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La notoria inacción policial llevó a que los vecinos se defiendan entre sí

La Plata vive su peor año histórico en materia de seguridad y los continuos cambios en la cúpula no hacen más que evidenciar el problema. Nadie se hace cargo.

La inseguridad en La Plata sigue su rumbo y toca números históricos e insospechados. Mientras la Policía hace la vista gorda y deja que todo ocurra como si nada, los delincuentes se mueven a sus anchas. Las víctimas de todo esto, por supuesto, son los vecinos de absolutamente todos los barrios. Estos ya no saben qué hacer para frenar la bestial ola de atracos que ya se llevó puestos a varios jefes de la Fuerza.

Desesperados ante la falta de acción de los encargados de la seguridad, los frentistas se reunieron en grupos de WhatsApp donde escriben a diario sus penurias y dan alerta de robos en proceso o ya consumados. También varios de ellos pusieron dinero de sus propios bolsillos -ya que la Municipalidad nada hace- para instalar alarmas comunitarias en diferentes cuadras del barrio. Así, algunos han llegado a invertir más de $20.000, además de un mantenimiento mensual, para sentirse al menos un poco más seguros. Pero no logran.

“Fijate que pasa lo mismo en todos lados: Barrio Norte, La Loma, Meridano V, Los Hornos, Gonnet, City Bell, las zonas aledañas al Parque Saavedra y al hospital de Niños: en todas las cuadras hay carteles que anuncian que están conectados al sistema de alarma vecinal. Es así: nos tenemos que cuidar entre nosotros porque la Policía no solo no nos ayuda, sino que directamente liberan las zonas para que nos vengan a asaltar. No tengo ninguna duda”, se lamentó un lugareño de 13 y 37.

“Zonas liberadas”

Este diario materializó el pedido del vecino y recorrió diferentes sectores de La Plata. Evidentemente, el hombre tenía razón y en todos ellos hay grupos de frentistas organizados contra el delito. Gorina, Villa Castells -dentro de Gonnet- y Savoia -dentro de City Bel- también adoptaron la misma medida.

“No podemos depender de nosotros mismos para evitar entraderas y todo tipo de ilícitos. Se supone que para eso está la Policía, y no para llenarse los bolsillos de dinero de la corrupción. ¿Pero qué se les puede pedir, si yo tuve un bar en 10 y 40 y todos los lunes venían desde la comisaría Segunda a buscar el “sobre” a cambio de seguridad? Y no me la contaron: la viví. Así se manejan”, se lamentó otro vecino.

Otro expuso: “En el último tiempo echaron a varios jefes de calle, y subcomisarios mismos, por descubrirlos pidiendo coimas a simples ciudadanos cuyo único delito fue circular en una moto sin papeles. Les pedían plata a cambio de no iniciarles una causa por drogas. Esa gente es la que nos cuida. Dan risa. Y cada vez que se llama al 911 tardan 40 minutos mínimo en venir. ¿A quién van a encontrar después de una hora? Pero no, claro: no quieren encontrar a nadie, sino darles tiempo a los ladrones para que escapen”.

Lo cierto es que en una ciudad donde todos los jueves desde hace siete meses hay movilizaciones de caravanas de autos y donde hoy se va a desarrollar el segundo alarmazo en lo que va de este 2021, los hampones son los dueños de la calle, amparados por el poder de turno. Cambian los nombres de los comisarios (no los pasan a disponibilidad pese a los históricos índices de inseguridad, sino que los rotan, para después volver al mismo lugar) pero lo que no cambia es la certeza de ya no poder salir siquiera a pasear al perro.

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