Un sainete de vergüenza en el Senado

Casi en cadena nacional, asistimos ayer a un verdadero sainete, sino fuera por lo dramático del asunto: el Senado, alejado de la crisis acuciante y urgente; los canales de TV, en vigilia, con sus cámaras apostadas frente a uno de los domicilios de la expresidenta, Cristina Kirchner

Como en los tiempos del kirchnerismo, casi en cadena nacional, asistimos ayer a un verdadero sainete, sino fuera por lo dramático del asunto: el Senado, alejado de la crisis acuciante y urgente; los canales de TV, en vigilia, con sus cámaras apostadas frente a uno de los domicilios de la expresidenta, Cristina Kirchner.

Lejos de ese montaje, aquí, en la capital provincial, miles de docentes universitarios y empleados del Astillero Río Santiago se unían en defensa de la educación, el trabajo y condiciones de vida dignas. Frente a esta realidad, la imagen que mostró el Senado fue vergonzosa: legisladores que con el pago de nuestros impuestos llegan a cobrar más de $300.000, perdiendo horas en largas disquisiciones para finalmente autorizar los allanamientos a la actual senadora, quien, como ya dijimos, si tenía algo que esconder lo ocultó hace tiempo.

Son otros los que deberían merecer el desvelo de los senadores: los millones que a lo largo y ancho de la Argentina pelean por sobrevivir, caminantes de a pie que diariamente ponen el cuerpo para una subsistencia cada vez más difícil, porque se resisten a caer del sistema.

Cualquier esfuerzo es en vano si no es para resolver esas carencias. O para protestar contra ellas.

Por eso, también la masiva marcha que antes de ayer encabezaron sectores de la clase media y media alta caminó sobre el terreno de la irrealidad, pretendiendo vivir en un país inexistente.

Pues, repudiando con razón los bolsos y bóvedas con dólares, las coimas y la infame corrupción de los últimos 12 años, la gente que colmó las plazas del país, amuchada en la algarabía condenatoria, no quiso ver sus penurias, la realidad que se pasea por sus casas y que el acto masivo de la muchedumbre anula: que la devaluación y la inflación va empobreciendo a la clase a la que pertenecen, que entre el colegio de los chicos, los servicios públicos, la prepaga, quizá el auto, necesitan no menos de $60.000 para sobrevivir.

Ahí, al llevar la mano al bolsillo, se advierte que la infamia del pasado no suspende la vileza actual. Que la putrefacción kirchnerista no purifica al Presidente, con su imperio Socma y sus empresas satélites, su escándalo del Correo, la Patria contratista de la que él y su parentela han sido parte; ni a la Gobernadora, con sus aportantes truchos. Algo que, empero, no alcanza para limpiar la septicemia K.

Pero, ¿qué hacemos con esa rabiosa grieta sectaria si el plan estratégico sigue sin aparecer? El futuro solo será posible sobre la base de una política económica que encarrile lo poco que sigue en pie, que aliente la producción, genere empleo y rescate a los millones de condenados a la pobreza. Mercado interno pujante, industrias nacionales protegidas, PyMes con créditos blandos, explotación del agro, defensa de los mares, que no es otra cosa que soberanía ciudadana.

Es eso o seguir viviendo en el país de gobernantes unidos por el espanto, que comparten el mismo lodo, que nos manosean y roban, como dice el tango, para no ser giles.

La hora de los allanamientos

Luego de que el Senado votara por unanimidad a favor de la autorización para que el juez Claudio Bonadio ordene los allanamientos a los domicilios de la expresidenta, esta mañana la comunicación oficial será entregada al magistrado y de ese modo podrá avanzar con el procedimiento.

Tras ese debate, al cierre de esta edición la Cámara Alta discutía si aprobará o no la ley de extinción de dominio -que permitiría al Estado recuperar bienes de la corrupción- que ya cuenta con media sanción de Diputados.