Los amigos de Simón

Los Simón manejan el Soeme como un negocio familiar, y aunque ya no gobiernan quienes los pusieron en el poder, parecen creer que es correcto designar a amigos en los lugares de decisión del sindicato.

Julio César Simón (h) fue designado como interventor del Soeme con el fin de administrar la entidad sindical hasta tanto la Corte y posteriormente la Justicia Nacional del Trabajo resuelvan las cuestiones pendientes para restaurar las originales autoridades del gremio.

La función específica que le otorgó la Cámara Nacional del Trabajo fue la de administrador, y de la misma manera dicha Cámara fue clara en la duración de este mandato: hasta que se resuelva la cuestión judicial de fondo. En esta claridad se entiende sin dejar lugar a dudas que no es una intervención normalizadora, ni una intervención que tenga como fin convocar a elecciones. Simplemente debe administrar.

¿Por qué aclarar lo que es simple de entender? Basta con leer la resolución judicial para no tener ninguna duda. Porque algunas veces la claridad no alcanza a todos, y en este caso en particular quienes parecen apartarse de lo correcto son Julio César Simón (h) y Heriberto Deibe.

Tal vez haciendo un poco de historia se comprenda que esa falta de claridad no es una cuestión de haber interpretado erróneamente una función. Julio César Simón, padre e hijo, quienes comparten el mismo nombre, fueron parte del engranaje del gobierno de Mauricio Macri en lo que refiere a los temas laborales. Simón padre era el nexo con la Justicia del trabajo para presionar a jueces buscando beneficiar a las grandes corporaciones amigas del gobierno.

En la gestión de Dante Sica a cargo de la Secretaría de Trabajo (recordemos que durante el macrismo se degradó el ministerio a secretaría), fue nombrado presidente del Consejo Asesor del Trabajo, organismo que tenía como objetivo conseguir una ley de desregulación laboral como parte del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. No es casual esta relación de Simón con gobiernos que buscan precarizar las condiciones de los trabajadores, ya que en los 90 tuvo importantes vínculos con el menemismo cuando era abogado de Luis Barrionuevo.

Simón hijo, durante la gestión de Sica, fue designado interventor del Soeme. Durante ese tiempo, hizo que el sindicato fuese absolutamente funcional al macrismo, no solo en lo político, sino que sobre esa intervención recaen sospechas de que fue una de las cajas políticas que utilizaron para la última campaña presidencial.
Por motivos técnico-jurídicos que tienen que ver con la elección ilegal de autoridades que se llevó a cabo en el sindicato por orden del juez Kreplak, la Justicia laboral ordenó la continuidad de Simón provisoriamente hasta que se arribe a una sentencia definitiva que devuelva el gremio a sus autoridades.

En esta “nueva gestión”, Julio Simón, al no tener que rendir cuentas a un gobierno que ya no está, decidió armar juego con sus amigos. En el breve lapso que lleva sentado en el sillón de la calle Salta, su primera medida fue ubicar a sus amigos estratégicamente en los lugares más importantes, pagándoles sueldos de hasta $400.000.

También dejó permanecer en la organización a quienes por mandato judicial debió haber desplazado. Por los pasillos del sindicato circulan los integrantes de la lista Azul y Blanca sin ningún tipo de disimulo, sus otros amigos.

La presión de la comisión directiva original hizo que muchos de los negocios sucios que tenían montados Adrián de Marco y su gente salieran a la luz. Un ejemplo de ello fue la contratación del servicio de emergencias con un costo de $6.000.000 mensuales, cuando no se precisa ningún servicio, ya que el convenio con IOMA cubre esta necesidad. La lógica indicaba que Julio Simón debía denunciar penalmente esta defraudación, más teniendo en cuen­ta que tiene la obligación por ser funcionario público.

En ese escándalo, un detalle no menor es que la em­presa de emergencias médicas contratada en realidad era una empresa informática. Sin embargo, en vez de dirigirse a los tribunales, el interventor rescindió ese contrato y realizó uno nuevo con otra empresa. Cabe destacar que la empresa amiga de Simón sí presta servicios médicos, por lo que esta vez el negocio es un poco más prolijo.

Claro está que entre la lista de amistades de Julio Simón están Adrián de Marco, Alberto Miguela y demás miembros de la comisión directiva que ilegalmente tomó el sindicato. El mismo Simón fue quien los protegió cuando la Justicia Nacional del Trabajo dio la orden de suspender el acto eleccionario, además de ser el que trazó el vínculo con quien fue el sostén económico de De Marco durante esa campaña, Luis Barrionuevo.

Mientras siguen sumando amigos, Heriberto Deibe, interventor designado por Simón en la provincia de Buenos Aires, consciente de la crisis económica y el duro mo­mento que viven los afiliados, decidió ayudarlos, y no encontró mejor manera de hacerlo que realizando una compra millonaria de juguetes para repartir en el Día del Niño.

Si uno pasa estos días por el edificio del gremio puede ver a famosos barrabravas de la ciudad envolviendo paquetes.

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