kirchner. 

Frente al Congreso y en sitios como nuestra plaza Moreno, los manifestantes se reunieron con el objetivo de presionar al Senado para que hoy autorice el pedido de allanamiento hecho por el juez Claudio Bonadio, en el marco de la causa de los cuadernos.

“Corruptos”, “devuelvan lo robado”, “la corrupción mata”, pudo leerse en varias de las pancartas. Sectarios mensajes, dirigidos solos a aquella exmandataria, tan similar a nuestro Presidente, a nuestra Gobernadora.  

Mató la corrupción en Once, como en la fatídica mañana de este agosto mató en un colegio de Moreno a una vicedirectora, a un auxiliar y puso a tantos alumnos en peligro. Tan corruptos como los Kirchner, son los miembros del actual clan presidencial, revolcados en el fango de aquellos años con el Grupo Socma, ese imperio empresarial que se hizo fuerte en tiempos en que la dictadura perdonaba a muy pocos y que, tras asumir Macri, blanqueó $149 millones de dudosa procedencia. O la Gobernadora, con sus aportantes truchos, las denuncias por supuesto lavado de dinero por las que la Cámara Nacional Electoral (CNE) pidió al juez federal Adolfo Ziulu que no apruebe la rendición de cuentas de Cambiemos. 

Ver solo la paja en el ojo K, creer el discurso “anticorrupción” y “transparente” del macrismo es no ver lo que acontece en estos tiempos: un ajuste que se pretende aplicar a fuerza de balas y palos (Ver página 3); la pobreza y el desempleo que se suceden a granel; la recesión, que a pedido del FMI, tienden a agravarse, llevando a la desaparición a la sectaria clase media.

Así como Cambiemos y el kirchnerismo se emparentan, también lo hacen sus seguidores: quienes caminan ciegos en medio de la coyuntura; quienes se resisten a ver los bolsos, las bóvedas, los hoteles, los cuadernos que delatan coimas y celebra, por ejemplo, que la expresidenta se haya manifestado a favor  de que allanen sus domicilios. Tras el show, la jugada era previsible: si tenía algo que esconder, lo ocultó hace tiempo.

Lo dijimos ayer. En el medio de estas dos sectas quedamos nosotros, los que queremos un país en crecimiento y no una Patria derruída; una nación en la que el trabajo, la dignidad, el pan para todos sea cotidiano y no lujo de unos pocos; en el que la gente nazca y quiera pasar aquí el resto de su vida. 

Ese futuro, que hoy parece una utopía, solo será posible si de acá al próximo ciclo electivo se da el gran debate nacional entre todas las fuerzas vivas de la Argentina, planteando la necesidad de refundarnos, la urgencia de recuperar el proyecto estratégico de país que perdimos hace tiempo. 

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