Montenegro paseó sus berrinches por la Gobernación bonaerense

El intendente de General Pueyrredón llevó sus caprichos a la reunión con Axel Kicillof y amagó con irse frente a los periodistas porque tenía que “manejar 700 kilómetros” y le dolía una muela.

En la provincia de Buenos Aires, los representantes de la oposición parecen no tomar nota de la situación política del país y, en lugar de aprovechar las reuniones tratando de encontrar soluciones productivas para sus municipios, eligen montar un acting en busca de la repercusión mediática que les garantice algún voto más de cara a las elecciones de 2023.

Las puestas en escena no son nuevas; resultan más comunes de lo que se cree. En ocasiones son en ámbitos más concurridos, como cuando el diputado Guillermo

Castello (Avanza Libertad), que hoy representa a la Sexta Sección Electoral –a pesar de que durante la gestión de María Eugenia Vidal ocupaba una banca por la Quinta–, se puso un antifaz en plena sesión en el recinto de las sillas azules que da la espalda a la avenida 53, a modo de protesta por la votación de la Ley de Consenso Fiscal, invitando a sus pares oficialistas a que hicieran lo mismo para mirar a la cara a los votantes.

Lo que no previó en aquella ocasión Castello fue la respuesta inmediata de otras bancadas, las cuales le recordaron (en las voces de la diputada del Frente Renovador proveniente de General Arenales, Valeria Arata, y del representante del Frente de Todos de Monte Hermoso, Alejandro Di Chiara) que no había tenido tantos reparos al votar de manera positiva la misma ley durante la administración de Vidal y que ocupaba una banca por una sección de la que no era oriundo y en la que ni siquiera vivía. En esa ocasión, el tiro le salió por la culata a Castello.

Durante la semana, el intendente platense Julio Garro se paseó por la pantalla de A24, en el programa de la periodista ultramacrista Viviana Canosa, para expresar su indignación por las declaraciones públicas de la vicepresidenta Cristina Fernández en relación con la Justicia, indicando que le daba miedo “escucharla hablar de esa forma”. La falta de memoria de Garro sorprende, porque fue él quien, siendo parte de una mesa antisindical que retorcía los hilos de la Justicia para acomodarla a favor suyo, se llevó por delante a empresarios y sindicalistas que no eran afines al gobierno de Cambiemos. En aquel tiempo las formas no le interesaban a Garro, quien propuso en ese momento “hablar con la bala arriba de la mesa” para obtener los resultados necesarios.

Las declaraciones del jefe comunal platense no pasaron desapercibidas y fueron muchos los que salieron al cruce, pero quizás la más vehemente fue la diputada ensenadense Susana Haydeé González, del Frente de Todos, quien declaró sin pelos en la lengua que “Garro es parte de la misma coalición. Durante cuatro años se hizo el boludo mientras devastaban todo lo que había y nos acusaban a nosotros de querer lograr la impunidad de Cristina”.

Precisamente el intendente de la capital provincial fue testigo del último desplante opositor. En esta ocasión el berrinche estuvo a cargo de su par de General Pueyrredón, Guillermo Montenegro, quien, junto a Pablo Petrecca (intendente de Junín) y Diego Valenzuela (jefe comunal de Tres de Febrero), fue parte de las reuniones que el gobernador Axel Kicillof tuvo durante los días miércoles y jueves con los alcaldes opositores.

La ronda comenzó el miércoles 20, cuando fue el turno de los intendentes radicales, pero el desplante ocurrió un día más tarde, cuando los representantes comunales de Juntos llegaron a la sede administrativa provincial en calle 6, tras haber pedido la reunión con el mandatario bonaerense.

A la cita llegó Montenegro, que arribó pasadas las 9 y con un evidente mal humor, evitando el contacto con la prensa.

Tras la reunión, los representantes de los municipios se dirigieron a la sala de periodistas para una ronda de prensa y, ante el pedido de que esperaran un minuto antes de comenzar, el marplatense dijo: “Yo no espero. Si no comenzamos ahora, me voy”. Tras esto se dirigió hacia la puerta visiblemente ofuscado. Ante la solicitud para que se quedara, intentó justificarse indicando: “Todavía tengo que manejar 700 kilómetros”. En ese marco, no quedó claro si después volvería a Mar del Plata, ciudad ubicada a 370 kilómetros de La Plata.

Durante la conferencia evitó dar respuestas y solamente se limitó a decir que “estamos frente a una crisis política”.

Al finalizar se disculpó con una funcionaria y esbozó un intento de justificación al decir que estaba “con un dolor de muela terrible”, para luego partir rápidamente.

Pero el berrinche de Montenegro había arrancado antes, durante la reunión propiamente dicha con el gobernador; ahí también hizo su puesta en escena con la finta de la retirada, pero no había periodistas que registraran esa situación, por lo que fue necesario un “bis” para que su indignación tuviera alcance mediático.

Los desplantes del marplatense no son nuevos. Durante la pandemia tuvo una postura muy crítica hacia el gobierno bonaerense, que por aquel entonces fue suavizada por el entonces jefe de Gabinete, Carlos Bianco.

En los días previos al encuentro con Kicillof, fue Martín Insaurralde (actual jefe de Gabinete de Ministros de la Provincia) el encargado de dialogar con los alcaldes opositores, pero en esa ocasión el intendente de General Pueyrredón eligió quedarse en su ciudad porque, según indicó un legislador, “Montenegro solo viene si se reúne con Kicillof”.

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