¿Qué se pone en juego en las próximas elecciones?

¿Por qué el gobernador se encuentra preocupado por lo que podría pasar dentro de 14 días en las urnas? ¿Cuáles serían los inconvenientes que podría acarrear un resultado similar al de las PASO?

Cobernabilidad. Si hay un término que por estos días puede leerse en los diarios y escucharse en las radios y los canales de televisión, es precisamente ese.

Sucede que las elecciones de medio término, como las que en 14 días habrá en nuestra provincia, normalmente son las que los gobernantes que asumieron la gestión un bienio antes usan para afirmar sus pretensiones en la Legislatura y para garantizar su segunda mitad de mandato con una tranquilidad que les permita finalizar su administración sin mayores sobresaltos.

Tras los resultados en las Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias, el panorama previsto para el domingo 14 y sus dos años siguientes no es el que Kicillof y su grupo de trabajo tenían pensado cuando asumieron la Provincia.

No poder afirmar posiciones en la Legislatura dejaría al gobierno provincial en una incómoda posición, en la que debería tener que ceder terreno ante las pretensiones opositoras, es decir, deberá negociar si es que pretende garantizar la “gobernabilidad” de los 754 días posteriores a la elección.

Es que la ecuación en la Legislatura bonaerense (si se repitiera la elección de septiembre) no solamente no sería favorable, sino que las pretensiones de avanzar en el número de voluntades necesarias para aprobar proyectos en el Senado de la Provincia no se concretarían y así se afianzaría la postura opositora en un lugar donde Kicillof, no puede darse el lujo de no tener cómo hacer que sus proyectos avancen.

Como ya consignó en más de una ocasión este multimedio, la distribución actual de las bancas en el recinto de avenida 51 no es favorable para el Frente de Todos, que tiene 20 de las 46, dejando una gran parte en manos del Juntos por el Cambio, con un número suficiente para que la oposición no solamente tenga mayoría, sino también quorum propio.

El problema radica en la importancia que la Cámara alta tiene en los planes de gobierno de cualquier administración, ya que es allí donde se gestiona la aprobación de leyes claves como el Presupuesto, pero además pasan para su evaluación y posterior aprobación los cargos en el Banco Provincia y organismos de contralor, así como las designaciones de jueces, fiscales y de ministros de la Suprema Corte de Justicia.

Este último no es un dato menor, ya que el máximo organismo de justicia bonaerense, que debería funcionar con siete miembros, tiene en su actual conformación apenas cuatro, es decir la mitad más uno de los integrantes, que es la mínima expresión con la que puede trabajar. Eso deja tres vacantes para designar en el cuerpo, que claramente también son codiciadas por la oposición, y por las que deberán negociar.

Todo esto sucede porque el Frente de Todos solo consiguió triunfar apenas en una de las ocho secciones electorales en las que está dividida políticamente la provincia de Buenos Aires (la Tercera) y, para peor, en las elecciones generales se elegirán diputados provinciales.

En las cuatro secciones en las que se votarán senadores provinciales, la oposición se alzó con rotundos triunfos, lo que echó por tierra las pretensiones de acortar las distancias en el recinto de las sillas carmesí, aunque esto no impidió que el mandatario enfoque sus esfuerzos en ello buscando revertir la ecuación, que al momento no lo muestra ganador.

Como en cada elección, la Cámara de Senadores renueva 23 bancas, la mitad de las voluntades que allí se presentan en cada sesión. Para poder cumplir con el objetivo de dar vuelta este panorama, primero deberá buscar ganar en la Primera Sección, que comprende a los distritos del Conurbano norte y oeste, y en la que se eligen ocho senadores. Allí la diferencia en las PASO entre ambas fuerzas fue de cinco puntos porcentuales, al igual que en 2017, por lo que el resultado podría ser el mismo que en aquel momento, cinco bancas para Juntos y tres para el oficialismo.

Otra de las secciones que elige senadores es la Cuarta: allí la diferencia entre las dos listas es de 16 puntos y, de las siete bancas en juego, si se mantienen los mismos resultados de septiembre, la oposición conservaría cinco.

En la Quinta Sección, donde están los municipios de la Costa bonaerense, la oposición alcanzó el 50% de los votos, separándose por 21 puntos del Frente de Todos, que con suerte podrá conservar allí dos de las siete bancas que se ponen en juego.

La sorpresa en la elección estuvo en la Séptima Sección, donde el oficialismo no logró llegar al piso del 33% que se necesita para poder acceder a una banca, lo que dejaría las tres que están en juego en manos de la oposición.

Con este panorama, las esperanzas del Frente de Todos están puestas en el 33% de los votantes que no concurrieron a sufragar en las PASO (así lo reveló a diario Hoy el exministro de Salud y candidato a diputado nacional por la provincia de Buenos Aires, Daniel Gollan) y habrá que ver si este número se vuelca por la opción que el oficialismo ofrece en su boleta o si, por el contrario, mantiene una tendencia que hoy es la principal preocupación en los pasillos de calle 6.

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